FIESTA MAYOR DEL SOL O AÑO NUEVO ANDINO
EL INTI RAYMI INKAICO
LA VERDADERA HISTORIA DE LA GRAN FIESTA DEL SOL
Por Juan José Vega*, Luis Guzmán Palomino*
Como en casi todos los pueblos antiguos, el Sol fue motivo
de adoración entre los pueblos de los Andes, desde tiempos inmemoriales. El
dios inkaico, Inti y su imagen, el Punchao, no fueron sino la postrera
adoración helíaca de sucesivas culturas cordilleranas costeñas y selváticas. La
imagen era, generalmente, un círculo de oro con la interpretación de sus
imaginados rasgos, entre fieros y humanos, según los casos.
Del Sol inkaico hubo varias imágenes, como de todos los
dioses del mundo. Todas fueron cogidas y fundidas por los conquistadores a
partir de 1534. El mestizo mexicano Pedro Gutiérrez de Santa Clara, en su
Historia de las Guerras Civiles, dijo que la
imagen del Sol hallada en el Cuzco, a mediados del siglo
XVI, "era tan grande como una buena rodela y de canto y gordor de un dedo,
como ciertos españoles
dijeron que lo vieron y tentaron", añadiendo que
"estaba todo lleno, sin relieve ninguno" (Libro III,
cap. LI).
Contamos con otras descripciones posteriores, entre ellas
las de Pedro Pizarro, Andrés de Vega y Bernabé Cobo. Todo induce a pensar que
hubo dos formas de representarlo: en disco y en ídolo antropomórfico, si leemos
con atención determinadas versiones de la etapa inicial de la dominación
hispánica.
Pero la devoción por el Sol era antiquísima. Atraen por su
impresionante belleza el gran medallón de cobre de Pucará, anterior a
Tiahuanaco, los soles de esta última cultura y los de Huari, generalmente de
rayos como serpientes amarus.
Tal vemos al dios Sol incluso en Lima (Supe), también en la
ornamentación de los guerreros de Moche y de Recuay y en las diversas
representaciones solares costeñas en cerámica y en textiles, cuyos rayos son
mazorcas de maíz o frutos diversos de tierra y de mar.
El Sol de Paracas, sonriente, no resulta menos sugestivo. Y
en las junglas destaca en los testimonios pétreos de la arqueología de Pajatén.
Fue en el Imperio de los lnkas donde el Sol alcanzó su mayor
adoración: "No había pueblo principal donde no tuviese templo",
precisaba Bernabé Cobo.
En tiempos posteriores no varió demasiado la imagen
representada del Sol, como la del escudo del Cuzco, tal como lo asevera Manuel
Chávez Ballón.
De cualquier forma, los sacerdotes de aquellos Intis -debió
haber varias imágenes-habrían de acabar sucumbiendo heroicamente frente a España,
con las armas en las manos, o quemados vivos tras ser cogidos prisioneros, como
sucedió con el mismo Vila Oma, Sumo Sacerdote Solar del Cuzco.
Esa nobilísima historia se halla aún por escribirse. La
resistencia de los sacerdotes del Sol precedió a la de otros sacerdotes de
cultos nativos, cuyo correlato fue el tiempo de la "extirpación de
idolatrías".
En la actualidad no es mucho lo que se conoce sobre los
atributos del dios Sol, a pesar de su mención constante. Examinando los varios
datos acumulados por algunos autores, creemos que no se debe soslayar lo que
dijo el principal cronista del inkario, Pedro de Cieza de León, en 1551 y que
confirmó el primer quechuista Diego Gonzáles Holguín, en su
Vocabulario de los finales del siglo XVI, anotando que "el
Sol es Ticci Viracocha " (Tercera Parte, cap. 61). Ahora bien, quizá fue
su imagen; en todo caso es un tema a debatir.
Pero al margen de estas disquisiciones, el Sol vive. Vive en
el actual Inti Raymi del Cuzco. Flamea en las banderas de Argentina y de
Uruguay, puesto allí en homenaje a los reyes Inkas. Y si no está en la del Perú
es porque lo arrebató de aquel emblema nacional el Congreso de 1825, ya que
antes ornamentó las cuatro primeras banderas del Perú republicano.
El Sol, divinidad universal de la humanidad en lejanos
tiempos, vive así en el Perú y en América con más fuerza que en otras partes
del mundo. Gracias a los Inkas. Y merced al Cuzco, para el cual cabe siempre un
respetuoso homenaje
EL INTI RAYMI INKAICO
El Inti Raymi, la fiesta grande del Sol, debió existir desde
siempre entre los Inkas, incluso en los precedentes Estados andinos que
tuvieron también cultos helíacos. Al establecerse en el valle cuzqueño, tras
sojuzgar a las tribus oriundas, Manco Cápac estableció la fiesta a nivel
oficial, celebrándola en el cerro sagrado de Huanacauri. Allí se verificaría
también por vez postrera, en tiempo de Paullo Inka, cuando las guerras civiles
entre pizarristas y almagristas.
Cuenta Garcilaso de la Vega que reinando Yahuar Huacca, el
Inti Raymi era ya la principal festividad del estado cuzqueño, teniendo lugar
una sola vez al año. Bajo el imperio de Pachacuti, transformador del mundo
andino, el Inti Raymi fue reorganizado. Se dice que este Inka estableció cuatro
grandes fiestas anuales: el Cápac Raymi, el Situay, el Aymoray y el Inti Raymi.
Refiere Sarmiento de Gamboa que Pachacuti, ya anciano y
cuando correinaba con Túpac Yupanqui, celebró un fastuoso Inti Raymi, que
coincidió con el retorno de su ejército al Cuzco, tras una triunfal campaña en
el Chinchaysuyo: "y habidos muchos tesoros y prisioneros, tornóse con todo
ello al Cuzco Túpac Inca Yupanqui, a donde fue bien recibido de su padre con un
costosísimo triunfo y aplauso de todos los orejones Cuzcos y por regocijar al
pueblo mandó hacer las danzas y fíestas del Sol, cosa de mucho regocijo".
SUS MOTIVACIONES
Tres fueron las principales motivaciones que tuvo el Inti
Raymi. La primera, el reconocimiento de gratitud a la deidad que, en la
original concepción inkaica, permitía el orden de lo existente, la vida,
fundamentalmente. Una segunda motivación fue la de honrar el recuerdo de los
primeros reyes Inkas del Cuzco, aquellos que bajo la protección de la deidad
helíaca, señorearon el valle y crearon allí el foco irradiador de su
civilización. Y la tercera, indicada ya en la cita que copiamos a Sarmiento,
fue la de "regocijar al pueblo". Aclaremos, sin embargo, que el
pueblo asistía al Inti Raymi sólo en calidad de lejano espectador: el fastuoso
espectáculo, precisamente, contribuía a mostrarle cuán distante se hallaba de
la clase gobernante, de la que empero parecía recibir beneficios. Es posible,
asimismo, que una suerte de fiestas locales, que se desarrollaban paralelamente
en todos los pueblos del imperio, le dieran una característica popular, que fue
la que perduró a la postre. Pequeños y numerosos Inti Raymi se celebrarían en
toda la vastedad del floreciente reino de los Hijos del Sol.
Un Inti Raymi especial se realizaba allí donde el Inka se
encontrase, ya fuese en medio de sus numerosas campañas, en sus frecuentes
visitas a las diversas regiones del imperio, o en ciudades que eran de su
predilección, como sucedió por muchos años con Huayna Cápac en Tumipampa
(Cuenca), lugar donde naciera, cuando las guerras de Túpac Inca Yupanqui en
dicha comarca. En esas ocasiones, a no dudarlo, la festividad sería de gran relieve,
y hasta debió rivalizar en fastuosidad con la del mismo Cuzco.
Explicando las motivaciones del Inti Raymi, Garcilaso dejó
escrito: "Hacían está fiesta al Sol en reconocimiento de tenerle y
adorarle por sumo, solo y universal dios, que con su luz y virtud criaba y
sustentaba todas las cosas de la Tierra. Y en reconocimiento de que era padre
natural del primer Inka Manco Cápac y de la Coya Mama Ocllo Huaco y de sus
hijos y descendientes, enviados a la tierra para el beneficio universal de las
,gentes. Por estas causas, como ellos dicen, era solemnísima esta fiesta".
Ahora bien, fueron varias las grandes fiestas celebradas en
tiempo de los Incas, cuatro principales como ya hemos dicho; pero ninguna
alcanzó las proporciones de fasto y solemnidad que se hicieron presentes en el
Inti Raymi: "Este nombre Raymi suena tanto como pascua o fiesta solemne.
Entre cuatro fiestas que solemnizaban los reyes Inkas en la ciudad del Cuzco,
que fue otra Roma, la solemnísima era la que hacían al Sol por el mes de junio,
que llamaban Inti Raymi, que quiere decir la pascua solemne del Sol".
El otro gran Raymi, palabra que debe traducirse no sólo como
fiesta sino fundamentalmente como celebración, tenía lugar en el mes de
diciembre, al decir de varios informantes . Y se hacía en honor al supremo dios
Viracocha, Pachacámac o Pachayacháchic. Era la gran fiesta para el
todopoderoso, por lo cual se le llamó Cápac Raymi o Hatun Raymi.
Es muy posible que esta fiesta, instituida tempranamente por
Cápac Yupanqui, fuese anulada luego de su asesinato, obra al parecer del clero
solar; y que ella resurgiese casi dos siglos después, con el Inca Guayna Cápac,
quien llevó a la cúspide del olimpo inkaico al supremo dios omnipotente,
rebajando el poder del clero solar.
