Un aporte para la construcción cultural y social desde la Dirección de Extensión Cultural de la Función Legislativa a los 30 Años de la Recuperación de la Democracia.
No
podría referirme a estos años que pasaron desde el regreso a la democracia sin repasar
lo que fue, desde niño, mi relación con aquella parte negra de la historia y lo
que ella me dejo. En la medida en que, la familia en que crecí y también la de
mis tíos, estuvo atravesada por completo por lo sucedido. No había nacido
cuando fue el golpe militar del 76. Mi primer registro creo que fue como a los
6 o 7 años. En mi casa cada 24 de marzo era un día de profunda tristeza.
Recuerdo
a mi madre quedándose en su cuarto muy triste y a mi viejo deambulando por la
casa sin hablar., sumidos seguramente
cada uno en sus recuerdos, en los dolores provocados por los años de
cárcel.
Desde
muy temprano fui conociendo lo que les había sucedido no como una historia
personal sino como aquello que había sufrido toda una generación.
Nunca
nos sentaron a contarnos sus historias propias. Quizás, sin quererlo ellos
mismos, fue un modo de transmitir una experiencia, por atroz que fuera, de
carácter colectivo.
No
era de ellos la historia sino de muchos. Ese sentimiento comunitario entre los
que formaban parte de aquella generación siempre estuvo y aun hoy está
presente.
Como
se trataba de algo que atravesaba a toda la familia empecé a involucrarme y a
leer cosas de aquella historia. También me fueron contando en las reuniones de
ex presos de gente, amigos y compañeros de ellos que habían desparecido. Con la
inocencia de niño no entendía muy bien, pensaba que se trataba de gente que se
había perdido. Con el tiempo y el vínculo que conforme con sus familiares pude
entender de qué se trataba, comprender ese inmenso dolor que suponía y supone
para muchos no poder aun conocer que fue de sus vidas, no tener un lugar para
poder llorarlos. Después fui conociendo un poco más de sus luchas, sus ideales, entendiendo que el costo en
aquellos años había sido la cárcel y todo el sufrimiento que ello conlleva.
Pero mi viejo siempre fue notable, siempre contó sus anécdotas y las de sus
compañeros como riéndose de todo. El humor fue y es aquello que le permite
volver a visitar esas experiencias y creo lo que le permitió seguir. Recuerdo
como se burlaba de mi tío Carlos Illanez cuando estando presos y se cruzaron y
le pregunto: “Carlos, sabes algo de la Mari” y mi tío respondiendo: “si, te
manda un besazo así de grande!!”, y se burlaba de él diciendo que ya se hacia
el porteño por la tonada y el modo como le había contestado. No recuerdo que
alguna vez nos hayan contado algo con resentimiento.
Al
principio me costaba entender por qué seguían con la política después de lo que
les había pasado. Pero en casa siempre se siguió hablando de querer una
sociedad distinta, un país mejor, siempre nos trasmitieron la preocupación por
el otro, por el que está al lado. Así es que la actividad política siguió su
curso y así también fui involucrándome en ella. Ya estaba en la primaria y me
gustaba ir a las reuniones y escuchar como discutían. Ahí escuche hablar de
Perón por primera vez y de lo que significaba el peronismo.
Esos
fueron mis primeros contactos con la política y desde ahí empecé a
interiorizarme por la historia, por las luchas de esa juventud. Entendí el
contexto mundial que generaba condiciones para que la juventud se involucrara
del modo que lo hizo. La oleada de la revolución cubana, la experiencia cercana
del Chile de Salvador Allende, entre otros hechos históricos, sin duda que
habían constituido movimientos con ideales y luchas por un mundo en el que los
jóvenes estaban llamados a tener un lugar y querían participar en su
construcción, con una activa militancia política. Desde el regreso a la
democracia tanto la política como las organizaciones partidarias empezaron a
arrastrar un desprestigio frente a la sociedad que fue profundizándose a partir
de entonces. La caída del muro y el desarme del bloque socialista permitieron
la profundización del neoliberalismo del
pensamiento único y el ascenso del mercado y el consumo como lógicas centrales.
