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miércoles, 6 de julio de 2016

CAMINO AL BICENTENARIO DE LA INDEPENDENCIA ARGENTINA

Pedro Ignacio de Castro Barros, un Hombre de la Iglesia y de la Patria. Nuestro representante en Tucuman

Según la investigación realizada por el chuqueño Juan A. Ortíz en su "Cartas y Algo Mas", Castro Barros siguió actuando como acompañante y componedor en la crisis política de La Rioja. En una de esas cartas decía: a su "amigo y dueño de todos mis afectos, el señor Comandante Don Juan Facundo Quiroga", y en otra le aconsejaba: "...haga callar toda pasión, desconfianza y resentimiento y conságrese solamente a la salud del pueblo que es la suprema ley".

Sufrió persecusión política por el lado del federalismo y por su oposición a Rivadavia, a pesar de haber declarado: "No he sido, ni soy, ni seré jamás monarquista, ni unitario, ni federal, sino solo un patriota constitucional católico romano".

En 1831, despojado de todo cargo, aún el eclesiástico, lo llevan preso, junto con varios ciudadanos del quehacer político de la época, a la provincia de Santa Fe, a una especie de barco que hizo de cárcel. Rosas lo saca de ahí y determina que no podía salir de la ciudad de Buenos Aires.

Argumentando problemas de salud pide permiso para viajar a Uruguay donde ejerció su ministerio. Allí se dedica a predicar dando ejercicios espirituales basados en las enseñanzas de San Ignacio de Loyola.

En 1841 viaja a Chile donde el Arzobispo Vicuña lo acogió con gran amabilidad y hospitalidad. Allí trabajó siempre con espíritu apostólico recorriendo desde Santiago hasta La Serena, predicando hasta que sus fuerzas ya eran escasas.

Durante 4 años sufrió los padecimientos de una cruel enfermedad, falleciendo el 17 de abril de 1849. Santiago le dió sepultura digna, primero en la Recoleta y luego en la Iglesia del convento de Las Rosas donde lo llevó su sobrino nieto que le hacía de secretario, el Padre José Vitaliano Molina.

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