en
recuerdo de lo que parece constar como la primera designación como cartero del
país, el 14 de septiembre de 1771 en la persona de Bruno Ramírez. Hoy en día,
el cartero, además de llamar dos veces, sólo suele traer publicidad y, lo que
es peor, facturas. Para los abogados, además y por si no fuera bastante, su visita implica trabajo, ya
que son transmisores de demandas, recepciones de burofax y un sinfín de
documentos que no suelen conllevar buenas noticias.
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