El 11 de septiembre de 1888 moría
en Paraguay Domingo Faustino Sarmiento. En su honor, en esta fecha se conmemora
el día del maestro.
El 15 de febrero de 1811 nació en
el Carrascal, uno de los barrios más pobres de la ciudad de San Juan, Domingo
Faustino Sarmiento. Los primeros "maestros" de Domingo fueron su
padre José Clemente Sarmiento y su tío José Manuel Eufrasio Quiroga Sarmiento,
quienes le enseñaron a leer a los cuatro años. En 1816, ingresó a una de las
llamadas "Escuelas de la Patria", fundadas por los gobiernos de la
Revolución, donde tuvo como educadores a los hermanos Ignacio y José Rodríguez,
éstos sí maestros profesionales.
Cuando terminó la primaria, su
madre, Doña Paula Albarracín, quiso que estudiara para sacerdote en Córdoba,
pero Domingo se negó y tramitó una beca para estudiar en Buenos Aires. No la
consiguió y tuvo que quedarse en San Juan donde fue testigo de las guerras
civiles que asolaban la provincia. Marchó al exilio en San Francisco del Monte,
San Luis, junto a su tío, José de Oro. Allí fundaron una escuela que sería el
primer contacto de Sarmiento con la educación.
Poco después, regresó a San Juan
y comenzó a trabajar en la tienda de su tía. "La Historia de Grecia la
estudié de memoria, y la de Roma enseguida…; y esto mientras vendía yerba y
azúcar, y ponía mala cara a los que me venían a sacar de aquel mundo que yo
había descubierto para vivir en él. Por las mañanas, después de barrida la
tienda, yo estaba leyendo, y una señora pasaba para la Iglesia y volvía de
ella, y sus ojos tropezaban siempre, día a día, mes a mes, con este niño
inmóvil insensible a toda perturbación, sus ojos fijos sobre un libro, por lo
que, meneando la cabeza, decía en su casa: ‘¡Este mocito no debe ser bueno! ¡Si
fueran buenos los libros no los leería con tanto ahínco!’"1
En 1827, se produjo un hecho que
marcará su vida: la invasión a San Juan de los montoneros de Facundo Quiroga.
Decidió oponerse a Quiroga
incorporándose al ejército unitario del General Paz. Con el grado de teniente,
participó en varias batallas. Pero Facundo parecía por entonces imparable: tomó
San Juan y Sarmiento decidió, en 1831, exiliarse en Chile. Se empleó como
maestro en una escuela de la localidad de Los Andes. Sus ideas innovadoras
provocaron la preocupación del gobernador. Molesto, se mudó a Pocura y fundó su
propia esce uuela. Allí se enamoró dna alumna con quien tendrá su primera hija,
Ana Faustina.
En 1836, pudo regresar a San Juan
y fundar su primer periódico, El Zonda. Pero al gobierno sanjuanino no le
cayeron nada bien las críticas de Sarmiento y decidió, como una forma de
censurarlo, aplicarle al diario un impuesto exorbitante que nadie podía pagar y
que provocó el cierre de la publicación en 1840. Volvió a Chile y comenzó a
tener éxito como periodista y como consejero educativo de los sucesivos
gobiernos.
"¿Que es pues un periódico?
Una mezquina hoja de papel, llena de retazos, obra sin capítulos, sin prólogo,
atestada de bagatelas del momento. Se vende una casa. Se compra un criado. Se ha
perdido un perro, y otras mil frioleras, que al día siguiente a nadie
interesan. ¿Qué es un periódico? Examinadlo mejor. ¿Qué más contiene? Noticias
de países desconocidos, lejanos, cuyos sucesos no pueden interesarnos. (...)
Trozos de literatura, retazos de novelas. Decretos de gobierno. (...) Un
periódico es el hombre. El ciudadano, la civilización, el cielo, la tierra, lo
pasado, lo presente, los crímenes, las grandes acciones, la buena o la mala
administración, las necesidades del individuo, la misión del gobierno, la
historia contemporánea, la historia de todos los tiempos, el siglo presente, la
humanidad en general, la medida de la civilización de un pueblo." D. F.
Sarmiento, El Zonda Nº 4.
