1865 - Con las firmas de Mitre y
su ministro de la Guerra Gelly y Obes se emitió un decreto dirigido al
gobernador de La Rioja teniente coronel Julio Campos en el que se establecía: “Sobre
la base de la Compañía del 6to. Batallón de línea existente en La Rioja,
fórmese un batallón de 500 plazas de línea”. Y se nombraba al teniente coronel
Campos jefe del referido batallón. Tan unánime era el rechazo del pueblo
riojano y del país en general a esta guerra entre pueblos hermanos que además
de la sublevación del contingente riojano en Catuna, en Basualdo (Entre Ríos) y
al subir a los barcos en Rosario hubo más conatos de sublevación. Pero frente
al ejército paraguayo no hubo este tipo de protesta. A nadie le gustaba que lo
tildaran de cobarde. Ya al final de la guerra y tras la eliminación por el
enemigo de la mayor arte del batallón riojano, ocurriendo algo similar con el
de Catamarca ambos restos conformaron un nuevo batallón denominado Catamarca-La
Rioja. La muerte y el espanto unían estrechamente a estos sobrevivientes de
ambas provincias de la mayor y más espantosa guerra que le cupo actuar a la
Argentina.
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