A los jóvenes nos transmitieron la idea de que ser exitosos pasaba por acumular
dinero, había que ser yupi..y los que no entraban en esa ,tenían los famosos
“programas” contra la violencia, la droga, etc., que presumían que los jóvenes
somos el repositorio del alcohol, la droga, la mala vida y el desinterés por
todo.
El
2001 nos hizo tocar fondo y la llegada del kirchnerismo renovó en algún sentido
un interés por la política. La discusión regreso a las reuniones, a los asados,
a las mesas de las familias. La política, aun desprestigiada como actividad,
volvió a tener un lugar. No como la sal de la vida que supo ser antes del golpe
militar pero creo que va encontrando su curso. Incluso los cacerolazos y las
marchas del 8N son un resultado de esta restitución de la actividad política.
Así,
aunque mi vida estuvo atravesada por las consecuencias del golpe militar del 76
y reconociendo los avances en los juicios de este gobierno, rescato como
central la posibilidad de que muchos jóvenes vuelvan a sentir que la actividad
política les otorga un lugar en una discusión que debe tenernos como
protagonistas a todos, a los que están a favor y a los que están en contra.
Después de los sucesos producidos por los movimientos antiglobalización, del
protagonismo en la primavera árabe, de la gran participación de los jóvenes en
los movimientos de los indignados de Europa y aquí cerca en la lucha de la
UNLaR quien puede dudar hoy de cuanto es el interés de los jóvenes por
construir algo distinto y para todos.
Pero
aún nos falta mucho por cambiar de la política y en eso los jóvenes estamos llamados
a participar, a asumir un compromiso para generar otros modos de construcción
política, con otros horizontes más igualitarios y justos.
Achicar
esa distancia que parece que aún existe entre los políticos, sus organizaciones
y la gente. Volver a habilitar lugares donde discutir, para conversar de lo que se piensa y se quiere como futuro,
incluso para reconocer las diferencias. Quizás la UNLaR sea de ahora en más un
gran lugar de discusión para los jóvenes que están en ella, y espero que desde
ahí se pueda generar una apertura al resto.
No
cabe duda que el mundo de hoy ha cambiado, que no son las mismas condiciones de
aquellos años. Hoy todo es muy dinámico.
Hoy
nos movilizamos más por el Facebook y el WhatsApp que por una organización. Lo
cual aporta lo suyo, no olvidemos el papel de estas herramientas en las luchas
de la primavera árabe, el Facebook de los compañeros de la UNLaR, la radio La
Toma. Pero construir una organización, con sus banderas y movilizar siguen
siendo herramientas centrales.
Hacen
que uno sea parte de algo, los trapos que uno lleva, esos que flamearon en las
movilizaciones, son los que dicen hacia dónde vas y qué queres.
La
política tiene que buscar la felicidad de una comunidad. Si tenemos los índices
de suicidio que tenemos es por qué no estamos generando nada esperanzador, nada
a que atar los proyectos, nada que avizore una vida mejor. Si un chico decide
suicidarse porque lo deja la novia es por qué se le fue lo único que tenía, lo
único que lo ataba a la vida, y eso es imposible de aceptar. Siento admiración
por aquellos jóvenes militantes y en particular por mis viejos. A los años de
saber lo que paso y sentir muchas veces la tristeza de un dolor que a veces
parece presente, nunca me transmitieron ni siento resentimiento alguno. Por
supuesto que queremos justicia, y no como algo personal sino como algo para la
historia, para que nunca más vuelva a suceder.
Tengo
en la actividad política la pasión que ellos me contagiaron, aunque tengamos
muchas diferencias y peleemos muchas veces por eso. Desde que me levanto hasta
que me acuesto pienso en cómo podríamos hacer que todo cambie. Ahí, pienso y
siento lo difícil que resultaran muchos de esos cambios y a veces siento cierto
desaliento. Pero me acuesto a dormir y al otro día me levanto y digo, voy a
pelear por lo que pienso. Y en eso reconozco que es en la juventud de cada día
donde todo se renueva, y que a pesar de todo el sufrimiento, aquellos que
quisieron nublarnos el futuro aún no han podido ni nunca
podrán con nosotros.
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