En Chile, Sarmiento pudo iniciar
una etapa más tranquila en su vida. Se casó con Benita, viuda de Don Castro y
Calvo, adoptó a su hijo Dominguito y publicó su obra más importante: Facundo,
Civilización y Barbarie. Eligió el periodismo como trinchera para luchar contra
Rosas. Fundó dos nuevos periódicos: La Tribuna y La Crónica, desde los que
atacó duramente a Don Juan Manuel.
Entre 1845 y 1847, por encargo
del gobierno chileno, visitó Uruguay, Brasil, Francia, España, Argelia, Italia,
Alemania, Suiza, Inglaterra, EEUU, Canadá y Cuba. En cada uno de estos países,
se interesó por el sistema educativo, el nivel de la enseñanza y las
comunicaciones. Todas estas impresiones las volcó en su libro Viajes por
Europa, África y América. A fines de 1845 conoció en Montevideo a Esteban
Echeverría, uno de los fundadores de la generación del ’37 y como él, opositor
a Rosas y exiliado. Estando en Francia, en 1846, tuvo un raro privilegio:
conocer personalmente al general San Martín en su casa de Grand Bourg y
mantener una larga entrevista con el libertador.
De regreso a Chile, incrementó su
actividad periodística contra Rosas, lo que motivó que el gobernador de Buenos
Aires solicitara dos veces la extradición de Sarmiento para juzgarlo por
calumnias, cosa a la que el gobierno chileno se negó.
Sarmiento pensaba que el gran
problema de la Argentina era el atraso que él sintetizaba con la frase
"civilización y barbarie". Como muchos pensadores de su época,
entendía que la civilización se identificaba con la ciudad, con lo urbano, lo
que estaba en contacto con lo europeo, o sea lo que para ellos era el progreso.
La barbarie, por el contrario, era el campo, lo rural, el atraso, el indio y el
gaucho. Este dilema, según él, sólo podía resolverse con el triunfo de la
"civilización" sobre la "barbarie". Decía: "Quisiéramos
apartar de toda cuestión social americana a los salvajes por quienes sentimos
sin poderlo remediar, una invencible repugnancia".2 En una carta le
aconsejaba a Mitre: "no trate de economizar sangre de gauchos. Este es un
abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de
seres humanos esos salvajes".3 Lamentablemente el progreso no llegó para
todos y muchos "salvajes y bárbaros" pagaron con su vida o su
libertad el "delito" de haber nacido indios o de ser gauchos y no
tener un empleo fijo.
La obra literaria de Sarmiento
estuvo marcada por su actuación política desde que escribió en 1845:
"¡Sombra terrible de Facundo, voy a evocarte, para que, sacudiendo el
ensangrentado polvo que cubre tus cenizas, te levantes a explicarnos la vida
secreta y las convulsiones internas que desgarran las entrañas de un noble
pueblo! (...) Facundo no ha muerto ¡Vive aún! ; está vivo en las tradiciones
populares, en la política y las revoluciones argentinas; en Rosas, su heredero,
su complemento. (...) Facundo, provinciano, bárbaro, valiente, audaz, fue
reemplazado por Rosas, hijo de la culta Buenos Aires, sin serlo él, (...)
tirano sin rival hoy en la tierra". Estos párrafos del Facundo nos
muestran el estilo de Sarmiento. Facundo, a quien odia y admira a la vez, es la
excusa para hablar del gaucho, del caudillo, del desierto interminable, en fin,
de la Argentina de entonces, de todos los elementos que representan para él el
atraso y con los que hay que terminar por las buenas o las malas.
Sarmiento desde Chile alternó su
actividad periodística con la literaria y educativa. En su libro Viajes (1849)
se reflejan mucho más que las impresiones de un viajero atento y observador;
allí se ocupó de lo que lo maravilla de los países que visita y que quisiera ver
en su tierra. Pone el acento en el progreso industrial, el avance de las
comunicaciones y de la educación.
En su libro Argirópolis (1850)
dedicado a Urquiza, expresó un proyecto para crear una confederación en la
cuenca del Plata, compuesta por las actuales Argentina, Uruguay y Paraguay,
cuya capital estaría en la Isla Martín García. El modelo de organización era la
Constitución norteamericana y proponía fomentar la inmigración, la agricultura
y la inversión de capitales extranjeros.
