Con la excusa de combatir a una
guerrilla que para 1976 estaba diezmada y aislada políticamente de una
población que estaba muy lejos de visualizarla como una alternativa válida
frente al gobierno de Isabel Perón, los uniformados y sus socios civiles venían
a imponer un nuevo modelo de sociedad, a terminar con todo conato de desarrollo
nacional independiente y a disciplinar a una sociedad con una larga tradición
de lucha y conciencia gremial. Así lo expresó claramente el general Videla en
la cena de camaradería de las Fuerzas Armadas, el 8 de julio de 1976: "La
lucha se dará en todos los campos, además del estrictamente militar. No se
permitirá la acción disolvente y antinacional en la cultura, en los medios de
comunicación, en la economía, en la política o en el gremialismo".
El decidido apoyo al golpe por
parte de los factores de poder que veían amenazados sus privilegios por la
creciente movilización de importantes sectores de la clase trabajadora y la
producción intelectual de sectores medios partidarios de un proyecto de cambio
social, fue decisiva. La sociedad argentina venía de un proceso de cambio que
se había acelerado a partir de hechos claves como el Cordobazo y la recepción
de la renovada producción ideológica e intelectual posterior al Mayo francés
del 68. Una clase media ilustrada e inquieta seguía con atención los procesos
mundiales y comenzaba a adoptar el psicoanálisis y sus categorías de análisis.
Como señala el historiador David
Rock, "los grupos de poder, la Iglesia y los militares comenzaron a
preocuparse cuando notaron, entre otras cosas, que el cura confesor estaba
siendo reemplazado por el psicoanalista".
La obediencia irreflexiva debía
comenzar a inculcarse a los niños y a los jóvenes.
El responsable de la represión en
Córdoba, jefe de campos de concentración como el célebre "La Perla",
general Luciano Benjamín Menéndez, decía por aquellos años en un discurso
dirigido a directivos de establecimientos escolares: "Para los educadores:
inculcar el respeto de las normas establecidas; inculcar una fe profunda en la
grandeza del destino del país; consagrarse por entero a la causa de la Patria,
actuando espontáneamente en coordinación con las Fuerzas Armadas, aceptando sus
sugerencias y cooperando con ellas para desenmascarar y señalar a las personas
culpables de subversión, o que desarrollan su propaganda bajo el disfraz de
profesor o de alumno. Para los alumnos comprender que deben estudiar y
obedecer, para madurar moral e intelectualmente; creer y tener absoluta
confianza en las Fuerzas Armadas, triunfadoras invencibles de todos los
enemigos pasados y presentes de la patria"
En una pieza oratoria digna de
una antología, el máximo responsable de la ESMA le aclaraba a la sociedad
argentina de dónde provenía lo que él llamaba la crisis actual de la humanidad:
"La crisis actual de la humanidad se debe a tres hombres. Hacia fines del
siglo XIX, Marx publicó tres tomos de "El Capital" y puso en duda con
ellos la intangibilidad de la propiedad privada; a principios del siglo XX, es
atacada la sagrada esfera íntima del ser humano por Freud, en su libro "La
interpretación de los sueños", y como si fuera poco para problematizar el
sistema de los valores positivos de la sociedad, Einstein, en 1905 hace
reconocer la teoría de la relatividad, donde pone en crisis la estructura
estática y muerta de la materia".
El ministro de educación Llerena
Amadeo llegó a proponer en una sociedad multicultural donde convivían
católicos, judíos, musulmanes y miembros de variados cultos: "Para una
mayor convivencia social es conveniente que quienes no son cristianos sepan
cuál es la concepción cristiana que tiene la mayoría de la población sobre
estos temas. El nuestro es un país occidental y cristiano y no se puede dejar
de mostrar a los futuros ciudadanos qué significa tal concepción. "
Pero ¿cuáles eran esos valores
"occidentales y cristianos" que los genocidas militares y civiles
decían defender? Históricamente, se ha vinculado a la tradición occidental con
la democracia y la plena vigencia de los derechos elementales del hombre. Se
oponía el modelo democrático occidental a las tiranías, teocracias y regímenes
autoritarios ubicados por los propios occidentales en la tradición oriental.
En cuanto a lo cristiano: la
solidaridad, la misericordia, la comunión, el amor al prójimo hasta el
sacrificio, la dignidad de la persona humana, a lo que habría que sumarle los
diez mandamientos, de los cuales no dejaron uno solo sin violar.
Se decía en no pocos documentos
oficiales que la "subversión" utilizaba la droga como medio de
captación de los jóvenes y se hablaba de sus efectos devastadores para el
individuo y la familia. La historia nos recuerda que en 1980, la dictadura de
Videla colaboró activamente con hombres, armas, dinero y logística con el
llamado "golpe de la cocaína" perpetrado en Bolivia por generales
vinculados al narcotráfico encabezados por García Meza. Uno de los responsables
del apoyo argentino, el general Suárez Mason, presidente de la petrolera
estatal YPF -a la que dejó con una deuda de seis mil millones de dólares- y
responsable de la represión en el Cuerpo de Ejército 1, será condenado años más
tarde por una corte de los Estados Unidos por tráfico de drogas y vinculación
con el narcotráfico internacional.
Por las dudas, José Alfredo
Martínez de Hoz, le aclaraba al país en 1977: “No somos unos ogros que han
sacado del fondo de una caverna para hacer sufrir a la gente, sino que somos
seres humanos, igual que todos ustedes que me están escuchando; que hemos sido
sacados de nuestras casas convocados por las Fuerzas Armadas, que han salido a
superar una crisis tremendamente grave en la historia política, económica y
social argentina; que hemos abandonado una vida más cómoda, más provechosa y
también nuestra vida familiar.” Decía el genial Atahualpa Yupanqui, “no aclare
que oscurece”.
Autor: Felipe Pigna
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