1862 - El gobierno riojano, como
consecuencia de la firma del tratado de La Banderita dispone que los ciudadanos
en armas entreguen las mismas bajo supervisión de Peñaloza. En capital e
interior debían entregar las armas so pena de no recibir los beneficios de la
paz firmada. Peñaloza podría retener sus armas y las de sus seguidores de la
Costa Alta de los Llanos, debiendo elevar un estado detallado de las armas al
gobierno. Los efectos del tratado de, La Banderita fueron efímeros, pues
ninguna de las partes respetó su espíritu y antes por el contrario la
desconfianza mutua y las mil transgresiones a sus artículos hicieron que a poco
andar el estado de guerra civil continuara con toda virulencia.
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