Proclama de
Ángel Vicente Peñaloza a sus Soldados
Ángel
Vicente Peñaloza, estanciero y general del ejército de la Confederación, llegó
a ser el hombre clave del Noroeste argentino, centrando su poder en las
provincias de La Rioja y Catamarca, en las que las clases sociales más
oprimidas fueron su punto de apoyo para enfrentar al ejército de Mitre y los
intereses económicos, por él representados, de la burguesía portuaria y del
imperialismo británico.
Distintas
etapas pueden señalarse en la vida del Chacho, desde aquella en que se destaca
luchando junto a Quiroga contra las fuerzas unitarias encabezadas por el
general Paz, hasta la que se inicia en 1861 cuando, de vuelta de su exilio
chileno, lo encontramos nuevamente transformado en el patriarca de Los Llanos.
Debe entonces encabezar un movimiento contra los liberales que derrocaban a los
gobernadores urquicistas. Desde Catamarca se lo llama y el Chacho con sus
llaneros empuña las armas una vez más para desalojar a los usurpadores. La
ausencia de Peñaloza es aprovechada por el Ejecutivo Nacional para ocupar La
Rioja en febrero de 1862 y para impedir que el caudillo regrese. El general
Paunero es el encargado de la acción. Ante la posibilidad del retorno de Peñaloza,
la situación de los invasores se hace muy inestable, sobre todo si se agrega a
esto la aparición de otros caudillos populares con su forma de lucha no
ortodoxa, desconcertante para los ejércitos regulares. Son ellos: Severo
Chumbita, Felipe Varela, Fructuoso Ontiveros. Se firma entonces la paz en La
Banderita y Peñaloza queda a cargo del control de la provincia. Pero la paz
será momentánea.
En abril de
1863 dirá Peñaloza: "Después de la guerra exterminadora no se ha cumplido
las promesas hechas tantas veces a los hijos de esta desgraciada patria. Los
gobernantes se han convertido en verdugos de las provincias, atropellan las
propiedades de los vecinos y destierran y mandan matar a los ciudadanos
respetables por haber pertenecido al partido federal". A esto debe
agregarse la difícil situación económica provocada por la nacionalización de la
deuda de Buenos Aires, que significaba responsabilizar a las provincias del
pago de ella para beneficiar finalmente a los intereses de la Alta Banca
Británica.
Frente a la
injusticia y la maniobra financiera, la única respuesta de Peñaloza es la
guerra y una proclama -el Grito de Guaja- dirigida a sus llaneros y a su
pueblo. Esperaba además que Urquiza finalmente diera su apoyo a esa lucha. No
tomó en cuanta que el caudillo de Entre Ríos estaba ligado por sólidos
intereses económicos a la burguesía porteña y a sus aliados extranjeros.
La represión
de la montonera fue rápida y encargada nada menos que a Domingo F. Sarmiento,
gobernador de San Juan y uno de los más encarnizados enemigos. La insurrección
en el oeste fue total: La Rioja y Catamarca estaban en manos de los federales;
en San Juan y Mendoza se llevaban a cabo acciones rápidas y efectivas.
Finalmente
el Chacho se decide a entrar en San Juan para vencer allí a Sarmiento, pero es
derrotado y vuelve a Los Llanos para refugiarse, y lo hace en casa de un amigo
de Olta. Por una delación, una partida del ejército nacional al mando del
comandante Vera lo encuentra y el 13 de noviembre -o antes según José
Hernández- es asesinado por el coronel Irrazábal de un lanzazo en el vientre,
cuando ya se había entregado. Su cabeza será expuesta en la plaza de Olta para
aleccionar a sus compañeros. El parte de guerra confeccionado por Sarmiento
dirá que murió en pelea.
A continuación
compartimos una poderosa representación de El Grito de Guaja, la Proclama de
Angel Vicente Peñaloza a sus Soldados.
Compatriotas:
Ha llegado
el momento solemne de reivindicar nuestros sagrados derechos que traidores y
perjuros nos han usurpado.
La Patria
nos llama a afianzar en las Provincias el imperio de la Ley y hacer desaparecer
todos los males que aquejan a nuestra Patria y repeler con nuestros nobles
esfuerzos a los tiranos opresores.
Van a
emprender una obra grande en su esfuerzo y sufrimiento, pero llenos de honor al
reconquistar nuestros sagrados derechos y libertades, reunir la gran familia
Argentina y verla toda entera cobijada bajo el manto sagrado de las leyes.
Guardias
nacionales de los pueblos todos, al abrir esta campaña no olviden que van en
busca de hermanos, que el suelo todo que van a pisar es Argentino, ni que el
pendón de la nacionalidad no lleve lemas de sangre y exterminio. ¡No! La sangre
argentina debe economizarse, como los frutos de una paz benéfica y duradera.
Todas las
demás provincias responderán a nuestro llamamiento, y con un movimiento
simultáneo harán desaparecer a los opresores.
¡Adelante
héroes! No desmientan la opinión de bravos y leales que siempre, que siempre
han tenido. Algunos esfuerzos más y habremos llenado nuestra misión y cumplido
nuestro deber.
Cuenten
conmigo, que antes de abandonarlos, sacrificaré hasta el último aliento de mi
vida en aras de la Patria.
Así se los
asegura vuestro compatriota y amigo, Ángel Vicente Peñaloza, el Chacho.
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