Se celebra en esta fecha por
disposición de la UNESCO que así lo dispuso en 1999 para reflexionar sobre el
poder del lenguaje poético y el florecimiento de las capacidades creadoras de
cada persona.
Compuesta de palabras, coloreada
con imágenes, tañida con la métrica perfecta, la poesía tiene un poder
singular. El poder de arrancarnos de la vida cotidiana y recordarnos la belleza
que nos rodea y la resiliencia del espíritu humano que compartimos.
La poesía es una ventana a la
diversidad excepcional de la humanidad. En la Lista Representativa del
Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la UNESCO se incluyen decenas
de formas de expresión oral y poesía, desde el duelo poético Tsiattista de
Chipre o la poesía cantada Ca trù de Viet Nam hasta Al-Taghrooda, la poesía
cantada tradicional de los beduinos de los Emiratos Árabes Unidos y Omán. La
poesía es tan antigua como el lenguaje, y en los períodos turbulentos es más
necesaria que nunca, como fuente de esperanza, como manera de compartir lo que
significa vivir en este mundo.
El poeta Pablo Neruda escribió
que “la poesía es siempre un acto de paz”. La poesía es única por su capacidad
de hablar a través del tiempo, el espacio y la cultura, de llegar directamente
a los corazones de las personas de todo el mundo. Es un manantial de diálogo y
entendimiento y ha sido siempre una fuerza para desafiar a la injusticia y
promover la libertad. Como dijo Deeyah Khan, Embajadora de Buena Voluntad de la
UNESCO para la libertad y la creatividad, todas las formas de arte, incluida la
poesía, tienen la capacidad extraordinaria de expresar resistencia y rebelión,
protesta y esperanza.
La poesía no es un lujo
La poesía es una parte esencial
de quiénes somos en cuanto que mujeres y hombres que vivimos juntos en el
presente, nos valemos del patrimonio de las generaciones pasadas y somos
custodios del mundo para nuestros hijos y nietos.
Hoy, al celebrar la poesía,
celebramos también nuestra capacidad de unirnos en un espíritu de solidaridad
para trepar y escalar “las nubosas cumbres de nuestros tiempos”. Necesitamos
hacerlo para llevar adelante la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible, para
aplicar el Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, para asegurarnos de que
ninguna mujer ni hombre se quede atrás.
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