Pedro Cieza de León describe en detalles esa festividad,
señalando que "el Ticiviracocha era puesto en el lugar más eminente y el
Inka y las principales hacían la mocha o reverencia; también ponían una figura
del Sol, la Luna y otros ídolos" Entonces, fueron celebraciones distintas,
lo que no impide postular como hipótesis que ambas pudieron ser conjuntadas.
Decimos porque existen referencias de que en algún momento
el Sol pasó a ser considerado como la imagen de Viracocha; y también a causa de
la singularidad inkaica de iniciar el año el mes de junio occidental, dentro de
los marcos de solsticios y equinoccios. Esta circunstancia condujo tal vez a
errores involuntarios en la información citada por las crónicas, como
explicaremos más adelante.
Sea como fuere, el Cápac Raymi o Hatun Raymi merece un
detenido estudio por las implicancias que tuvo en las disputas por el poder. No
está demás decir que para algunos autores el Cápac Raymi era la fiesta en honor
del rey. Un dato curioso aparece en una comunicación de Polo de Ondegardo al licenciado
Briviesca, sobre que se celebraba otro gran Raymi
PASADO EL SOLSTICIO DE JUNIO
Relata Garcilaso que el Inti Raymi se celebraba por el mes
de junio, más precisamente " pasado el solsticio de junio", que en el
Perú es el de invierno. La mayoría de cronistas coincidieron en dar
aproximadamente esa fecha, aunque algunas versiones aparecen discordantes.
Juan de Betanzos, señalando que fue Pachacuti el instaurador
de la festividad, a la cual dio el original nombre Yahuarincha Aymoray, explica
que principiaba en mayo para prolongarse hasta junio, lo que podría también
indicar que la fecha era movible: "Al mes de mayo llaman Aymorayquis
Quilla; en este mes constituyó y mandó Inca Yupanquí que se hiciese otra fiesta
al Sol, muy solemne, en la cual hicieron grandes sacrificios a fin de (honrar
al) que les había dado la tierra y el maíz que en ella tenían; que desde que
comenzaran a coger sus maíces comenzase la fiesta y durase hasta el fin del mes
de junio y este mes de junio llamó Hatuncosqui Quillan... a la cual fiesta que
así comenzaba el mes de mayo hasta fin de junio.. llamó y nombró Yahuatincha
Aymoray".
Si reparamos en que año a año no siempre coincidiría
exactamente el tiempo del inicio de las cosechas, la fecha sin duda debió ser
movible, como lo son igualmente las de algunas festividades cristianas,
verbigracia el Corpus Christi, cuya fijación también debió tener en cuenta, con
los ciclos lunares, la celebración paralela de alguna principal actividad
humana o la presencia de algún fenómeno natural, como la aparición de las Siete
Cabrillas en el cielo, o el cambio de estación.
Lo del tiempo de las cosechas fue advertido también por el
almagrista Cristóbal de Molina, quien vio celebrarse el Inti Raymi de 1535 en
el mes de abril, "cuando en el valle del Cuzco se cogían los maíces y
sementeras, en la cual cosecha los señores del Cuzco tenían costumbre de hacer
cada año un gran sacrificio al Sol y a todas las huacas y adoratorios del
Cuzco, por ellos y por todas sus provincias y reinos". El otro Cristóbal
de Molina, el cuzqueño, citaría el mes de mayo o hacicay llusque, "en el
cual hacían las ceremonias siguientes llamadas Inti Raymi, que quiere decir
fiesta del Sol"6ª.
Varios fueron los cronistas que notaron la extraña
coincidencia de fechas entre el Inti Raymi y el Corpus Christi. Polo de
Ondegardo, que fue de los que citaron junio como el mes en que tenía lugar la
principal festividad andina, escribió: "El sétimo mes que corresponde a
junio se llama Cuzqui Inti Raymi... y decián que ésta era la fiesta del Sol...
Háse de advertir que esta fiestá cae casi al mismo tiempo que los cristianos
hacemos la solemnidad del Corpus Christi, y que en algunas cosas tienen
apariencia de semejanza, como en las danzas, representaciones o cantares" 7
. Coadyuvaría ello en el sincretismo religioso que se daría desde entonces,
pareciéndoles a los españoles que los indios honraban con profunda devoción el
Corpus Christi cuando en realidad lo que hacían no era otra cosa que rememorar
y celebrar subrepticia mente el Inti Raymi, ahora con tristeza pero con
esperanza mesiánica. Lo referente a la supervivencia del Inti Raymi bajo la
dominación española será tratado luego. Bernabé Cobo también citó junio o el
"sétimo mes" como el Aucay Cuzqui Inti Raymi8. Cabello Valboa que lo
antecedió, precisó que la fiesta fue confirmada en ese mes por Túpac: Inca
Yupanqui: "Al sétimo mes (que es nuestro junio) llamó Túpac Inca Aucay
Cuzqui, y en él se hacían las fiestas al Sol que llamaban Inti Raymi"9.
Martín de Murúa apoyaría esa opinión: "el sétimo mes, que corresponde al
de junio, se llamaba Aucay Cuzqui Inti Raymi (y) en él se hacía la fiesta
llamada Intí Raymi"10. Antonio de Calancha copiaría estos datos: "El
sétimo mes que corresponde a junio se llama Aucay Cuzqui Intí Raymi (y) éste
era (de) la gran fiestá del Sol"11. Y Guaman Poma reafirmaría lo dicho:
"junio Cuzquí Quilla, este mes se hacía la moderada fiesta del Inti Raymiy
se guastaba mucho en ella"12. Lo de moderada es un detalle singularísimo,
que Guaman Poma explicaría añadiendo que en diciembre tenía lugar el
"Cápac Inti Raymí, la gran fiesta y pascua solemne del Sol, que como dicho
es que de todo el cielo, de los planetas y estrellas es rey el Sol y así Cápac
quiere decir rey, Inti Sol (y) Raymi gran pascua más que Inti Ray"13. Es
muy posible que el cronista indio estuviese confundido al respecto; y no se
descarta que también lo estuvieran aquellos cronistas que hablaron del Cápac
Raymi presuntamente celebrado en diciembre.
El hecho es que la mayoría de los cronistas consideraron que
el año incaico empezaba en el mes que los occidentales denominaron diciembre;
así, junio venía a ser el sétimo mes, citado por varios. Pero Cristóbal de
Molina el Cuzqueño, que fue de los cronistas mejor informados en cuestiones de
indios, fue claro al explicar con rotundidad que el año inkaico empezaba entre
mayo y junio, tiempo coincidente con la celebración del Inti Raymi, que en este
caso habría tenido una motivación más y principal, la de festejar el
advenimiento de un nuevo año dando gracias por ello a la deidad suprema:
"...y comenzaban a contar el año a mediados de mayo, día más o menos, a
primer día de la Luna, el cual mes del principio del año llamaban Hacicay
Llusque, en el cual hacían las ceremonias siguientes llamadas Inti Raymi, que
quería decir fiesta del Sol"14.
De todo esto resulta que posiblemente varios cronistas
escucharon de sus informantes indios decir que la fiesta principal tenía lugar
al principiar el año, por lo cual apuntaron indistintamente junio y diciembre y
como fiestas diversas el Cápac Raymi y el Inti Raymi, cuando bien pudieron ser
una sola. Esto, es de rigor aclararlo, no pasa de ser una hipótesis a
seguir.Sin ánimo de abundar en la confusión, señalaremos que en una obra ya de
principios del siglo XVII, escrita por Gregorio García, se dice que el Inti
Raymi se celebraba en el decimo mes, que (era) setiembre"15. Además, en el
anónimo Diccionario Quechua de 1586 se menciona el vocablo Raymi definiendo
"ciertas fiestas con cantos y bailes" que se celebraban en el mes de
diciembre16; y en el Diccionario de Gonzáles Holguín, recogido en los finales
del siglo XVI, se lee que Raymi daba nombre al mes de diciembre y a
"ciertas fiestas con cantos y bailes (que habían) en ese mes"17.
DURACIÓN DEL INTI RAYMI
Respecto a la duración de la fiesta, varios cronistas
señalan que se prolongaba aproximadamente un mes, entre mayo y junio. Así lo
dicen Betanzos y Molina el Cuzqueño, cuyas respectivas citas hemos ya
trascrito. Hernando de Santillán ofrecería similar información: "En cada
año hacia el Inka una gran fiesta y solemnidad en el Cuzco a honra del Sol... y
duraba esta fiesta un mes.. Ésta era la fiesta de más solemnidad y devoción que
ellos tenían" Pero discreparon de la común referencia dos importantes
cronistas, Garcilaso, al escribir que "nueve días duraba el celebrar la
fiesta Raymi con la abundancia de comer y beber ... y con la fiesta y regocijo
que cada uno podría mostrar"19 ; y Cristóbal de Molina el Almagrista,
quien en 1535 fue testigo de que las fiestas "duraron ocho días arreo
(sucesivamente, sin interrupción), dando las gracias al Sol por la cosecha
pasada y suplicándole que en las sementeras por venir les diese buenos
frutos"20.
