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de Noviembre de 1935 nace en Villa Nidia, departamento San Martin, Hector David
Gatica, escritor y poeta riojano.
El
libro, editado por la Editorial Alta Córdoba, se une a la profusa obra de
Gatica, nacido en Villa Nidia, La Rioja en 1935, autor de títulos como
"Memoria de los llanos" (con quince ediciones y traducido al
italiano, inglés y francés), "Los días del amor", "País desvelado" y "Cantata
Riojana", musicalizada por su coterráneo Ramón Navarro y llevada al disco
en 1985.
Gatica,
de quien se editaron a inicios del 2000 sus "Obras Completas" en dos
tomos que reúnen poesías, cuentos y ensayos, dice ser un lector fervoroso de
las denominadas narrativas del yo -biografías, memorias, correspondencia,
autobiografías-, libros que -aduce- "me enseñaron mucho".
Sobre
el origen de “Mis sueños de aquellos días", cuenta que la idea de escribir
un diario surgió cuando cumplió 20 años:
"El motivo no lo sé; quizás mi soledad rilkeriana en la inmensidad de los
llanos riojanos, sintiendo la necesidad de contarle a alguien lo que me estaba
pasando con la poesía y no tener a quién, así el papel pasó a ser mi mejor
confidente".
El
riojano, a quien Atahualpa Yupanqui definió como "un poeta que piensa con
el corazón", agrega que fue escribiendo a lo largo de 57 años su diario
que ya tiene cerca de las dos mil páginas: "Este es el primer tomo y resume
el tiempo que viví en el campo, las giras por América con mi revista Poesía
Amiga, dedicándole un número a cada país y un año de vida en una villa
miseria".
Reconoce
que el lapso que comprende su libro de memorias (1956-1969) fueron cruciales en
su formación: "Así es, pues fui sumando la sabiduría existencial de la
gente con la cual convivía (hacheros, conductores de carros, carboneros,
poceros, que además de enseñarme humildad inspiraron varios de mis libros), con abundante literatura
universal".
Esos
volúmenes llegaban, dice, gracias al intercambio que posibilitó su revista
Poesía amiga: "Libros de todas las naciones de América y Europa, junto a
las poesías que iba aprendiendo para darle recitales a las sendas, los vientos,
las aves, el campo, a la madrugada o a la hora del crepúsculo".
La
edición y difusión de Poesía amiga en sus cinco años de vida no estuvo exenta
de dificultades: "Galopaba 15 kilómetros de Villa Nidia a Nueva Esperanza
para despacharla por una estafeta hacia América y Europa. Dediqué un número a
cada país de América, lo que resultó en la antología `Este canto es
América`"; y remata con humor: "Pensar que antes se usaba el `correo
equino` y ahora todo es por e-mail…".
El
lenguaje de "Mis sueños de aquellos días" cruza el dato autobiográfico
con poesía, anecdotario y reflexiones: "Un diario es la expresión escrita
de lo que le va ocurriendo al autor y sus circunstancias, como una cámara
fotográfica que capta y guarda el instante, lo imprevisible".
Las
páginas del libro recogen una experiencia que lo marcó: su labor como cartero
en la población de San Francisco, que se superpone a su oficio, el del poeta
que reparte palabras entre su gente: "Tenía 14 años, el sueldo no me
alcanzaba para pagar la pensión y tenía un jefe alemán y despótico. Llegué
sabiendo telegrafía, pero no se me permitía acercarme al manipulador".
El
poeta recuerda que la adversidad ("cuando no había telegramas para
repartir le tocaba limpieza") tenía su contracara en la práctica del
ajedrez: "Fue mi consuelo jugar con gente mayor y también releer las
cartas de mi madre, lo cual hacía a orillas del río cuando iba a lavar mi
ropa".
Sobre
algunos temas recurrentes del libro -el campo, el tiempo, la amistad y la
guitarra-, Gatica reitera su amor por el paisaje riojano: Muchas veces he
abrazado sus quebrachos y algarrobos y los bauticé con nombres de amigos; en
referencia al tema del tiempo, digo con el poeta Lu Ki: `Es triste que ya
queden pocos días delante / es triste haber dejado tantos días atrás`".
"De
la amistad, creo en esto que un pasaje de La Biblia que transcribí en mi libro
"Himnos Farisaicos: Nada hay comparable con el amigo fiel. Y sobre la
guitarra, recuerdo que teníamos un trío con dos amigos; qué rancho no nos vio
en su patio de tierra llevándole un pedacito
de alegría. Así escribí: `Y pongamos el canto / donde Dios lo olvidó".
En
algunas páginas de estas memorias Gatica hace referencia a un registro paralelo
que llevó por años y que tituló Los
diarios de Villa Nidia, un libro más cercano a la prosa narrativa que sus
memorias y que en su momento hizo que el poeta entrerriano Alfredo Veiravé
viera a su autor en una labor de: "Misionero de lo minúsculo y
homenajeador de los millones que nacen o mueren sin que el resto del mundo se
entere".
Para
Gatica su provincia es una cantera lírica de voces de envergadura que pasan por
sus ensayos y la media docena de antologías que compiló: "La Rioja tiene a
Joaquín V. González, Arturo Marasso y, entre otros nombres a Ariel Ferraro,
Lucía Carmona y los poetas del grupo `Calíbar`,
hasta llegar a voces jóvenes actuales".
