Es en memoria del movimiento
popular que permitió la liberación y el reintegro al poder de Juan Domingo
Perón en el año 1945. En la Plaza de Mayo de Buenos Aires, un millón de
personas se reúnen para exigir la liberación del popular ministro de Trabajo,
Juan Domingo Perón, detenido por fuerzas militares.
Una impresionante multitud de
trabajadores converge hacia el centro de Buenos Aires. Tras el paro general
proclamado por la CGT en una reñida votación, los trabajadores se movilizan en
forma espontánea hacia la Plaza de Mayo a reclamar la libertad del coronel Juan
Domingo Perón, quien había sido desplazado de sus cargos y detenido en la isla
Martín García, aunque en esos momentos se encontraba en el Hospital Militar
para un chequeo médico. Todo había comenzado por la madrugada, cuando se
movilizaron los trabajadores de La Boca, Barracas, Patricios y otras barriadas
populares, mientras una enorme columna de obreros de la carne avanzaba desde
Berisso. Los obreros que no ingresaban a las fábricas y talleres, recorrían
los establecimientos vecinos
incitando a abandonarlos a quienes se encontraban en ellos para luego marchar
coreando consignas en favor de Perón.
Si bien en un primer momento la policía
levantó los puentes sobre el Riachuelo numerosos manifestantes lo cruzaron a
nado o en balsas improvisadas, hasta que finalmente los puentes fueron bajados.
Advirtiendo que la multitud concentrada en Plaza de Mayo se engrosaba a medida
que transcurrían las horas y ante la continua exigencia de libertad a Perón,
los mandos militares que lo habían desplazado y detenido no encontraron otra
opción que llamarlo para que calmara a sus seguidores, lo que luego de mucha
reticencia, éste hizo desde los balcones de la Casa de Gobierno, aunque de un
modo singular, "como secretario de Trabajo y Previsión". En esa oportunidad,
Perón anunció que "el Poder Ejecutivo ha firmado mi solicitud de retiro
del servicio activo del Ejército. Con ello, he renunciado voluntariamente al
más insigne honor al que puede aspirar un soldado: llevar las palmas y laureles
de general de la Nación. Ello lo he hecho porque quiero seguir siendo el
coronel Perón, y ponerme con este nombre al servicio integral del auténtico
pueblo argentino. Dejo el sagrado y honroso uniforme que me entregó la Patria
para vestir la casaca de civil y mezclarme en esa masa sufriente y sudorosa que
elabora el trabajo y la grandeza de la Patria". Conocido en la liturgia
peronista como Día de la Lealtad, por sus características y consecuencias la
movilización obrera del 17 de octubre de 1945 fue probablemente el hecho
político más significativo de la historia argentina del siglo XX.
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