Es de rigor aclarar que no existe sustento documental alguno
para afirmar que el Inti Raymi inkaico tuvo su "jornada principal" el
24 de junio; la fecha principal variaba según se presentaba el solsticio, y era
movible como lo es aún hoy la festividad cristiana del Corpus Christi. Obligado
resulta también corregir la aseveración de que el Initi Raymi escenificado en
nuestros días es "muy parecido" al que se celebraba en tiempo de los
Inkas; quien coteje exhaustivamente la información de los cronistas caerá en la
cuenta de que poco tienen en común ambas festividades. Nuestro proposito
principal al escribir este artículo, precisamente, es que respetando la
tradición histórica se retomen, en la medida de lo posible, los usos
auténticamente inkaicos.
PERVIVENCIA DEL INTI RAYMI
Invadido y conquistado el Tahuantinsuyo, ¿qué tiempo
pervivió el Inti Raymi? Hay referencias en las crónicas para concluir que
pervivió hasta entrado el siglo XVII y que en algunas provincias, las de la
sierra de Lima por lo menos, fue sustituida por una ceremonia que adquirió un
carácter diametralmente opuesto al que antes tuvo, convirtiéndose de fiesta de
gratitud a la divinidad en jornada de protesta por la llegada del caos con los
españoles, dato consignado por los curas Fernando de Avendaño y Pablo José de
Arriaga, famosos "éxtirpadores de idolatrías".
Es importante destacar que en plena guerra de resistencia a
los invasores, el bravo general Apo Quisquis quiso "celebrar muy
solemnemente la fiesta del Inti Raymi", conforme se lee en la crónica de
Murúa. Además, Molina el Almagrista vio celebrarse el lnti Raymi en abril de
1535, esto es, tres años después de iniciada la invasión del Tahuantinsuyo;
dicha fiesta fue presidida por Manco Inca, en los días en que se aprestaba a
desatar la guerra de reconquista. Este cronista, cuyo humanismo lo convirtió en
temprano indigenista, testimonió admiración por los inkaicos, al hacer notar
que ellos, a los que sus compatriotas denominaban despectivamente
"idólatras". sabían ser agradecidos con sus dioses, costumbre que no
siempre pudo advertir entre los que se llamaban cristianos "21.
El jesuita Bernabé Cobo mencionó que Paullo Inka, hermano y
rival de Manco, a su regreso de la entrada a Chile, edificó una de sus casas
cerca del cerro sagrado de Huanacauri, donde Regó a celebrar la fiesta del Inti
Raymi 21ª.
Durante unos pocos años más los españoles consintieron la
celebración en el Cuzco, pero no por mucho tiempo, ya que terminaron
prohibiéndola al percatarse que resultaba perjudicial para sus intereses de
dominación. La cristianización de Paullo Inca en 1543 tuvo por correlato la
abolición del Inti Raymi, y no deja de ser interesante registrar que en el
sitio donde por última vez la fiesta fue consentida, los españoles encontraron
"cantidad de ofrendas, ropa pequeñas de idolillos y gran copia de orejas
para los mancebos que se armaban caballeros"22.
Sin embargo, Juan de Betanzos menciona que a mediados del
siglo XVI, a veinte años de la caída del Imperio de los Inkas, el Inti Raymi
continuaba siendo celebrado secretamente, resistiendo la prohibición impuesta
por los españoles: "Esta fiesta y las demás que este señor (Pachacuti)
constituyó, aunque se las quiere quitar en esta ciudad del Cuzco, las suelen
hacer ellos (los indios) secretamente, en los pueblecillos que están en torno
de la ciudad del Cuzco"23.
Así, perseguida, la celebración del Inti Raymi se hizo más
popular, al ser adoptada por el campesinado hatunruna tras la desgracia recaída
en los aristocráticos orejones de las diezmadas panakas.
Por ese tiempo, con toda seguridad, el Inti Raymi, tal vez
esperanzador y propiciatorio, continuaba celebrándose en el reducto patriota de
Vilcabamba, presidido por Manco Inka y por los sucesivos Inkas de la
Resistencia. Ellos habían trasladado a ese bastión montañoso el ídolo Punchao,
dios del Día, cuyo culto antes tuvo por sede el propio Inticancha. Y a la
muerte de Túpac Amaru I en 1572. cesó seguramente la festividad a nivel
oficial, mas no entre el pueblo, donde adquirió encubiertas características de
manifestación nativista24.
SINCRETISMO CON EL CORPUS CHRISTI
En 1559 Juan Polo de Ondegardo observaría la pervivencia de
los cultos y ritos nativos del Inti Raymi, manifiestos subrepticiamente en el
Corpus Christi impuesto por los cristianos: "Háse de advertir que esta
fiesta cae casi al mismo tiempo que los cristianos hacemos la solemnidad del
Corpus Christi y que en algunas cosas tienen alguna apariencia de semejanza
(como es el caso de las danzas, representaciones o cantares) y que por esta
causa ha habido y hay hoy día entre los indios que parecen celebrar nuestra
fiesta del Corpus Christi, mucha superstición de celebrar la suya antigua del
Intí Raymi"25.
José de Acosta mencionaría también su alarma: "los
indios usan el Corpus Christi para festejar su Inti Raymi"25ª, comparando
el hecho con lo sucedido en Grecia y Roma en los inicios del cristianismo.
Martín de Murúa, en 1613, incidiría también en el
sincretismo de los cultos occidentales y andinos: "esta fiesta cae al
mismo tiempo que la nuestra tan celebrada del Corpus Christi ... y a vueltas
de, las solemnidades que hacen para ella, los indios mezclan ceremonias y ritos
antiguos, de los que solían hacer "26.
Y Pablo José de Arriaga, principalísimo destructor de las
manifestaciones culturas nativas, denunciaría en 1621 que el antiguo Inti Raymi
había devenido Onccoy Mita: de fiesta de gratitud al Sol celebrada en las
plazas de la alegría, Haucaypata y Cusipata, se había convertido en rito de
dolor y protesta, celebrado secretamente en las alturas por los más tenaces
sacerdotes nativistas y por un incipiente Movimiento Inka de Liberación.
Citó Arriaga que los indios continuaban celebrando tres
grandes fiestas al año: "La principal, cerca de la fiesta del Corpus, o en
ella misma, que llaman Onccoy Mita (Tiempo del Dolor), que es cuando aparecen
las siete Cabrillas que llaman Onccoy, las cuales adoran porque no se les
sequen las raíces" 27.
Ya no se honraba a los dioses para agradecerles las
venturas, como otrora; ahora se les imploraba que no agravasen el caos y la
desgracia causada por los españoles y criollos.
Por esos mismos años, el cura Fernando de Avendaño
denunciaría igualmente el nativismo presente en el Onccoy Mita: "Tienen
también (los indios) sus fiestas mayores y menores instituidas en reverencia y
culto de los dichos ídolos en tiempos señalados para celebrarlas; y la mayor
del año es por pascua del espíritu santo o Corpus Christi, que era cuando se
descubrían mejor las Siete Cabrillas y la llaman Onccoy Mita... la cual
celebran con achaque o capa de nuestra madre iglesia" 28.
Todavía en 1638 se repetía la denuncia. Ese año el padre
Antonio de la Calancha escribía: "Háse de advertir que esta fiesta (el
Inti Raymi) cae al mismo tiempo que los cristianos celebramos el Corpus
Christi, y los más de los indios celebran con bailes y danzas
no a nuestra fiesta católica, sino a la de su Inti Raymi, de su antigua
idolatría"29.
EVENTUALES SUPERVIVENCIAS
Desde mediados del siglo XVII hasta mediados del siglo XVIII
perdemos la huella del recuerdo indio por el Inti Raymi. Confesamos que esto se
debe, en parte, a que no hemos agotado la revisión de las fuentes escritas que
podrían tal vez proporcionar novedosas luces sobre el asunto; pero hacemos de
ver también que de ese lapso, 1650 a 1750 precisamente, escasean las crónicas
o, por lo menos los documentos no son hasta hoy de dominio público.
Aclarado ello, nos atrevemos a conjeturar que el recuerdo
del Inti Raymi, si no su celebración secreta, jamás se perdió entre los indios.
En varios testimonios coloniales se lee que en cada desfile organizado por la
colectividad opresora, los propulsores de la redención nativa vestían las galas
de los Inkas, incluidas las insignias donde la imagen del Sol estaba presente,
como iluminando el camino de la vindicta. Ello ocurrió, por ,ejemplo, en 1747,
y sirvió para captar simpatías en el pueblo cuando el Movimiento de Liberación
Inka, posiblemente en contacto con Juan Santos Atahualpa, que conducía la lucha
antihispana en la Selva Central, proyectaba ya la rebelión en los Andes. Y es
bien sabido que los del linaje cuzqueño aristocrático solían usar imágenes del
Sol en las pecheras de sus vestiduras, tal como consta en la condena a muerte
de Túpac Amaru II 29b .
Como se sabe, el alzamiento de 1747 abortó por delación,
siendo liquidados sus principales mandos en
Lima y Huarochirí. Lo resaltante está en el hecho de que los
conjurados fueron cultores del Inti Raymi y que curiosamente fijaron el
Descendiente estallido de la rebelión para rebelión para junio de 1750.
Hablando de esos patriotas, una relación española
consignaría estos versos: "Pues estaba poseída (Lima)/ de los que sólo
supieron1 dando adoración al Sol/ acreditarse de ciegos / ... el día del
Bautista/ que a los Amancaes fueron/ lo que en secreto se hacia/ se deshizo en
secreto "30.
Y al respecto de las vinculaciones entre las fiestas del
Inti Raymi y Juan el Bautista viene al caso recomendar los escritos de Efraín
Morote Best 31.
