En 1994 la Asamblea General de
Naciones Unidas proclamó el 17 de junio Día Mundial de Lucha contra la
Desertificación y la Sequía, en conmemoración de la aprobación de la Convención
de las Naciones Unidas de lucha contra la desertificación el 17 de junio de
1994.
La desertificación afecta a más
de 110 países y cada año se pierden 6 millones de hectáreas de tierra
productiva. La Asamblea General de Naciones Unidas invita a todos los Estados
Miembros de las Naciones Unidas a que dedicaran el Día Mundial de Lucha contra
la Desertificación y la Sequía a sensibilizar a la opinión pública respecto de
la necesidad de cooperar en el plano internacional para luchar contra la
desertificación y los efectos de la sequía y de aplicar la Convención de Lucha
contra la Desertificación.
El objetivo del Día Mundial de
Lucha contra la Desertificación 2013 es concienciar al mundo de los riesgos de
la sequía y la escasez de agua en las tierras secas y en otras partes del
planeta y subrayar la importancia de mantener suelos saludables. Es parte de
los objetivos del programa de Río+20 y del programa de desarrollo sostenible
para después de 2015.
El lema de este año, «No dejes
que nuestro futuro se seque», pide adoptar medidas para preparar y anticipar la
escasez de agua, la desertificación y la sequía. La idea es que todos somos
responsables de la conservación y del uso sostenible del agua y de la tierra.
Existen soluciones a los graves problemas de escasez de recursos naturales y la
degradación de las tierras no tiene por qué poner en peligro nuestro futuro.
“Es difícil evitar la sequía,
pero sí se puede mitigar sus efectos”. “El precio de estar preparados es mínimo
en comparación con el costo del socorro de emergencia. Así pues, en vez de
concentrarnos en gestionar las crisis, demos prioridad a prepararnos para las
sequías y aumentar la resistencia”.
El agua dulce es valiosa. De toda
el agua en la tierra, sólo el 2,5 por ciento es agua dulce. Y de toda esta agua
dulce, sólo se puede usar menos del 1 por ciento para los ecosistemas y los
seres humanos. Cuando la demanda de agua supera la oferta disponible, se
traduce en escasez, lo que afecta particularmente a las zonas de tierras secas.
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