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martes, 29 de noviembre de 2016

27 DE NOVIEMBRE NACE EL POETA Y ESCRITOR DAVID GATIVA

Héctor David Gatica (1935) nació en Villa Nidia, al sur de la provincia de La Rioja, donde creció en contacto con el paisaje agreste de los Llanos a la par que asistía a la escuela de su pueblo natal. Allí tomo contacto con los innumerables paisajes y personajes que habrían de poblar la mayoría de sus obras.
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Su afición al estudio chocó con la prescripción médica de suspender la escuela por ciertos problemas de visión que lo aquejaron desde niño. Este hecho no impidió sin embargo que su educación siguiera adelante de manera autodidacta, ya que era un lector voraz y amante de los clásicos.

Siendo adulto hizo la carrera docente y se recibió de Maestro en 1968, año en el que contrajo matrimonio con Noelia Carrizo, su compañera desde entonces. La joven pareja se instaló en una villa muy pobre Mendoza (Barrio San Martín), donde ambos vivieron una enriquecedora experiencia de vida en comunidad junto a otra gente como el padre Llorens, de intensa actividad social. Al año siguiente regresaron a Villa Nidia, donde David se desempeñó como docente. La escuela 112, la misma en la que había estudiado, llevaba ahora el nombre de su madre: “Delia Durán de Gatica”, en memoria de esta prestigiosa docente del pueblo. Al año siguiente, –recuerda Gatica en el Prólogo de su libro La Carpeta vacía–: “pasé a la ciudad de La Rioja, donde además de la enseñanza primaria –en la Escuela 177 denominada primera ‘de la basurita’ y después ‘de los bomberos’–, estuve un año al frente de una campaña nacional de educación del adulto, CREAR, como coordinador provincial”. Durante su gestión se abrieron alrededor de 300 centros educativos para adultos.

Comenzó a cursar “Ciencias de la Educación” en la Universidad de La Rioja, carrera que debió abandonar con la instauración de la dictadura 1976. Para entonces, ya se había relacionado con los principales intelectuales de la ciudad de La Rioja, entre ellos, los integrantes del grupo Calíbar que acogieron cálidamente a este callado joven de los Llanos que compartía con ellos sus notables poemas. El golpe fue devastador para la mayoría de los amigos de David. Algunos como Daniel Moyano y Ariel Ferraro, debieron exiliarse; otros, como Ricardo Mercado Luna y Carlos Alberto Lanzillotto, fueron encarcelados. La angustia de aquel período quedó plasmada en las páginas de Los días insólitos, una de las obras más impactantes de este poeta.

El restablecimiento de la democracia lo encuentra trabajando junto a Ramón Navarro en la obra discográfica que habría de constituirse en un ícono del cancionero provincial: La Cantata riojana, obra de gran belleza musical y poética que reconoce como hipo-textos algunas páginas de Juan Zacarías Agüero Vera, Dardo de la Vega Díaz y Ricardo Mercado Luna.

La vasta trayectoria de Héctor David Gatica incluye numerosas distinciones y premios literarios. Fue Director General de Cultura de la Provincia de La Rioja, Miembro del Directorio de Radio y Televisión Riojana, asesor cultural ad honorem del Municipio capitalino y miembro del primer Consejo Consultivo para edición de la Colección “La Ciudad de los Naranjos” de la Biblioteca Mariano Moreno, comisión ésta de fecunda actividad que dirigió los doce primeros tomos de nuestra colección y organizó el Concurso de Poesías del mismo nombre.

Incursionó en el periodismo cultural con la fundación y dirección de las Revistas: “Alborada”, “Poesía Amiga” e “Integración Cultural”. Esta última daría lugar a los cuatro tomos homónimos que reflejan el quehacer artístico provincial a través de la recopilación de notas aparecidas no sólo en las páginas de las revistas que editaba el autor sino también en otros medios periodísticos y bibliográficos.

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El libro, editado por la Editorial Alta Córdoba, se une a la profusa obra de Gatica, nacido en La Rioja en 1935, autor de títulos como "Memoria de los llanos" (con quince ediciones y traducido al italiano, inglés y francés), "Los días del amor",  "País desvelado" y "Cantata Riojana", musicalizada por su coterráneo Ramón Navarro y llevada al disco en 1985.

Gatica, de quien se editaron a inicios del 2000 sus "Obras Completas" en dos tomos que reúnen poesías, cuentos y ensayos, dice ser un lector fervoroso de las denominadas narrativas del yo -biografías, memorias, correspondencia, autobiografías-, libros que -aduce- "me enseñaron mucho".