Mantuvo fuertes polémicas con
políticos y escritores de su tiempo, como Juan Bautista Alberdi, con quien no
coincidía en apoyar a Urquiza. Esta polémica se expresó a través de sus libros.
Alberdi escribió Complicidad de la prensa en las guerras civiles de la
República Argentina y Cartas Quillotanas y Sarmiento le respondió con Las
ciento y una y Época preconstitucional y Comentarios a la Constitución de la
Nación Argentina.
En 1862 el general Mitre asumió
la presidencia y se propuso unificar al país. En estas circunstancias asumió
Sarmiento la gobernación de San Juan. A poco de asumir dictó una Ley Orgánica
de Educación Pública que imponía la enseñanza primaria obligatoria y creaba
escuelas para los diferentes niveles de educación, entre ellas una con
capacidad para mil alumnos, el Colegio Preparatorio, más tarde llamado Colegio
Nacional de San Juan, y la Escuela de Señoritas, destinada a la formación de
maestras.
En sólo dos años Sarmiento cambió
la fisonomía de su provincia. Abrió caminos, ensanchó calles, construyó nuevos
edificios públicos, hospitales, fomentó la agricultura y apoyó la fundación de
empresas mineras. Y como para no aburrirse, volvió a editar el diario El Zonda.
En 1863 se produjo en la zona el
levantamiento del Chacho Peñaloza y Sarmiento decretó el estado de sitio y como
coronel que era, asumió personalmente la guerra contra el caudillo riojano
hasta derrotarlo. El ministro del interior de Mitre, Guillermo Rawson, criticó
la actitud de Sarmiento de decretar el estado de sitio por considerar que era
una decisión exclusiva del poder ejecutivo nacional. Sarmiento, según su
estilo, renunció. Corría el año 1864.
A pedido del presidente Mitre, en
1864 viajó a los EE.UU. como ministro plenipotenciario de la Argentina. De paso
por Perú, donde se hallaba reunido el Congreso Americano, condenó el ataque
español contra ese país a pesar de las
advertencias de Mitre para que no lo hiciera.
Sarmiento llegó a Nueva York en
mayo de 1865. Acababa de asumir la presidencia Andrew Johnson en reemplazo de
Abraham Lincoln, asesinado por un fanático racista. Sarmiento quedó muy
impresionado y escribió Vida de Lincoln. Frecuentó los círculos académicos
norteamericanos y fue distinguido con los doctorados "Honoris Causa"
de las Universidades de Michigan y Brown.
Mientras Sarmiento seguía en los
Estados Unidos, se aproximaban las elecciones y un grupo de políticos lo
postuló para la candidatura presidencial. Los comicios se realizaron en abril
de 1868 y el 16 de agosto, mientras estaba de viaje hacia Buenos Aires, el
Congreso lo consagró presidente de los argentinos. Asumió el 12 de octubre de
ese año.
Cuando Sarmiento asumió la
presidencia todavía se combatía en el Paraguay. La guerra iba a llevarse la
vida de su querido hijo Dominguito. Sarmiento ya no volvería a ser el mismo. Un
profundo dolor lo acompañaría hasta su muerte.
Durante su presidencia siguió
impulsando la educación fundando en todo el país unas 800 escuelas y los
institutos militares: Liceo Naval y Colegio Militar.
Sarmiento había aprendido en los
EE.UU. la importancia de las comunicaciones en un país extenso como el nuestro.
Durante su gobierno se tendieron 5.000 kilómetros de cables telegráficos y en
1874, poco antes de dejar la presidencia pudo inaugurar la primera línea
telegráfica con Europa. Modernizó el correo y se preocupó particularmente por
la extensión de las líneas férreas. Pensaba que, como en los EE.UU., el tren
debía ser el principal impulsor del mercado interno, uniendo a las distintas
regiones entre sí y fomentando el comercio nacional. Pero éstos no eran los
planes de las compañías británicas inglesas, cuyo único interés era traer los
productos del interior al puerto de Buenos Aires para poder exportarlos a
Londres. En lugar de un modelo ferroviario en forma de telaraña, o sea
interconectado, se construyó uno en forma de abanico, sin conexiones entre las
regiones y dirigido al puerto. Este es un claro ejemplo de las limitaciones que
tenían los gobernantes argentinos frente a las imposiciones del capital inglés.
La red ferroviaria pasó de 573 kilómetros a 1331 al final de su presidencia.
