Declarado por la Asamblea General de la Organización de
las Naciones Unidas en su Resolución Nº 47/193.
En España, el sector del agua genera más 38.000
empleos directos y representa el 0,3% de los insumos que requieren otros
sectores de actividad de la economía española, según datos del MAGRAMA
correspondientes al año 2014.
Sin embargo, aún quedan muchos resquicios que vencer
para que el sector del agua y el empleo compongan una relación ‘laboral’ idónea.
Este Día Mundial del Agua de 2016 quiere hacer hincapié en ello.
Tanto el agua como el trabajo tienen la capacidad de transformar la vida de las personas. Un día para informarse, comprometerse y actuar
En primer lugar, definamos con qué objetivo nació,
hace ya 23 años, la fecha que conmemoramos. En 1992, durante la Conferencia de
las Naciones Unidas (ONU) sobre Medio Ambiente y Desarrollo celebrada en Río de
Janeiro, la recomendación de establecer un día para el recurso más valioso de
la tierra tuvo respuesta en la Asamblea General, que decidió designar el 22 de
marzo del año siguiente como primer Día Mundial del Agua.
Desde entonces y cada año, la ONU designa un tema
para este día, correspondiente a un desafío actual o futuro del recurso.
Independientemente del asunto escogido para cada año, este día quiere servir de
altavoz a los problemas del agua por un lado, y ser una oportunidad para
aprender más sobre el preciado líquido por otro.
2016: ‘Agua y Trabajos’, coordinado por la OIT
El agua tiene la capacidad de crear puestos de trabajo pagado y decente
Como no podía ser de otra manera, el presente Día
Mundial del Agua está coordinado por la Organización Integral del Trabajo (OIT)
en representación de Naciones Unidas. La OIT promueve los derechos laborales,
fomenta las oportunidades de empleo decente, mejora la protección social y
refuerza el diálogo en las cuestionas relativas al trabajo.
En cuanto a la fecha que nos incumbe, 22 de marzo de
2016, ‘Agua y trabajo’ hace referencia a cómo tanto el agua como el trabajo
tienen la capacidad de transformar la vida de las personas: el agua es esencial
para la supervivencia y el medio ambiente; y la economía y el trabajo decente
proporcionan ingresos y allanan el camino hacia los avances sociales y
económicos.
Y es que hoy en día, cerca de la mitad de las
personas que trabajan en el mundo – aproximadamente 1.500 millones de personas
– lo hacen en sectores relacionados con el agua. También es cierto que la gran
mayoría de puestos de trabajo dependen del agua. Sin embargo, a menudo esta
actividad no se reconoce ni está protegida por los derechos laborales básicos.
Pero veamos el ejemplo que pone la ONU para
explicarlo: Una niña camina durante horas para recoger agua para dar de beber a
su familia. Es un trabajo, no pagado y no reconocido. Si tuviera garantizado el
acceso al agua, podría ir al colegio.
La gran mayoría de puestos de trabajo dependen del agua
Por otra parte, el agua y el saneamiento tienen un
fuerte impacto en la vida de los trabajadores. De los 2 millones de muertes
relacionadas con causas laborales en el mundo, el 17% son debidas a factores
‘hídricos’, como la mala calidad del agua potable, un saneamiento deficiente o
falta de higiene. Otro ejemplo que pone la ONU en este sentido serían las
fábricas donde las mujeres utilizan trapos como paños menstruales: estas telas
están cargadas de productos químicos, lo que puede conducir a infecciones e
incluso en ocasiones a la muerte.
Por ello, la provisión adecuada de los servicios de
agua, saneamiento e higiene (Water, Sanitation e Hygien, WASH por sus siglas en
inglés) tanto en viviendas como en lugares de trabajo son imprescindibles:
permiten una economía robusta y contribuyen a una población (y mano de obra)
sana y productiva. En el lado opuesto, las poblaciones con menor acceso al agua
y al saneamiento son, por lo general, más propensos a tener dificultades en el
acceso a los servicios de salud y puestos de trabajo estables, alimentando de
esta forma el ciclo de la pobreza. En este sentido, persisten las brechas entre
los sectores rural y urbano, así como de género, entre los segmentos más ricos
y más pobres de la población.
El agua es trasversal
La calidad del agua es otro factor que afecta a los
trabajadores. En realidad, el agua influye a través de su presencia, su calidad
y su cantidad. Por ejemplo, en la agricultura, que representa el 70% del
consumo de agua en todo el mundo, el trabajo del agricultor depende de su
capacidad para gestionar el agua disponible, mientras que a la vez enfrenta
desafíos como el agotamiento de las aguas subterráneas, los impactos del cambio
climático o la creciente escasez de agua. En el sector forestal, reducir la
tala de árboles para evitar la falta del recurso o el exceso de flujos de agua
con impactos negativos en una región es causa de muchos despidos.
Las poblaciones con menor acceso al agua y al saneamiento también tienen un peor acceso a los servicios de salud y puestos de trabajo estables
Con todo, la gestión sostenible del agua en su
sentido más amplio, que abarque la protección y restauración de ecosistemas, la
gestión integrada de los recursos hídricos (GIRH), el desarrollo, operación y
mantenimiento de infraestructuras; junto con el acceso a un suministro seguro,
fiable y asequible a unos servicios de agua y saneamiento adecuados, genera un
entorno propicio para las crear oportunidades de empleo a largo plazo, así como
un desarrollo y crecimiento a través de otros sectores productivos.
Finalmente, el agua tiene la capacidad de crear
puestos de trabajo pagado y decente, de construir una economía más ecológica y
contribuir al desarrollo sostenible. Pero para que esto ocurra, son necesarios
más trabajadores cualificados. Que trabajen dignamente, en igualdad, con
seguridad y recibiendo un salario justo.
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