No se sabe de mayor pervivencia, salvo por las referencias
documentales proporcionados por Roberto Levillier sobre la probable existencia
de un enclave incaiko en las fronteras peruano-boliviano-brasileña, el
enigmático reino del Gran Paytiti, donde nunca murió el culto al Sol ni
tampoco, en consecuencia, algún tipo de Inti Raymi. Tales Inkas, los que
poblaron Mozocc Allpa (Moxos) a finales del siglo XVI, terminarían integrándose
en las varias naciones selváticas de la región, donde el culto heliaco pervivió
siempre32.
Otro tanto ocurriría con los grupos presumiblemente inkaicos
que buscaron refugio en la Selva Central del Perú, aquellos que según numerosas
versiones franciscanas poblaron el legendario reino del Enim, donde pervivió el
culto del Sol33. Es posible que algunos radicales del tiempo de Túpac Amaru, en
especial los del altiplano, renovaran algo de la adoración al Sol y otros
cultos nativos; allí está para muestra el grito de Pedro Vilcapaza al momento
de ser descuartizado por los virreinales, el año 1782:"!Por este Sol,
aprended a morir como yo!"34.
En los Andes, a nivel popular, si no la fiesta al Sol por lo
menos su culto se mantuvo siempre latente, consciente e inconscientemente,
sobre todo en la celebración de los ritos agrarios. Hoy, redivivo el Inti
Raymi, aún podemos advertir rezagos helíacos en nuestras comunidades nativas.
Toca a los antropólogos ahondar en el asunto, porque es
posible que. se encuentre pervivencias destacables. Bastará citar al respecto
que en el distrito de Taurija, de la provincia de Pataz, existe una fiesta
donde tal se dice "Inti Runas" danzan en honor del Sol, entonando
melodías netamente autóctonas cuya data se desconoce, al compás de flautas
nativas de sonidos agudísimos.
Recordemos que Daniel Alomía Robles recogió manifestaciones
musicales de los "Hijos del Sol" y que Carlos Valderrama compuso su
"Intí Raymi" hace más de medio siglo. Creemos que el caso no es
excepcional. Andrés Avelino Cáceres, en plena guerra con Chile (1879-1884),
sería testigo y partícipe de comparaciones con el Sol en los departamentos de
Junin, Ayacucho y Apurímac36.
LA CEREMONIA Y LAS JERARQUIAS
En su calidad de Intip Churin o Hijo del Sol, correspondía
al Inka presidir la magna ceremonia andina. Pero no siempre el Inti Raymi
presidido por el emperador se realizaba en el Cuzco; la sede principal podía
ser cualquier otra ciudad del imperio, cuando llegado el tiempo de la
festividad ocurriese que allí estuviese de paso el Inka. Sin embargo, por más
que la sede provinciana pujase por celebrarla pomposamente, nunca podría
aventajar la fastuosidad de la que se verificaba en el Cuzco, donde en ausencia
del Inka la presidían el Inka Raptin o Regente y el Sumo Sacerdote o Intip
Yanan: "Cuando el rey andaba ocupado en las guerras, o visitando sus
reinos, hacía la fiesta donde le tocaba el día de la fiesta, mas no era con la
solemnidad que en el Cuzco, en donde tenía cuidado de hacerla el gobernador
Inca y el Sumo Sacerdote y los demás Incas de la sangre real"37
La selecta concurrencia con derecho a participar en el Inti
Raymi (nobleza cuzqueña y provinciana), acudía, en el caso citado de presidir
el Inka una fiesta paralela a la grande que se hacía en el Cuzco, a la que
fuese más cercana, a su lugar de origen o residencia. Así, si el Inka presidía
el Inti Raymi en Huánuco, los curacas de Chile concurrían a la fiesta del
Cuzco, mientras que los de Quito o Lambayeque se detenían en Huánuco.
En el resto del imperio, en cada pueblo grande donde también
se verificaba un Inti Raymi en pequeña escala , la conducción del mismo
correspondía a los gobernadores locales de segundo orden, pues los titulares
marchaban ala sede o sedes principales.
La concurrencia no era obligatoria, aunque los principales
del reino que asistían a la fiesta en parte se sentían obligados a hacerlo, por
disciplina, conveniencia y, fundamentalmente, porque disfrutaban y se sentían
honrados de participar en la exclusiva celebración. Era, además, una
peregrinación religiosa que realizaban por costumbre una suerte, también, de
día nacional, que invariablemente debía de honrarse.
Si algún invitado tenía impedimento material para asistir
por hallarse en alguna campaña militar, enfermo, demasiado anciano o en misión
oficial tenía cuidado de enviar un representante acreditado, por lo general un
hijo, hermano o familiar suyo.
Fuera de los curacas provincianos de todo el imperio, que
viajaban acompañados de algunos parientes, servidores y escolta, concurrían al
Inti Raymi todos los orejones, tocricos, gobernadores de suyos, hunu-curacas o
grandes caciques y hatun-huamincas, o jefes de las plazas militares, que eran
miembros de las panakas reales, en fin, todos, incluyendo los jefes orejones
del ejército, que tenían lugar preferente en la ceremonia.
También asistían numerosos sacerdotes de los varios cultos
permitidos en el imperio, de manera principal el supremo clero de Pachacámac,
que en el mundo andino era muy respetado. Parece lógico deducir que paralelo al
Inti Raymi principal, otro de contenido eminentemente sacro tendría lugar en
aquella sede costeña.
Refiriéndose a la concurrencia del Inti Raymi cuzqueño,
Garcilaso consignaría: "Hallábanse en él todos los capitanes principales
de guerra ya jubilados y los que no estaban ocupados en la milicia, y todos los
curacas soñores de vasallos de todo el imperio, no por precepto que les
obligase a ir a él, sino porque ellos holgaban de hallarse en la solemnidad de
tangran fiesta; que como contenían en sí la adoración de su dios el Sol, y la
veneración del Inka su rey, no quedaba nadie que no acudiese a ella. Y cuando
los curacas no podían ir por estar impedidos de vejez o de enfermedad o con
negocios graves en servício del rey,o por la mucha distancia del camino,
enviaban a ella los hijos o hermanos, acompañados de los más nobles de su
parentela, para que se hallasen en la fiesta en nombre de ellos. Hallábase en
ella el Inka en Persona, no siendo impedido en guerra forzosa o en visita del
reino"
Así, toda la nobleza del imperio se hacía presente en el
principal Inti Raymi. Pero, aclaremos, ni aún en la festividad se mezclaban los
orejones con los señores provincianos. Cada cual mantenía su lugar, conforme a
las estrictas diferencias en la jerarquía social.
Orejones y curacas no tenían igual participación en la
ceremonia, sino que cada grupo ocupaba una posición acorde con su grado de
nobleza. Por ejemplo, la entrada al Inti Cancha, al Templo del Sol, que luego
se llamaría impropiamente y en tiempo ya de dominio hispano, Coricancha 39a, estaba
reservada únicamente los orejones, desde que eran Hijos del Sol: "El Inca
y los de su sangre entraban dentro como hijos naturales y hacían su adoración a la imagen del Sol. Los curacas, como indignos
de tan alto lugar, porque no eran hijos, quedaban fuera en una gran plaza que
hoy está ante la puerta del templo". Algo semejante ocurría en el día
principal de los sacrificios: los orejones se congregaban en el Huaycapata y
los curacas, "porque no eran de la sangre real se ponían en otra plaza
apegada a la principal que llaman Cusipata"41.
Advirtiendo lo de la exclusividad, Molina el cuzqueño
apuntaría: "Hacían la fiesta sólo los Inkas"42, vale decir los
orejones o pakuyocs. Tal vez el cronista se refirió a las raleadamente
celebradas ya en tiempo de la conquista española, cuando destruida la frágil
unidad del imperio no hubo lugar para la concurrencia de curacas de otras
naciones aborígenes. Pero estos meramente asistían; no participaban, dado que
la festividad era propia de la nación de los Qosqo, los forjadores del estado
inkaico.
PRESENCIA DE LAS MUJERES
El mayor sabio colonial, el jesuita español Bernabé Cobo
anotaría un dato acaso más importante. La fiesta del Inti Raymi, escribió en su
enciclopédica obra, "hacían los Incas de sangre real y no entraban en ella
ni sus propias mujeres sino que quedaban fuera"43. Cierto, al parecer
hasta la Coya, las hermanas, esposas y concubinas de los orejones eran
prohibidas de tomar parte en la fiesta.
Pero habían otras mujeres presentes en ella, para el
servicio, para algunos ritos y para servir de obsequio en la ceremonia de dones
y contradones que era una de las formas con que se clausuraba la fiesta. Ellas
eran las mamaconas y acllas, éstas de los serrallos ya establecidos y las que
llegaban al Cuzco por primera vez llevadas por sus curacas o por los tocricoc.
PARTICIPACIÓN POPULAR
Pero no se crea que el campesinado hatunruna, el común del
pueblo, se excluía totalmente de la fiesta. Por el contrario, en toda la
periferia de la ciudad estaban presentes las masas campesinas y los servidores
yanas, siguiendo de lejos la fiesta de sus señores y celebrándola a su vez, a
su manera. Incluso, había días en que el Inka ordenaba repartir entre esa
muchedumbre raciones de la carne de los animales sacrificados en el Inti Raymi.
Además, ya lo hemos dicho, la participación popular se
manifestaba en las fiestas que en honor del dios Sol se celebraban
paralelamente en todos los pueblos del imperio. Estando prohibida al indio
común la movilidad de una a otra provincia, al Inti Raymi del Cuzco asistían
solamente los ayllus cuzqueños de los pueblos vecinos, y también los mitmas de
varias naciones y los yanas residentes en la capital imperial.
