Se
celebra en esta fecha en homenaje al nacimiento de Leopoldo Lugones, fundador
de la Sociedad Argentina de Escritores. La Directora de Extensión Cultural de la Cámara de Diputados de La Rioja, Prof. Emilia Basso, saluda a todos los Escritores Riojanos.
FELICIDADES A LOS ESCRITORES RIOJANOS |
Cada 13 de junio se conmemora el
Día del Escritor. La fecha no es casual y encuentra su explicación en que un 13
de junio, pero de 1874, nació Leopoldo Lugones en Villa María del Río Seco, en
el corazón de la provincia mediterránea de Córdoba. Entre muchas de las
acciones y obras que emprendió, Lugones fundó la Sociedad Argentina de
Escritores (SADE) que, luego del suicidio del poeta, estableció el día de su
natalicio como el Día del Escritor. Lugones no fue olvidado pero su tumultuoso
y resonante paso terrenal es aún materia de controversia y polémica.
Leopoldo Lugones |
Fue el último intelectual total
o, mejor dicho, el último en intentar ser ideólogo y protagonista, a la vez, de
un proyecto político. Esa saga se inicia con Mariano Moreno y culmina con él.
Se sintió el heredero de Domingo Faustino Sarmiento y buscó asemejarse hasta en
sus propias y específicas frustraciones. En el ensayo Lugones, entre la
aventura y la cruzada, la socióloga María Pía López comenta: En su Historia de
Sarmiento es clara la elección de un modelo y un precursor. Defiende la causa
defendiendo al modelo del intelectual heroico. Construye un linaje, del cual es
la continuación. Quiso ser Sarmiento: escritor y presidente. Y quedó atrapado
en la tensión de ver sin ser visto.
Esta suerte de incomprensión,
atizada por el vate cordobés, de parte de los sectores populares hacia su tarea
como pensador público, lo llevó a pensarse en clave jerárquica, ornamentado por
el bronce de creerse un hombre superior. En ese núcleo trágicamente equívoco,
puede pensarse su postrera conversión: la que lo llevó a decretar en 1924, en
ocasión del aniversario de la Batalla de Ayacucho, La hora de la espada, y
que cristalizó con su intención raudamente frustrada de erigirse como el
intelectual de la dictadura iniciada el 6 de septiembre de 1930 y que inició la
serie golpista con la que el Partido Militar mantuvo en vilo a la democracia en
la décadas subsiguientes.
Pese a los intentos posteriores
de algunos de sus discípulos y seguidores que buscaron escindir al intelectual
político del hombre de letras, la fuerza vital que lo guió tuvo siempre, para
bien o para mal, un fondo ético y moral que él mismo se encargó de expresar. En
el prólogo a una Antología Poética de Lugones, Jorge Luis Borges asegura: Vencedora
la revolución militar de 1930, Uriburu le ofreció la dirección de la Biblioteca
Nacional, cargo que él habría honrado. Lugones lo rehusó, alegando que el amor
de la patria lo había llevado a participar en la revolución y que, por
consiguiente, no podía aceptar de su triunfo un beneficio personal.
Lugones pasó sus primeros años en
el campo. Sus vivencias y correrías infantiles allí dejarían una marca
permanente en su vida adulta. A los 12 años es enviado al tradicional colegio
Nacional de Monserrat de la capital cordobesa. Por ese entonces, traza sus
primeros versos y crece su afición por la lectura. A los 16 años, inicia su
carrera periodística en el periódico La Libertad. Por ese entonces, simpatizaba
con las ideas anarquistas y, al poco tiempo, publica sus primeras composiciones
con el pseudónimo de Gil Paz.
A los 20, se traslada a la Buenos
Aires e ingresa en la redacción de El Tiempo. Allí traba amistad con Rubén
Darío, el poeta nicaragüense y máximo representante del modernismo latinoamericano.
Lugones pasaría a la historia como el gran poeta modernista del Río de la
Plata. En 1909, le dedicaría a Darío su Lunario Sentimental. Afiliado al
Partido Socialista, junto con José Ingenieros, fue la pluma irreverente en el
periódico partidario, La Montaña. En 1897, cuando publicó su primer libro de
versos. En ese mismo año, nace su único hijo, Leopoldo, futuro creador de la
picana eléctrica y jefe de la policía durante la década infame. Su nieta, Pirí
Lugones, fue integrante de Montoneros, y es una de los 30 mil desaparecidos por
la última dictadura genocida. Pirí solía presentarse como nieta del poeta,
hija del torturador. En la saga de los Lugones, se reflejan el drama, los
desencuentros y la violencia que atravesaron a la propia clase dominante
argentina desde 1930. Desencantado con la política argentina, insatisfecho por
su tarea en una biografía de Roca en la que no podía avanzar y sacudido por una
infidelidad, Leopoldo Lugones decide terminar con su vida en una isla del
Delta, en 1938.
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