Con motivo de la "Semana de la Mujer" –Riojanas 2012 - la Dirección de Extensión Cultural de la Cámara de Diputados de la Provincia, continúa con la entrega del sexto artículo referido a mujeres riojanas que se destacaron en distintos ámbitos. En esta entrega, Adriana Nazareno se refiere bailarina y docente de danzas clásicas, Laura Gay.
Si tuviera que resumirla en una palabra diría pasión. Pasión por la vida, por el arte y la docencia. Su camino estuvo signado por la pasión. Asumió los desafíos de la vida con coraje y, cual incansable guerrera, dio batalla hasta su último aliento.
Nació en Morteros (Córdoba) pero tuvo a La Rioja como su tierra adoptiva. Había estudiado Danzas en la Academia "Soria Arch" de Córdoba y muy joven contrajo matrimonio y se instaló en nuestra Provincia.
En primer lugar fue docente de Danza Clásica y más adelante Directora del Centro Polivalente de Arte. Ya con edad avanzada y luego de haber formado a numerosas generaciones de maestros y bailarines que hoy trabajan en nuestro medio, con mucho sacrificio, comenzó la carrera terciaria en el Profesorado de Arte de La Rioja (fundado en 1985) para graduarse como Profesora Nacional de Danza Clásica, título que obtuvo como fruto de su tenacidad y con la admiración de muchos.
Dirigió su propio Instituto Privado de Danza en el que le dio la oportunidad de emprender su faz laboral a varios de sus exalumnos, guiándolos en la carrera como formadores. Su espíritu docente la llevó incansablemente a la búsqueda de la disciplina y la perfección.
A quienes tuvimos la oportunidad de ser sus alumnos nos enseñó a asumir la docencia como una sagrada profesión, con la responsabilidad como estandarte y la creatividad como aliada. Nadie puede desconocer el sello personal que imprimió a su tarea docente.
Como verdadera artista, su trabajo estuvo sellado por la sinceridad y la búsqueda permanente. En el escenario demostró lo que dijera alguna vez Martha Grahan, la gran maestra de la danza moderna: "los grandes bailarines no son geniales por su técnica, son geniales por su pasión".
Nos enseñó a asombrarnos con cada sonido, con cada imagen, con cada palabra, con cada gesto.
Cosechó muchos frutos a lo largo de su prolífera vida, sembrados con empeño y esfuerzo denodado, pero también encontró espinas. Por su carácter febril, hoy nadie puede negar que las batallas que libró no hayan sido auténticos frutos de esa pasión.
Recuerdo cuando nos decía cómo disfrutaba de las pequeñas cosas que nos regala la vida a diario, el canto de los pájaros al amanecer, el olor a café, los primeros rayos de sol, el grito del vendedor de diarios, la sonrisa de sus nietos, el rostro de sus hijos.
La vida no tiene que resultar perfecta para parecer maravillosa (Annete Funicello, actriz estadounidense). Laura Gay logró que su vida fuera, a pesar del dolor, el sacrificio y los obstáculos, una obra maravillosa para relatar y danzar, y, seguramente, en el mejor de los escenarios, estará escuchando el aplauso del público.
No hay comentarios:
Publicar un comentario