EL COLORIDO DE LA FIESTA
Digno de verse sería el colorido de los vestidos, atuendos y
plumajes diversos que lucían gentes de tantas naciones, pues cerca de trescientas
fueron las que integraron el Imperio de los Inkas. Sobresalían los trajes
guerreros, refulgentes de oro, plata y a veces de turquesas y esmeraldas.
Molina, el almagrista, anotaría que orejones y curacas, con sus respectivas
escoltas, se presentaban "muy ricamente vestidos, con mantas y camisetas
ricas de argentería y brazaletes y patenas en las cabezas, de oro fino y muy
relumbrantes"14. Bartolomé de las Casas, por su parte, referiría que los
asistentes "lucian muy finos vestidos con mantas y túnicas cuajadas de
plata con brazaletes y patenas del mismo metal y oro, ofreciendo un aspecto
deslumbrante". Contrastando con este colorido, el Inka aunque
impecablemente ataviado, aparecía en el Inti Raymi más serio, grave, con un
traje totalmente negro, visto que éste era el color más estimado, ya que ellos
decían que su pureza era incomparable. No por ello dejaría de llevar su
insignia real de oro, plumería, plata y piedras preciosas.
Con variopinto atavío, un impresionante espectáculo
ofrecerían a la vista las embajadas selváticas del Amarumayoc y Mozocc (Moxos),
Otavalos y Huancavilcas del Septentrión; ganaderos y pastores del Collao y el
Tucumán, los curacas del frígido Chiri (Chile) entre ellos los Guascos y
Coquimbos ; los reyezuelos de los Chimúes y Lambayeques; los respetados
sacerdotes de Pachacamac; exóticos jefes de los confines, como los de la
provincia de Chirihuañocc (Chiriguanos), Calchaquíes y Mofflones, aun los
bulliciosos Huancas, Chachapoyas y Cañaris, poco sinceros en sus
manifestaciones de adhesión a los Hijos del Sol. Allí también se presentaban
los Tallanes, los Chinchas y los Pacajes; Yauyos y Huacrachucos, Paltas y
Huamachucos; Chuis y Puquinas.
Diversos atavíos, conjunción de nacionalidades, costumbres y
usos diferentes, todos reunidos una sola vez al año, para honrar al dios
tutelar del vasto y complejo Tahuantinsuyo. Sitio especial tendría la Guardia
Imperial, impresionante con sus galas de guerra.
LA VISIÓN DE GARCILASO
Garcilaso anotaría, comentando el Inti Raymi: "Los curacas
venían con todas sus mayores galas e invenciones que podían haber. Unos traían
los vestidos chapados de oro y plata y guírnaldas de lo mismo en las cabezas
sobre sus tocados. Otros venían ni más ni menos que pintan a Hércules, vestida
de piel de león y la cabeza encajada en la del indio, porque se precian los
tales descender de un león. Otros venían de la manera que pintan los ángeles,
con grandes alas de un ave que llaman cuntur, blanca y negras. Otros traían
máscaras a costa de las más abominables figuras que pueden hacer y éstos son
los yungas. Entraban en la fiesta luciendo ademanes y visajes de locos, tontos
y simples. Para lo cual traían en las manos instrumentos apropiados, como
flautas, tamborines mal concertados, pedazos de pellejos con que se ayudaban
para sus tonterías.
"Otros curacas venían con otras diferentes invenciones
de sus blasones. Traía cada nación sus armas con que peleaban en las guerras.
Unos traían arcos y flechas. Otras lanzas, dardos, tiraderas, porras, hondas y
hachas de asta corta, para pelear con una mano, y otras de asta larga para
combatir a dos manos. Traían pintadas las hazañas que en servicio del Sol y de
los Incas habían hecho. Traían grandes atabales y trompetas, y muchos ministros
que los tocaban; en suma, cada nación venía lo mejor arreada y bien acompañada
que podía, procurando en su tanto aventajarse de sus vecinos y comarcanos, o de
todos si pudiese "46.
Los últimos párrafos de esa cita son por demás interesantes.
Se habla de pinturas que se exponían en el Inti Raymi; y también de
delegaciones de músicos, cantantes, actores y danzarines que llevaba cada una
de las naciones concurrentes. Las expresiones culturales andinas se
manifestarían a plenitud en la gran fiesta del Sol.
RIGUROSO AYUNO Y ABSTINENCIA
Presentes todos los concurrentes en el Cuzco, tres días
antes del fijado para la ceremonia principal con la que empezaba la fiesta,
iniciaban riguroso ayuno, alimentándose sólo con un poco de maíz blanco, agua
simple y un compuesto de yerbas que llamaban chuca, presumiblemente sagrada.
Durante esos tres días estaba absolutamente prohibido encender fuego alguno, en
toda la ciudad, y tanto curacas como orejones se abstenían de todo contacto
sexual.
Mientras los hombres ayunaban, las mamaconas y acllas iban
preparando los manjares y bebidas que luego consumirían sus señores. En esta
ocasión se preparaba pan de maíz, el zanco, que los antiguos peruanos comían
sólo dos veces al año, y también la cancha, la chicha y viandas simbólicas.
Supervisaban esta labor un grupo de sacerdotes, los que asimismo iban
escogiendo los animales que habrían de ser sacrificados.
Garcilaso relata con lujo de detalles esos aprestos:
"La noche antes de la fiesta, los sacerdotes inkas, diputados para el
sacrificio, entendían en apercibir los (auquénidos) que se habrían de
sacrificar y las demás ofrendas de comida y bebida que al Sol habían de
ofrecer. Todo lo cual se prevenía, sabida la gente que a la fiesta había venido
porque de las ofrendas habían de alcanzar todas las naciones, no solamente los
curacas y los embaladores, sino también los parientes, vasallos y criados de
todos ellos. Las mujeres del Sol entendían aquella noche en hacer grandísima
cantidad de una masa de maíz que llaman zanco, hacían panecillos redondos del
tamaño de una manzana común; y es de advertir que estos indios no comían nunca
su trigo amasado y hecho pan sino en esta fiesta y en otras que llamaban Citua
y no comían este pan a toda la comida sino a dos o tres bocados al principio,
que de su comida ordinaria en lugar de pan es la Zara tostada o cocida en
grano. La harina para que este pan principalmente lo que el Inka y los de su
sangre real habían de comer, la molían y amasaban las vírgenes escogidas,
mujeres del Sol y éstas mismas guisaban toda la demás vianda de aquella fiesta,
porque el banquete más parecía que lo hacía el Sol a sus hijos, que sus hijos a
él; y por tanto guisaban las vírgenes, como mujeres que eran del Sol, Para la
demás gente común amasaban el pan y guisaban otra infinidad de mujeres
diputadas para esto. Empero el pan, aunque era para la comunidad, se hacían con
atención y cuidado de que a lo menos la harina la tuviesen hecha doncellas,
porque ese pan lo tenían por cosa sagrada, no permitiendo comerse entre año,
sino sólo en esta festividad, que era fiesta de sus fiestas"47.
DIVERSOS ESCENARIOS
En lo que respecta al escenario del Inti Raymi, se entiende
que no se celebraba sólo en el centro de la ciudad, sino con peregrinaciones a
varios sitios cercanos donde podía residir el Inka inclusive varios días.
Por Garcilaso sabemos que la ceremonia inaugural se llevaba
a cabo con los orejones en la enorme plaza de Huacaypata47ª y los curacas
provincianos en la de Cusipata. Pero Betanzos, cronista que escribió mucho
antes que el mestizo y que estuvo ligado por matrimonio con una princesa
inkaica, amén de que fue eximio quechuista, dice que la fiesta -no explica si
toda o parte de ella- tenía lugar en Rimacpampa, plaza de la periferia:
"La cual fiesta mandó (Pachacuti) que se hiciese en la plaza de ahora es el
(hospital), que es a la salida de esta ciudad, do llaman Rimacpampa, a la cual
habían de salir vestidos los señores de la ciudad de una camisetas coloradas
que les daba hasta los pies, en la fiesta en la cual mandó que se hiciesen
grandes sacrificios a los ídolos, donde se les quemase y sacrificase muchos
ganados, comidas y ropa y en las tales huacas ofrecidas muchas joyas de oro y
plata"48. De lo último se infiere que Rimacpampa era un lugar sagrado,
donde existían huacas.
Al parecer, según datos de Molina el cuzqueño y Cobo, luego
de inaugurar la fiesta en el centro de la capital, el Inka trasladaba su
residencia a Manturcalla o Matucalla. El jesuita relataría que "hacian
está fiesta y sacrificio en el cerro de Manturcalla, al cual iba el Inka y
asistía hasta que acababa, bebiendo y holgándose"49. Agregando Molina que
"estaba el Inka allí, en Matucalla, hasta que se acababa el mes y acabado
dicho tiempo se venía el Inka a la plaza que está delante de la plaza del Cuzco
llamada Aucaypatá"50. Es posible que el Inka peregrinara a la huaca
Cunturpampa; Cobo refiere que en ese asiento "descansaba el Inka cuando
iba a la fiesta del Raymi"51.