Sobre el origen de “Mis sueños de aquellos días", cuenta que la idea de escribir un diario surgió cuando cumplió  20 años: "El motivo no lo sé; quizás mi soledad rilkeriana en la inmensidad de los llanos riojanos, sintiendo la necesidad de contarle a alguien lo que me estaba pasando con la poesía y no tener a quién, así el papel pasó a ser mi mejor confidente".

El riojano, a quien Atahualpa Yupanqui definió como "un poeta que piensa con el corazón", agrega que fue escribiendo a lo largo de 57 años su diario que ya tiene cerca de las dos mil páginas: "Este es el primer tomo y resume el tiempo que viví en el campo, las giras por América con mi revista Poesía Amiga, dedicándole un número a cada país y un año de vida en una villa miseria".

Reconoce que el lapso que comprende su libro de memorias (1956-1969) fueron cruciales en su formación: "Así es, pues fui sumando la sabiduría existencial de la gente con la cual convivía (hacheros, conductores de carros, carboneros, poceros, que además de enseñarme humildad inspiraron varios de  mis libros), con abundante literatura universal".

Esos volúmenes llegaban, dice, gracias al intercambio que posibilitó su revista Poesía amiga: "Libros de todas las naciones de América y Europa, junto a las poesías que iba aprendiendo para darle recitales a las sendas, los vientos, las aves, el campo, a la madrugada o a la hora del crepúsculo".

La edición y difusión de Poesía amiga en sus cinco años de vida no estuvo exenta de dificultades: "Galopaba 15 kilómetros de Villa Nidia a Nueva Esperanza para despacharla por una estafeta hacia América y Europa. Dediqué un número a cada país de América, lo que resultó en la antología `Este canto es América`"; y remata con humor: "Pensar que antes se usaba el `correo equino` y ahora todo es por e-mail…".

El lenguaje de "Mis sueños de aquellos días" cruza el dato autobiográfico con poesía, anecdotario y reflexiones: "Un diario es la expresión escrita de lo que le va ocurriendo al autor y sus circunstancias, como una cámara fotográfica que capta y guarda el instante, lo imprevisible".

Las páginas del libro recogen una experiencia que lo marcó: su labor como cartero en la población de San Francisco, que se superpone a su oficio, el del poeta que reparte palabras entre su gente: "Tenía 14 años, el sueldo no me alcanzaba para pagar la pensión y tenía un jefe alemán y despótico. Llegué sabiendo telegrafía, pero no se me permitía acercarme al manipulador".

El poeta recuerda que la adversidad ("cuando no había telegramas para repartir le tocaba limpieza") tenía su contracara en la práctica del ajedrez: "Fue mi consuelo jugar con gente mayor y también releer las cartas de mi madre, lo cual hacía a orillas del río cuando iba a lavar mi ropa".

Sobre algunos temas recurrentes del libro -el campo, el tiempo, la amistad y la guitarra-, Gatica reitera su amor por el paisaje riojano: Muchas veces he abrazado sus quebrachos y algarrobos y los bauticé con nombres de amigos; en referencia al tema del tiempo, digo con el poeta Lu Ki: `Es triste que ya queden pocos días delante / es triste haber dejado tantos días atrás`".

"De la amistad, creo en esto que un pasaje de La Biblia que transcribí en mi libro "Himnos Farisaicos: Nada hay comparable con el amigo fiel. Y sobre la guitarra, recuerdo que teníamos un trío con dos amigos; qué rancho no nos vio en  su patio de tierra llevándole un pedacito de alegría. Así escribí: `Y pongamos el canto / donde Dios lo olvidó".

En algunas páginas de estas memorias Gatica hace referencia a un registro paralelo que llevó por años y  que tituló Los diarios de Villa Nidia, un libro más cercano a la prosa narrativa que sus memorias y que en su momento hizo que el poeta entrerriano Alfredo Veiravé viera a su autor en una labor de: "Misionero de lo minúsculo y homenajeador de los millones que nacen o mueren sin que el resto del mundo se entere".

Para Gatica su provincia es una cantera lírica de voces de envergadura que pasan por sus ensayos y la media docena de antologías que compiló: "La Rioja tiene a Joaquín V. González, Arturo Marasso y, entre otros nombres a Ariel Ferraro, Lucía Carmona y los poetas del grupo `Calíbar`,  hasta llegar a voces jóvenes actuales".

Poeta, narrador, historiador, antologador, coplero, investigador, maestro, y editor, donde pone los ojos el poeta está su querida provincia, a la que le dedicó estas líneas: "Rioja/ escondida en el pecho de la piedra famatina/ déjame que te explote con mis versos/ para encontrar tu corazón minero".

