A pesar de que a comienzos del
siglo XX se intentaron varios trasplantes de órganos sin éxito, el hito en esta
materia que abrió las puertas de esta técnica a la ciencia médica tuvo lugar en
1967, cuando el doctor Christian Barnard dirigió en Sudáfrica con éxito el
primer trasplante de corazón.
Las causas principales para el
trasplante de órganos son los padecimientos crónico-degenerativos, como la
diabetes mellitus, hipertensión arterial sistémica, colesterol alto, obesidad,
entre otros; lo cual en el paciente mal controlado, progresivamente ocasionan
un daño irreversible en sus órganos vitales, así se afectan principalmente los
riñones, el corazón, el cerebro, la retina; cuando el daño es severo, la
función del órgano es insuficiente y el paciente para seguir viviendo, requiere
de un tratamiento sustitutivo, que en el caso del daño renal puede ser la
diálisis o el trasplante renal.
Cuando se menciona que un órgano
se trasplanta, es cuando se toma de una persona donadora sana y compatible con
el enfermo (receptor) y a través de una cirugía se injerta en el paciente;
existen varios tipos de trasplantes como son: riñón, hígado, corazón, corneas y
tejidos; pero los más comunes son los de riñón.
La Organización Nacional de
Trasplantes es la más avanzada del Mundo en cuanto a donación de órganos de
fallecidos y eso hace que los enfermos del Estado sean con mucha diferencia los
que más posibilidades tienen en el Mundo de ser trasplantados. La tasa media de
donación en la C.A.V. en los últimos 10 años se mantiene en el umbral de 40 por
millón de población, la media estatal en 2008 fue de 35 por millón, seguida de
Bélgica con 28,1, Francia con 26,3, EE UU con 26,6 y Austria con 22,3. En la
actualidad, en Euskadi más de 2.250 pacientes viven con un órgano trasplantado:
1.750 con injerto de riñón, 750 de hígado, 150 de corazón y 50 de pulmón, lo
que ciertamente denota una gran sensibilidad y solidaridad de la población
vasca. Pese a los buenos datos, Alcer Gipuzkoa destaca que «desde 2006, se ha
producido en Euskadi una discreta disminución del número de donantes reales
(fallecidos), como consecuencia del incremento del 10 a un 13% de las negativas
familiares .Esto ocasiona que anualmente no se beneficien del trasplante unas
35 personas».
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