Desde su provisional sede salía el Inka a presidir
diariamente en varios sitios las ceremonias, y atendía en medio de ello todo lo
relacionado a su gobierno: "El Inka tenía su tienda en un cercado, con una
silla y escaño muy tico .. y al entonar (los cantos), levantábase con gran
autoridad y poníase en el principio de todos, y era el primero que gozaba el
canto y como él hacían todos y ya que había estado un poco, volvíase a su silla
y allí se estaba negociando con los que venían a él, y algunas veces de rato en
rato, iba a su coro y estaba un poco y luego se tornaba"52 . La gran
tienda del Inka era levantada ex-profeso, con toda la categoría propia de su
autoridad. Bartolomé de Las Casas consignaría que "tenia su tienda
primorosamente adornada dentro como de cercado, con su escaño de oro"53; y
sin duda con banderas y plumerías.
EL INKA COMO SUMO SACERDOTE
Siendo el Inti Raymi una festividad fundamentalmente
religiosa, el Inka, como Hijo del Sol, fungía de Sumo Sacerdote en las
ceremonias inaugurales, y a veces a lo largo de todas las demás: "Hacia el
rey las primeras como Sumo Sacerdote, que aunque había siempre Sumo Sacerdote
de la misma sangre, porque lo había de ser hermano o tío del Inka, de los
legítimos de padre y madre, en esta ceremonia, por ser particular del Sol,
hacía las ceremonias el mismo rey, como hijo primogénito de ese Sol, a quien
primero y principalmente tocaba solemnizar la fiesta"55
El día inaugural de la ceremonia, muy de madrugada salía el
Inka de su palacio camino de la plaza de Haucaypata, "con un cortejo de
más de trescientos orejones, a los cuales no se allegaba otro que no fuese de
su sangre. De este concurso hacíanse dos coros, que cantaban tanto a una como a
la otra parte"55.
Toldos donde se alojaban los demás concurrentes, ubicados en
líneas paralelas, hacían calle al paso de la comitiva.
Llegado a un lugar prefijado, el Inka se descalzaba, fijando
luego sus ojos en dirección al oriente, como aguardando con viva ansiedad la
aparición del dios que se aprestaba a venerar.
Todos los demás señores, los orejones en el Haucaypata y los
curacas provincianos y los yanacuracas en el Cusipata, imitaban ese gesto,
cesando absolutamente los cánticos y reinando en el ambiente un silencio
impresionante.
Transcurría así un tiempo y al despuntar el astro rey, los
concurrentes, de consuno, se colocaban en cuclillas, esto es sentados sobre las
plantas de sus pies, empezando a entonar acompasados cánticos que iban subiendo
de tono conforme se hacía más nítida la luminosidad que anunciaba la presencia
del dios al cual saludaban como queriéndole abrazar y besar.
Hablando de ello, Molina el almagrista dejaría el siguiente
testimonio: "estaban callando y esperando a que saliese el Sol, y aún no
había salido cuando comenzaban ellos a entonar con gran orden y concierto
encanto, entonándole con menear cada uno de ellos un pie, como cantores del
canto de órgano, y como el Sol iba saliendo, más alto entonaban su
canto"56
Lo repetiría Bartolomé de Las Casas: "Todos estaban
allí muy callados, esperando que saliese el Sol, y así en cuanto éste apuntaba
los coros comenzaban a entonar con mucho concierto y orden un canto a media voz
meneando cada uno de ellos un pie a manera de compás. A medida que se levantaba
el Sol, su canto era más alto y más alto. El Inka lo dirigía con su propia
voz"57.
Garcilaso se explayaría en detalles, ofreciendo la versión
más valiosa: "Esperaban a que saliese el Sol estaban todos descalzados y
con grande atención mirando al Oríente y en asomando el Sol se ponían todos de
cuclillas (que entre estos indios es tanto como ponerse de rodillas) para
adorarle, y con los brazos abiertos y las manos alzadas y puestas en derecho
del rostro dando besos al aire (que es lo mismo que en Epaña besar su propia
mano, o la ropa del príncipe cuando le reverenciaban) le adoraban con
grandísimo afecto,en reconocimiento de tenerle por su dios y padre natural. Los
curacas.. hacían al Sol la misma adoración que los Inkas"58
Aproximadamente a media mañana, el Inka se ponía de pie,
quedando los demás en cuclillas. Entonces tomaba dos grandes vasos de oro,
llamados aquillas, colmados de una chicha especialmente Fermentada: "Hacia
esta ceremonia como primogénito, en nombre de su padre el Sol y con el vaso de
la mano derecha le convidaba a beber, que era lo que el Sol había de hacer,
convidando el Inka a todos sus parientes; porque esto de darse de beber unos a
otros era la mayor y la mas ordinaria demostración que ellos tenían del
beneplácito del superior para con el inferior y de la amistad de un amigo con
el otro. Hecho el convite de beber,.derramaba el vaso de la mano derecha, que
era dedicado al Sol, en un tinajón de oro y del tinajón salía a un caño de muy
hermosa cantería que desde la plaza mayor iba hasta la casa del Sol, como
(demostrando) que él se lo hubiese bebido. Y del vaso de la mano izquierda
tomaba el Inka un trago, que era su parte y luego se repartía lo demás por los
demás Inkas, dando a cada uno un poco en un vaso de oro o plata que para lo
recibir tenía apercibido y de poco en poco recibían el vaso principal que el
Inka había tenido, para que en aquel licor primero, santificado por mano del
Sol, o del Inka, o de ambos a dos, comunicase su virtud al que fuese echado. De
esta bebida bebían todos los de la sangre real cada uno un trago. A los demás
curacas que estaban en la otra pla.Za deban a beber del mismo brebaje que las
mujeres del Sol habían hecho, pero no de la santificada, que era solamente para
los Inkas"
Entretanto, no cesaban ni un momento los selectos cánticos
al dios, entonados con singular solemnidad para resonar estruendosamente a
mediodía, que era cuando la luz solar se hallaban en su apogeo: "se
estaban cantando desde que salía el Sol hasta que se encubría del todo, y como
hasta el mediodía el Sol iba saliendo, ellos iban acrecentando, las
voces"60 . Y cuando el Sol había llegado al mediodía, las voces
"hacían gran estruendo... (resultando) perfecta la correspondencia entre
el canto y el camino que seguía el Sol"61.
ADORACIÓN EN EL CORICANCHA
Mientras tanto, tras los brindis, una selecta comitiva de
orejones encabezada por el propio Inka, se trasladaba ceremoniosamente al
Inticancha o Coricancha. Doscientos pasos antes de llegar al templo los
orejones se descalzaban, con excepción del Inka, que sólo se quitaba las ojotas
en la misma puerta de aquél. Penetraba luego en el sagrado recinto y adoraba la
imagen del dios Sol, posiblemente aquella misma que los españoles fundirían
luego para repartírsela como botín o tal vez aquella del dios Punchao, que
Manco Inca salvaría llevándosela a Vilcabamba. Los orejones entraban detrás del
rey, imitándole en la adoración.
No tenían parte en esa adoración los curacas, que seguían la
peregrinación detrás de los orejones, pues la entrada al templo del Sol les
estaba absolutamente prohibida, por no ser hijos del dios, según ya dijimos.
Acabada la adoración marchaban todos al lugar destinado a
los sacrificios. Antes, en la puerta del Inticancha, los curacas cumplían con
entregar a los sacerdotes solares primorosas figuras de oro y plata, que se
almacenaban en el interior del templo: "Los sacerdotes, habiendo recibido
los vasos de los curacas, los cuales llegaban por su antigüedad, como habían
sido reducidos al imperio, y daban sus vasos y otras cosas de oro Y plata que
para presentar al Sol habían traído de sus tierras, como ovejas, corderos,
lagartijas, sapos, culebras, zorras, tigres y leones y mucha variedad de aves.
En fin, de lo que más abundancia había en sus provincias, todo contrahecho al
natural en plata y oro, aunque en pequeña cantidad cada cosa"62
Una fabulosa riqueza se fue concentrando así en el
Inticancha, sin imaginarse los inkaicos que toda ella caería en poder de
invasores extranjeros en noviembre de 1533.
Tales eran los dones que en calidad de tributo entregaban
los curacas de todo el imperio. El Inka, a su vez, retribuía esas gracias por
medio de contradones, durante las ceremonias postreras del Intí Raymi.
LOS SACRIFICIOS
Respecto a los sacrificios, Guaman Poma de Ayala ofrece una
versión singular: "sacrificaban al Sol y (entregaban) al sacrificio,
llamado capacocha, que enterraban a los niños inocentes, quinientos...
quinientos niños, inocentes, y niñas, los enterraban, parados, vivos con sus
vajillas de oroyp1ata ". Pero no dice que este rito tuviera lugar en el
Inti Raymi; en realidad era práctica religiosa en ciertas contingencias y de la
cual existe abundante testimonio de informantes indios, mestizos y españoles
del siglo XVI.
Diversos cronistas señalaron que en el día inaugural de la
fiesta eran sacrificados cien auquénidos (carneros le decían los españoles);
pero sólo Molina el cuzqueño citó el nombre de los sitios donde se levantaban
las aras respectivas. Varios también consignaron que en torno a un árbol
cercano, seguramente propiciatorio, se abrían pozos donde eran arrojadas las
carnes de los animales sacrificados, para ser asadas y repartidas luego entre
las gentes del pueblo que se congregaban alrededor.