Un mismo poeta escribe la Memoria de los llanos y Los Fundadores del olvido,aquel que también retrata Los días insólitos (poemas que denuncian  el genocidio argentino) y Los días del amor (pintura poética de la llegada de su mujer y de sus hijos) Ese artista que crea País desvelado (el desasosiego humano ante la matanza de la dictadura) e Himnos Farisaicos (que abreva en la obra del pueblo de Dios) Un poeta que desde su pequeña comarca, Villa Nidia, levanta la voz de su provincia con la Cantata Riojana y la voz de su continente con Este canto es América. Héctor David Gatica, poeta riojano, lírico universal.

Por esas cosas que tienen el centralismo porteño y la sesgada idea de que somos hijos de los barcos, la mayoría de los “protagonistas” de la cultura argentina desconoce la obra de Gatica. Los auténticos  intérpretes de la cultura, no son los que hablan en aulas magnas, centros culturales o construyen monumentos, sino los que día a día con sus trabajos, sus obras, con sus maneras de despedir a sus muertos y de educar a sus hijos, de cocinar, de poner apodos, de recordar, de soñar y de amar, hacen cultura; desde el hombre en el andamio a la señora que hace el guiso. La obra de Héctor David Gatica, abreva en el genuino fervor cultural de su pueblo, así, en la Memoria de los Llanos hallamos la sabiduría del arriero: “si pudiera juntar las noches sueltas/ que  se han ido perdiendo entre los años/ ensillar los caminos/ ser arriero del viento y del olvido”; del alambrador: “Tenazas callosas/ las manos de los Flores/ tiranteando las cuerdas del potrero”; del cavador de pozos: “Vivió en los pozos, buzo de arcilla,/ buscando el agua de hondas napas frías/ y fue poniendo marcos de cansancio/ en los costados lerdos de los días”  Los desposeídos conforman una parte central de la poética del Gatica del sur riojano: "Yo compartía la vida de hombres que trabajaban en los obrajes, carreros, hacheros, carboneros y si bien un tiempo me parecía que conversar con ellos era una cosa insulsa, porque me había dedicado mucho a la literatura universal, me di cuenta después que lo que realmente a mí más me enriquecía, eran esas conversaciones simples de toda aquella humilde gente"  Sin embargo, la obra de Héctor David Gatica no acaba en el paisaje humano de los habitantes de su comarca, ni en la colorida geografía de La Rioja, Gatica se mete en la Historia grande de su provincia, a través de la Poesía, de modo que evoca a Juan Facundo Quiroga:“Fue un general de noches/ armadas con su nombre/ galopando/ cinchadas al sobaco/ de un corazón rebelde”  y a un militante riojano desaparecido en la última dictadura: “desde la noche en que vinieron a llevarte/ tu mujer sigue alimentándose de posibles regresos/ y la inocente criatura/ para quien dejaste el ser todavía en el vientre de su madre/ ya aprendió a caminar/ habla también/ pero no te nombra”.

Heredero de la tradición poética riojana del grupo Calibar, considera vano definir la Poesía, ya que no puede separarla de la existencia: “La Poesía es algo difícil de definir, por eso más que intentar definirla he procurado vivirla” El camino de su palabra da testimonio de la belleza y de las heridas del mundo y de la humanidad: “Como se necesitan el crepúsculo y alguien que lo contemple/ Dios y alguien a quien amar/ la planta y un ave que se pose y le cante/ así nos necesitamos los amigos”.

Héctor David Gatica asegura que la infancia siempre nos conduce y que ésta forja una especie de geografía temática que nos dirige el resto de nuestra vida. Poeta del interior del interior, entra tantas cosas, nos enseña que la América profunda comienza en el sueño del poblador de la pequeña comarca: “Y cuentan los abuelos desde el simple/ recinto de sus barbas y apero/ que éste fue un pastizal de altura intacta/ donde andaban sin rumbo los arrieros”.

Ante tanta información de la nada, tanta publicidad de cosas que no necesitamos, hay un antídoto: la obra de Héctor David Gatica, un poeta de la memoria entre los fundadores del olvido.- (Pedro Patzer).-

 Quizás su Cantata Riojana, con música de Ramón Navarro, sea la obra donde el autor se inmortaliza en el homenaje, la entrega, la proyección histórica. Es en 1985 que aparece el disco y el 24 se presenta en el Teatro Sussex recién estrenado. Recorre, luego, las provincias Argentinas, llega al Teatro Colón, al San Martin, a canal 9, etc. y hoy es un ejemplo de admiración para los riojanos y América Latina. Y esta obra de importancia fundamental en la cultura argentina narra la historia de La Rioja desde la fundación hasta el retorno de la democracia. En 2010 los autores suspendieron su presentación por no encontrarse de acuerdo con la minería a cielo abierto.

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