Por gestiones de María Eva Duarte
de Perón, se promulga la ley que establece el voto femenino. El Poder Ejecutivo
promulga la Ley 13010 de voto femenino. Tras firmar el decreto, el presidente
Juan Domingo Perón se lo entrega a Eva Perón, gran impulsora de la ley, ante
una multitudinaria concentración organizada en Plaza de Mayo por la central
obrera.
La Ley Nº 24.785 ha institucionalizado en nuestro país el Día Nacional de los Derechos Políticos de la Mujer, en memoria de la publicación de otra ley que tiene un contenido histórico, democrático y emotivo para mujeres y hombres en nuestro país: la Ley 13.010 que consagró la igualdad de derechos políticos entre la mujer y el hombre, el 23 de septiembre de 1947.
Este principio de igualdad de
derechos de mujeres y hombres, reconoce que ambas personas pueden participar en
el gobierno de su país directamente o a través de representantes libremente
escogidos/as, e iguala la condición de la mujer y del hombre en el disfrute y
ejercicio de los derechos políticos. Es el punto final de una lucha que comenzó
años antes por mujeres de distinta filiación partidaria, y el inicio de una
participación que no cesa.
La ley de Sufragio Femenino se
gesta como hecho de convivencia democrática, desde su génesis en la Cámara de
Diputados cuando se votó la ley en la sesión especial del 9 de setiembre de
1947. Releyendo los diarios de sesiones vemos que “el despacho de mayoría fue
presentado por el legislador cordobés Graña Etcheverry. Discutía el lugar de la
mujer en la sociedad, demoliendo los argumentos de Otto Weineger, sobre la
desigualdad femenina y agregando una audaz asociación entre las posturas
restrictivas de la libertad política femenina con la teoría antidemocrática.”
(Feijoo)
Dice María del Carmen Feijoo
“Todos, opositores u oficialistas, se movieron en la duda sobre la frontera
femenina: ¿mujeres o mujeres/madres? Pregunta respondida desde el
martinfierrismo del yo alabo al Eterno Padre... porque a todas ellas les dio
corazón de madre, hasta la mención de las propias madres de los legisladores.
En otra onda, el ministro del Interior, invitado al recinto, hizo una sobria y
minuciosa estimación de los tres millones y medio de nuevas votantes que
entrarían en los comicios. Masa crítica, diríamos hoy, que la oposición dijo no
los iba a llevar a especular sobre la orientación de su voto, como obstáculo
para cumplir su compromiso.”
Hubo algunas referencias a Eva
Perón en aquel debate, quien sostenía desde años antes que “la mujer argentina
había superado el período de las tutorías civiles…la mujer debía afirmar su
acción. La mujer debía votar. La mujer, resorte moral de su hogar, debía ocupar
el sitio en el complejo engranaje social del pueblo”
Un legislador, el conservador
Pastor, propuso que “la inscripción en el padrón de votantes fuera opcional y
sólo después el voto obligatorio para las inscriptas. Esto es, que quedara a
voluntad de las mujeres la decisión de ejercer sus deberes cívicos”. ¿El voto
femenino podía fracturar la concordia de los hogares? ¿Los fenómenos
fisiológicos a los que está sometida la mujer podrían impedirle votar?, se
preguntaba Pastor.” ¿Paternalismo, nos preguntamos nosotras o machismo atroz?
Pero ya en 1947, las mujeres
habían ganado espacios en las fábricas, los talleres, y tímidamente se
acercaban a la actividad política. “Pero para gloria de la mujer,
reivindicadora infatigable de sus derechos esenciales, los obstáculos opuestos
no la arredraron. Por el contrario, le sirvieron de estímulo y acicate para
proseguir la lucha. A medida que se multiplicaban esos obstáculos, se acentuaba
nuestro entusiasmo. Cuando más crecían, más y más se agigantaba nuestra voluntad
de vencer. Y ya al final, ante las puertas mismas del triunfo, las triquiñuelas
de una oposición falsamente progresista, intentó el último golpe para dilatar
la sanción de la ley”.
El proyecto de ley fue aprobado
por la unanimidad de los 117 legisladores presentes. El presidente Perón en un
acto frente a la CGT, el 23 de setiembre de 1947, le entregaba a Evita el
decreto del Ejecutivo que lo convertía en ley 13.010. “Recibo en este instante,
de manos del Gobierno de la Nación, la ley que consagra nuestros derechos
cívicos. Y la recibo, ante vosotras, con la certeza de que lo hago, en nombre y
representación de todas las mujeres argentinas. Sintiendo, jubilosamente, que
me tiemblan las manos al contacto del laurel que proclama la victoria”.
En las elecciones del 11 de
noviembre de 1951 el Peronismo incluyó a mujeres en todas sus listas nacionales
para legisladores y legisladoras. “Votaron por primera vez las mujeres de todo
el país, 3.816.654 sufragios y 2.441.558 apoyaron la fórmula Perón – Quijano.
El 63,9% lo hizo por el Partido Peronista, el 30,8% por la Unión Cívica
Radical. Concretando el sueño de miles de mujeres, 23 diputadas y 6 senadoras
ocuparon sus bancas en 1952”.
Esta ley la pedía una necesidad
nueva, la de organizarse en grupos más extendidos y remozados. La exigía la
transformación del concepto de mujer, que “había ido aumentando
sacrificadamente el número de sus deberes sin pedir el mínimo de sus derechos”.
Todavía hoy las mujeres, ciudadanas de primer orden, junto a los hombres con los
cuales convivimos, seguimos luchando por nuestra representatividad y por hacer
escuchar nuestra voz más allá de la ley de cupo. Buscamos afirmar nuestra
acción y “ocupar nuestro sitio en el complejo engranaje social de este pueblo
argentino”, contribuyendo desde ese momento y para siempre a la perfección de
la democracia en nuestro país.
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