Garcilaso aclara que los animales sacrificados el primer día
servía para ver en sus restos los agüeros. Polo de Ondegardo referiría con
laconismo que se "sacrificaban cien carneros guanacos"64; Calancha lo
copiaría: "cien carneros"65 ; y también Murúa: "sacrificaban
cien carneros guanacos"66. Cabello Valboa ofrecería un dato adicional:
"sacrificaban cien carneros de los monteses y cerreros"67; Cobo sería
algo más explícito: "El primer día se ofrecián cien carneros pardos del
ganado del SoL ofrecianle a las estatuas de parte de los Inkas treinta
carneros; diez a la del Viracocba; otros diez a la del Sol y otros diez a la
del Trueno"68.
Bartolomé de Las Casas hablaría del reparto de carnes que se
hacía al hatunruna: "En el curso de la fiesta se hacían las ofrendas y
sacrificios y en una parte del llano, cerca de un árbol, se hacía una gran
fogata donde era arrejada la carne de los animales sacrificados; y, en otra
parte próxima, el Inka echaba al pueblo muchas presas de ella para que la gente
común que por allí estaba se las disputase, en medio de gran pugna y
júbilo"69.
El famoso obispo tomaría esos datos de Molina el almagrista:
"en todo este tiempo le hadan (al Sol) grandes ofrecimientos; en una
parte, en un terraplén donde estaba un árbol, estaban indios que en un gran
fuego no hacían sino echar carnes y quemarlas allí y consumirlas en el fuego; y
en una mandaba el Inka echar cantidad de ovejas a los indios comunes y pobres a
la rebatiña (para que se la arrebataran a porfía, los unos a los otros) lo cual
era cosa de gran pasatiempo"70.
El otro Molina, el cuzqueño, dejaría una relación más
completa, pero refiriéndose a los sacrificios que se realizaban no sólo en el
día inaugural, sino durante toda la fiesta: "Sacrificábanse en este mes
(recordemos que algunos cronistas dicen que el Inti Raymi no duraba más de
nueve días) gran cantidad de carneros (léase auquénidos) de todos colores,
llamados los unos huacarpaña, que eran blancos y lanudos; otros pocos llamados
paucarpaco, que eran hembras bermejas y lanudas; y otros pacos llamados oquepaco
y otros carneros grandes llamados chumpipaco, que era color de ellos casi
konados, y otros carneros llamados yanallama, que eran negros y lanudos. Y
asimismo sacrificaban en este tiempo carneros de los mismos colores, el cual
sacrificio hacian por el orden siguiente. iban al Coricancha por la mañana, a
mediodía y a la noche, llevando los carneros que se habían de sacrificar aquel
día, los cuales traían alrededor de los ídolos y huacas llamados Punchao Inti,
que eran el Sol y Pachayachachi, que era otro ídolo, figura de hombre que
quiere decir el dicho vocablo, Hacedor; y otro
ídolo llamado Chuquilla Illapa, que era la huaca del relámpa go, trueno o rayo, la cual huaca era en
forma de persona, aunque no le veían el rostro. Además tenía el llauto de oro
que y orejas de oro y medalla de oro que llaman canipo,y la ropa doblada allí
junto de él, las cuales huacas estaban puestas en un escano y
los carneros vivos daban vueltas alrededor de
ellas"70ª!. El cronista Cabello Valboa al anotar que en el Inti Raymi se sacrificaban
"cien carneros de los monteses y cerreros", presumiblemente hizo
referencia a vicuñas y guanacos.
LAS ORACIONES PROPICIATORIAS
El día del Inti Raymi se rogaba al Sol por la salud del
imperio y de sus hijos: "El Inka, como supremo sacerdote de aquel día y
quienes lo secundaban exclamaban:" ¡0h Hacedor, Sol y Trueno, sed siempre
mozos, no envejezcáis; todas las cosas estén en paz, multipliquen las gentes y
haya comidas y todas las demás cosas vayan siempre en aumento"; las cuales
cosas decian al Hacedor. Y al Sol le decían que él siempre fuese mozo, y que
saliese alumbrando y resplandeciendo, no reconociéndolo por Hacedor sino por
hechura del Hacedor. Y al Trueno y Relámpago diciendo que lloviesen para que
hubiese comidas; también conociendo que tronando y relampagueando llovia por
mandato del Hacedor. Y luego por la mañana enviaban un carnero a Huanacauri que
era la huaca princípal. en donde le ataban y quemaban los tarpuntaes, que eran
los que
tenían a cargo dar de comer a las huacas; y mientras lo
quemaban al salir el Sol por la mañana, iban muchos Incas y curacas arrancando
la lana del dicho carnero. Antes de que le quemasen andaban dando voces
alrededor del sacrificio, con la lana de las manos, diciendo: " Oh
Hacedor, Sol y Trueno, sed siempre mozos y multipliquen la gente y estén
siempre en paz".
"Y a mediodía, por la misma orden quemaban otro carnero
en Coricancha, en el patio de la dicha Casa del Sol... Y al entrar del Sol,
llevaban otro al cerro Aspirani, porque sobre él se pone el Sol, el cual
sacrificaban por la misma orden... Y asimismo en cada un día de los de este mes
iban a quemar a los carneros y lo demás a los lugares siguientes: a un cerro
llamado Sucanca y a otro llamado Omotqyanacaury, y a otro llamado Capac Vilca
que está a tres leguas de Huanacauri y a otro llamado Queros Huanacauri, y a
otro llamado Rontocca que está en los Quisguares; y a otro cerro llamado
Collapata, que está en Pumacancha, catorce leguas de esta ciudad; y en un llano
llamado Yanayana;y en otro cerro llamado Cuti que está
en la puna de Pumacancha; Y así caminando iban otro día a
Vílcanota, que es veinte y sis leguas del Cuzco. La razón porque seguían en
este mes este camino era porque dicen nace el Sol en aquella parte; y así
venían prosíguiendo el dicho sacrificio y en un llano que está junto a
Rurucache hacían el mismo sacrificio, y en otro cerro llamado Sunto, junto a
Sihuana, en Cacha; y en otro cerro llamado Yacalla Huaca; y en otro llamado
Virauma, en Quiquijana, en el llano de ella; y en Mollebamba hacían lo mismo;y
en Urcos, en un cerro llamado Urcos Viracocha, hacían lo mismo; y en
Atahuaylla, en un llano que allí estaba, quemaban otro; y junto a Atahuaylla,
en otro llamado Pati, hacían lo propio; Y en otro llamado Acahuara hacían lo
mismo. Y en Quísipicancha, en un cerro que está allí hacían lo mísmo; e iban
los tarpuntaes por un camino y volvían Por otro"71.
Los datos de Molina parecieran confirmar nuestro aserto de
que el Inti Raymi se celebraba también en las demás provincias; no es dable
pensar que el Inka peregrinase por todas las citadas, aunque sí tal vez
tarpuntaes y otros agoreros que salían del Cuzco para el efecto.
LOS AGÜEROS
La versión de Garcilaso incide en la importancia que tenían
los sacrificios del primer día para los agüeros. El detalle curioso es que los
animales eran colocados en los altares mirando hacia el oriente, como para que
el Sol observase los sacrificios. En esta parte de sus Comentarios, el mestizo
citaría aquello del vestido negro que solía llevar el Inka en ciertos momentos:
"Venían los sacerdotes Inkas con gran suma de corderos,
ovejas machorras y carneros de todos colores, porque el ganado natural de
aquella tierra es de todos los colores como los caballos de España. Todo este
ganado era del Sol. Tomaban un cordero negro, que este color fue entre estos
indios antepuesto a los demás por mayor deídad, porque decían que la res prieta
era en todo prieta, y que la blanca, aunque lo fuese en todo su cuerpo, siempre
tenía el hocico prieto, lo cual era defecto, y por tanto era tenido en menos
que la prieta. Y por esta razón los reyes lo más del tiempo vestían de negro, y
el de luto de ellos era el vellorí, color pardo que llaman. Este primer
sacrificio del cordero prieto era para catar los agüeros y pronósticos de su
fiesta. Porque todas las cosas que hacían de importancia, así para la paz como
la guerra, casi siempre sacrificaban un cordero para mirar y certificarse por
el corazón y pulmones sí era adepto al Sol, esto es, si había de ser feliz o no
aquella jornada o guerra, si habían de tener buena cosecha de frutos aquel año.
Para unas cosas tomaban sus agüeros en un cordero para otras en un carnero,
para otras en una oveja estéril, que cuando se dijere oveja, siempre se ha de
entender estéril, porque las parideras nunca las mataban, ni aún para su comer,
sino cuando ya eran inútiles para criar. Tomaban el cordero o carnero y
poníanle hacía el oriente; no ataban las manos ni los pies, sino que lo tenían
asido tres o cuatro índios; abríanle vivo por el costado izquierdo; por do metían
la mano y sacaban el corazón por los pulmones y todo el gasgorro, arrancándolo
con la mano y no cortándolo, y había de salir entero desde el paladar. Tenían
por felícisimo agüero si los pulmones salían palpitando, no acabados de morir
como ellos decían; y haciendo este buen agüero aunque hubiese otros en contra
no hacían caso de ello agüero aunque hubiese otro de ellos. Porque decían que
la bondad de este dichoso agüero vencía a la maldad y desdicha de todos los
malos. Sacada la asadura, lo hinchaban de un soplo y guardaban el aire dentro,
atando el cañón de la asadura y apretando con las manos y luego miraban las
vías por donde el aire entra en los pulmones y las venillas que hay por ellos,
a ver si . estaban muy hinchadas o poco llenas de aire, porque cuanto más
hinchados tanto más feliz era el agüero...Tenían por infelicísimo agüero si la
res, mientras le abrían el costado, se levantaba en pie, venciendo de fuerza a
los que la tenían asida. Asimismo era mala señal si al arrancar del cañón la
asadura se quebraba y no salía toda entera. También era mal pronóstico que los
pulmones saliesen rotos, o el corazón lastimado y otras cosas... Si del
sacrificio del cordero no salía próspero, y si tampoco salía dichoso, hacían
otro de la oveja machorra, y cuando éste salía infeliz no dejaban de hacer la
fiesta, más era con tristeza y llanto interior diciendo que el Sol, su padre,
estaba enejado con ellos por algunas faltas o desventura que sin advertirlo
hubiesen cometido en un servicio. Temían crueles guerras, esterilidad de los
frutos, muerte de su ganados y otros males semejantes; empero cuando los
agüeros pronosticaban felicidad era grandísimo el regocijo que en festejar su
pascua traían, por las esperanzas de los bienes venideros"72
Aclara el cronista que luego del sacrificio de los animales
destinados a los agüeros, se sacrificaba gran cantidad de auquénidos, cuya
sangre y corazones ofrecían al Sol, quemando el resto de los cuerpos hasta que
se convertía en .ceniza. A éstos del sacrificio común no se les abría vivos por
el costado como a los primeros, sino que simplemente los degollaban. En un
tercer y último sacrificio del primer día se mataban los animales destinados a
servir de alimento.