Poeta,
narrador, historiador, antologador, coplero, investigador, maestro, y editor,
donde pone los ojos el poeta está su querida provincia, a la que le dedicó
estas líneas: "Rioja/ escondida en el pecho de la piedra famatina/ déjame
que te explote con mis versos/ para encontrar tu corazón minero"
Un
mismo poeta escribe la Memoria de los llanos y Los Fundadores del olvido,aquel
que también retrata Los días insólitos (poemas que denuncian el genocidio argentino) y Los días del amor
(pintura poética de la llegada de su mujer y de sus hijos) Ese artista que crea
País desvelado (el desasosiego humano ante la matanza de la dictadura) e Himnos
Farisaicos (que abreva en la obra del pueblo de Dios) Un poeta que desde su
pequeña comarca, Villa Nidia, levanta la voz de su provincia con la Cantata
Riojana y la voz de su continente con Este canto es América. Héctor David
Gatica, poeta riojano, lírico universal.
Por
esas cosas que tienen el centralismo porteño y la sesgada idea de que somos
hijos de los barcos, la mayoría de los “protagonistas” de la cultura argentina
desconoce la obra de Gatica. Los auténticos
intérpretes de la cultura, no son los que hablan en aulas magnas,
centros culturales o construyen monumentos, sino los que día a día con sus
trabajos, sus obras, con sus maneras de despedir a sus muertos y de educar a
sus hijos, de cocinar, de poner apodos, de recordar, de soñar y de amar, hacen
cultura; desde el hombre en el andamio a la señora que hace el guiso. La obra
de Héctor David Gatica, abreva en el genuino fervor cultural de su pueblo, así,
en la Memoria de los Llanos hallamos la sabiduría del arriero: “si pudiera
juntar las noches sueltas/ que se han ido perdiendo entre los años/ ensillar
los caminos/ ser arriero del viento y del olvido”; del alambrador: “Tenazas
callosas/ las manos de los Flores/ tiranteando las cuerdas del potrero”; del
cavador de pozos: “Vivió en los pozos, buzo de arcilla,/ buscando el agua de
hondas napas frías/ y fue poniendo marcos de cansancio/ en los costados lerdos
de los días” Los desposeídos conforman
una parte central de la poética del Gatica del sur riojano: "Yo compartía
la vida de hombres que trabajaban en los obrajes, carreros, hacheros,
carboneros y si bien un tiempo me parecía que conversar con ellos era una cosa
insulsa, porque me había dedicado mucho a la literatura universal, me di cuenta
después que lo que realmente a mí más me enriquecía, eran esas conversaciones
simples de toda aquella humilde gente"
Sin embargo, la obra de Héctor David Gatica no acaba en el paisaje
humano de los habitantes de su comarca, ni en la colorida geografía de La
Rioja, Gatica se mete en la Historia grande de su provincia, a través de la
Poesía, de modo que evoca a Juan Facundo Quiroga:“Fue un general de noches/
armadas con su nombre/ galopando/ cinchadas al sobaco/ de un corazón rebelde” y a un militante riojano desaparecido en la
última dictadura: “desde la noche en que vinieron a llevarte/ tu mujer sigue
alimentándose de posibles regresos/ y la inocente criatura/ para quien dejaste
el ser todavía en el vientre de su madre/ ya aprendió a caminar/ habla también/
pero no te nombra”
Heredero
de la tradición poética riojana del grupo Calibar, considera vano definir la
Poesía, ya que no puede separarla de la existencia: “La Poesía es algo difícil
de definir, por eso más que intentar definirla he procurado vivirla” El camino
de su palabra da testimonio de la belleza y de las heridas del mundo y de la
humanidad: “Como se necesitan el crepúsculo y alguien que lo contemple/ Dios y
alguien a quien amar/ la planta y un ave que se pose y le cante/ así nos
necesitamos los amigos”
Héctor
David Gatica asegura que la infancia siempre nos conduce y que ésta forja una
especie de geografía temática que nos dirige el resto de nuestra vida. Poeta
del interior del interior, entra tantas cosas, nos enseña que la América
profunda comienza en el sueño del poblador de la pequeña comarca: “Y cuentan
los abuelos desde el simple/ recinto de sus barbas y apero/ que éste fue un
pastizal de altura intacta/ donde andaban sin rumbo los arrieros”
Ante
tanta información de la nada, tanta publicidad de cosas que no necesitamos, hay
un antídoto: la obra de Héctor David Gatica, un poeta de la memoria entre los
fundadores del olvido.- (Pedro Patzer).-
Quizás su Cantata Riojana, con música de Ramón
Navarro, sea la obra donde el autor se inmortaliza en el homenaje, la entrega,
la proyección histórica. Es en 1985 que aparece el disco y el 24 se presenta en
el Teatro Sussex recién estrenado. Recorre, luego, las provincias Argentinas,
llega al Teatro Colón, al San Martin, a canal 9, etc. y hoy es un ejemplo de
admiración para los riojanos y América Latina. Y esta obra de importancia
fundamental en la cultura argentina narra la historia de La Rioja desde la
fundación hasta el retorno de la democracia. En 2010 los autores suspendieron
su presentación por no encontrarse de acuerdo con la minería a cielo abierto.
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