En 1869 se concretó el primer
censo nacional. Los argentinos eran por entonces superaban el millón
ochocientos mil habitantes, de los cuales el 31% habitaba en la provincia de
Buenos Aires y el 71% era analfabeto. Según el censo, el 5% eran indígenas y el
8% europeos. El 75% de las familias vivía en la pobreza, en ranchos de barro y
paja. Los profesionales sólo representaban el 1% de la población. La población
era escasa, estaba mal educada y, como la riqueza, estaba mal distribuida.
Sarmiento fomentó la llegada al país de inmigrantes ingleses y de la Europa del
Norte y desalentó la de los de la Europa del Sur. Pensaba que la llegada de
sajones fomentaría en el país el desarrollo industrial y la cultura. En
realidad los sajones preferían emigrar hacia los EE.UU. donde había puestos de
trabajo en las industrias. La argentina de entonces era un país rural que sólo
podía convocar, lógicamente a campesinos sin tierras. Y, para tristeza de
Sarmiento, la mayoría de los inmigrantes, muchos de nuestros abuelos, serán
campesinos italianos, españoles, rusos y franceses.
Entre las múltiples obras de
Sarmiento hay que mencionar la organización de la contaduría nacional y el
Boletín Oficial que permitieron a la población en general, conocer las cuentas
oficiales y los actos de gobierno. Creó el primer servicio de tranvías a
caballo, diseñó los Jardines Zoológico y Botánico. Al terminar su presidencia
100.000 niños cursaban la escuela primaria.
Al finalizar su mandato apoyó la
candidatura del tucumano Nicolás Avellaneda.
En agosto de 1873 Sarmiento sufrió un atentado
mientras se dirigía hacía la casa de Vélez Sarsfield. Cuando transitaba por la
actual esquina de Corrientes y Maipú, una explosión sacudió el coche en el que
viajaba. El sanjuanino no lo escuchó porque ya padecía una profunda sordera.
Los autores fueron dos anarquistas italianos, los hermanos Francisco y Pedro
Guerri, que confesaron haber sido contratados por hombres de López Jordán. El
atentado falló porque a Francisco Guerri se le reventó el trabuco en la mano.
Sarmiento salió ileso del atentado y se enteró porque se lo contaron después.
Al finalizar su mandato en 1874,
Sarmiento se retiró de la presidencia pero no de la política. En 1875 asumió el
cargo de Director General de Escuelas de la Provincia de Buenos Aires y
continuó ejerciendo el periodismo desde La Tribuna. Poco después fue electo
senador por San Juan.
En esa época vivía con su
hermana, su hija y sus nietos en la calle Cuyo, actual Sarmiento 1251.
En 1879 asumió como ministro del
Interior de Avellaneda, pero por diferencias políticas con el gobernador de
Buenos Aires, Carlos Tejedor, renunció al mes de haber asumido.
Durante la presidencia de Roca
ejerció el cargo de Superintendente General de Escuelas del Consejo Nacional de
Educación. En la época en que Sarmiento fomentaba la educación popular, el
índice de analfabetos era altísimo. En el campo había muy pocas escuelas porque
la mayoría de los estancieros no tenían ningún interés en que los peones y sus
hijos dejaran de ser ignorantes. Cuanta menos educación tuvieran más fácil
sería explotarlos.
Pero Sarmiento trataba de
hacerles entender que una educación dirigida según las ideas y los valores de
los sectores dominantes, lejos de poner en peligro sus intereses, los
reproducía y confirmaba. "Para tener paz en la República Argentina, para
que los montoneros no se levanten, para que no haya vagos, es necesario educar
al pueblo en la verdadera democracia, enseñarles a todos lo mismo, para que
todos sean iguales... para eso necesitamos hacer de toda la república una
escuela."
De todas formas le costó
muchísimo convencer a los poderosos de que les convenía la educación popular y
recién en 1884, logró la sanción de su viejo proyecto de ley de educación
gratuita, laica y obligatoria, que llevará el número 1420.
Una de sus últimas actuaciones
públicas data de 1885. El presidente Roca prohibió a los militares emitir
opiniones políticas. Sarmiento, que no podía estar sin expresar su pensamiento,
decidió pedir la baja del ejército, y opinar libremente a través de las páginas
de su diario El Censor.
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