1867 - El gobierno riojano recibe
comunicación desde Vipos, Jujuy, de Antonino Taboada, comunicándole el fin de
la revolución varelista. “La desastrosa guerra traída al norte de la Republica
por el rebelde caudillo Varela, ha tocado su término, habiendo sus hordas
devastadoras sido arrolladas en todas partes, y obligado a salir de nuestro
territorio y asilarse en el de Bolivia, cuyas autoridades las han desarmado en
un punto inmediato a Suipacha”. Así era. Varela y sus pocas fuerzas, entre las
que destacan sus fieles Guayama y Elizondo, ponían término a esta primera fase
de la guerra. Pasaría más de un año y volvería a intentar suerte pero en Pastos
Grandes sería vencido definitivamente. Luego, el ostracismo, la pobreza y la
muerte en Nantoco (Copiapó). El 4 de junio de 1870 moría así olvidado y
escarnecido el caudillo que levantó banderas de unidad americana y entregó todo
sus esfuerzos por el triunfo federal pero la traición de su lugarteniente
Carlos Ángel, su fracaso en Pozo de Vargas y su tuberculosis impidieron
definitivamente.
1870 - Por decreto los jueces de
paz de cada departamento quedaban encargados de organizar comisiones
examinadoras de los alumnos de cada una de las escuelas existentes en el lugar.
Las comisiones podrían ser de tres, dos y hasta de uno, según fuera la importancia
del pueblo. Terminados sus exámenes cada comisión informará por escrito al juez
de paz respectivo sobre el número de alumnos examinados, las materias
comprendidas en el examen y el estado de la enseñanza, haciendo la calificación
correspondiente a cada uno de los alumnos. Y luego se les daba vacaciones a
todo el mundo hasta el 28 de febrero de 1871. Como vemos, el pueblo de manera
casi directa conocía de cómo se enseñaba a los alumnos. Una forma democrática
que tenían los padres de participar en este tema. Es gracioso pensar que
aquellos jueces de paz eran tanto o más analfabetos que los alumnos a los que
debían vigilar pues con mucha dificultad (y eso lo podemos comprobar con
infinidad de documentos de la época) tales jueces pecaban más que nada por ser
muy ignorantes. Pero eran tiempos iniciales y en verdad no se podía pedir
demasiado aunque la buena voluntad existiera por demás.
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