EL FUEGO SAGRADO
Las hogueras tendrían que arder con ayuda directa del dios y
para efecto el Sumo Sacerdote utilizaba una gran chipana o brazalete cóncavo de
oro muy bruñido, a fin de concentrar los rayos del Sol y provocar fuego en paja
muy seca o en algodón: "El fuego para aquel sacrificio había de ser nuevo,
dado de la mano del Sol, como ellos decían. Para el cual tomaban un brazalete
grande que llamaban chipana, a semejanza de otros que comúnmente traían los
Inkas en la muñeca izquierda, el cual tenía el Sumo Sacerdote; era grande más
que los comunes, tenía por medalla un vaso cóncavo, como media naranja, muy
bruñido. Poníanlo contra el Sol, y a un cierto punto donde los rayos que del
vaso salían daban en junto, ponían un poco de algodón muy carmenado que no
yesca, el cual se encendía en breve espacio porque es cosa natural. Con este
fuego, dado así de mano del Sol, se quemaba el sacrificio y se asaba toda la
carne de aquel día"73.
El fuego así captado se conducía el Inticancha y al
principal acllahuasi, encargándose a sacerdotes y mamaconas cuidar de
mantenerlo siempre vivo, durante todo un año, para su tiempo ser recambiado por
el que o se encenderían en el siguiente Inti Raymi. Si ese fuego se apagaba era
tomado como mal agüero.
Pero no siempre en la fecha señalada para la fiesta brillaba
el Sol; y en ese caso el fuego se preparaba con la fricción de uyacas: "Si
la víspera de la fiesta, que era cuando se apercibía lo necesario para el
sacrificio del día siguiente, no hacía sol para sacar el fuego nuevo, lo
sacaban con dos palillos rollizos, dejados como el dedo merguerite (meñique)y
largos de media vara, barrenando uno con otro; los palillos son de color
canela, llaman uyaca así a los palillos como el sacar el fuego... Tenían por
mal agüero sacar el fuego para el sacrificio de la fiesta con aquel
instrumento. Decían que pues se lo negaba el Sol de su mano, estaba enajenado
de ellos"74.
LOS BRINDIS RITUALES
En el primer día del Inti Raymi, las hogueras ardían
solamente en las plazas de Haucaypata y Cusipata, destinándose las carnes de
los animales sacrificados sólo por orejones y curacas. Aparte de ese alimento y
seguramente cesando durante un tiempo los cánticos o turnándose en entonarlos
se consumía el zanco, "primer plato de su gran fiesta y banquete
solemne"75. Luego se comían los otros manjares y sólo después la chicha. Desde
su trono de oro el Inca comisionaba a sus parientes más cercanos del Hanan y
Hurin Cuzco para que repartiesen la chicha entre toda la concurrencia,
respetando jerarquías.
Garcilaso expone claramente que los mandos del ejército
tenían la preferencia, porque por sobre todas las virtudes se honraba la
valentía: "Convidaban primero a los capitanes que habían sido valerosos en
la guerra, que estos tales aunque no fuesen señores de vasallos, eran por su
valerosidad preferidos"76-Este texto, por cierto, bien dejar ver que en la
ceremonia se incluía a los yanas-capitanes, esos altos jefes de las huestes
imperiales que, pese a ser de extracción popular y estar adscritos al Inka en
calidad de posesión, eran respetados por su valentía. La milicia fue, sin duda,
actividad preponderante en el imperio y este detalle, al paso, nos lo
demuestra76ª .
Como todas las antiguas culturas de la humanidad, los
brindis solían ser abundantes en las festividades, por solemne que éstas
fuesen. Pero jamás se rompían las escalas sociales, porque todas aquellas
sociedades fueron marcadamente clasistas.
Así, en los saludos con chicha a los curacas, el Inka se
cuidaba de conceder preeminencia a los nobles de los Qosqos, aquellos que
dirigían el gran territorio base del imperio, la franja enmarcada por los ríos
Apurímac y Paucartambo, con el Vilcamayo-Urubamba al centro, como eje.
Muchas de esas pequeñas naciones habían sido incluso
reconocidas como "Inkas", por los propios emperadores andinos. Ello
explica el por qué sus jefes recibían la distinción apuntada: "mandaba el
rey Inka convidara beber a los curacas de la redondez del Cuzco, que eran todos
los que el primer Inka Manco Cápac redujo a su servicio; los cuales por el
privilegio tan favorable que aquel príncipe les dio del nombre Inka, eran
tenidos por tales y estimados en el primer grado después de los Inkas de la
sangre real, y preferidos a todas las demás naciones"77
Los orejones que llevaban la bebida cumplían ritualmente con
pronunciar una especial invitación ante algunos convidados: "El Sapa Inka
me envía a convidarte a beber, y yo vengo en su nombre a beber contigo"78.
Esta deferencia se practicaba sólo con aquellos curacas que merecían gracia; al
resto simplemente' se les ofrecía el vaso de chicha.
Algunos curacas, los más importantes y aquellos a los que el
Inka había tenido a bien congratular, pasaban del Cusipata al Haucaypata, un
breve momento, para brindar con los orejones.
Tras esa ceremonia se daba paso el espectáculo de música,
taquíes, danzas y bailes de los más diversos, verdadera fiesta multinacional
donde estaban representadas todas las provincias del vasto imperio.
EL AVANCE DEL SOL
Los coros religiosos, que actuaban seguramente de forma
paralela, en procesiones, aminoraban después del mediodía el tono de sus
cánticos, según nos cuenta Molina el almagrista: Ve mediodía abajo los iban
menguando, teniendo gran cuenta con lo que el sol caminaba". Las
procesiones, en consecuencia, caminarían de Oriente a Occidente.
Es posible que parte del clero, que lógicamente las dirigía,
no participase directamente en la fiesta que al mismo tiempo tenía lugar en las
plazas de Haucaypata y Cusipata.
Bartolomé de Las Casas menciona que "cuando el Sol
había llegado al mediodía, las voces hacían gran estruendo, e iba enseguida
bajando a medida que el Sol descendía. Era, pues, perfecta la correspondencia
entre el canto y el camino que seguía el SoL...Al atardecer, el canto hacíase
lento y triste, con voces cada vez más débiles, hasta que cesaban con el último
resplandor solar, lo cual coincidía con las expresiones de humildad y
acatamiento que eran las continuas reverencias que todos le hacían"80.
Cabe suponer que la fiesta cesaba un poco antes de terminar
la tarde, cuando todos, orejones y curacas, se sumaban a los sacerdotes en los
cantos de despedida al dios: "cuando a la tarde el Sol se quería cubrir,
ellos, en el canto y en sus personas, mostraban gran tristeza por su ausencia y
enflaquecían de industria mucho las voces ya cuando de todo se entraba el Sol
que se desaparecía de la vista de ellos, hacían una gran admiración, y puestas
las manos, le adoraban con profundísima humildad y alzaban luego todo el
aparato de la fiesta y se quitaba la toldería y cada uno se iba a su casa y
tornaban aquellos bultos (momias, ídolos) y reliquias a sus casas y
adoratorios; y así, por la misma orden, venían ocho o nueve días".
A diferencia de Molina y Garcilaso, varios cronistas,
repetimos, dirían que el Inti Raymi, en escala menor, se prolongaba
aproximadamente un mes, con repetición diaria de algunas ceremonias y ritos,
como la adoración al Sol, los coros sacros, el sacrificio de auquénidos y
danzas por las tardes.
LAS DANZAS Y OTRAS CEREMONIAS
Aparte de las citadas, había otras ceremonias durante el
Inti RaymÍ. Citaremos primeramente la singular procesión de ídolos de madera.
Al respecto, Polo de Ondegardo refiere que "en este mes se hadan gran suma
de estatuas de leña labrada quishuar, todas vestidas de ropas ricas"82.
Calancha diría lo mismo: "hacían gran suma de estatuas de madera y las
vestían con ropas ricas"83. Cabello no sería tan breve: "hacían en este
mes gran suma de estatuas de madera y aunque toscamente labradas, vestían las
muy galanas a su modo, así de hábito de hombre como de mujer y en torno de ella
derramaban muchas Flores"84.
Cobo añadiría que tal se hacía en el cerro de Manturcalla,
"de leña de quishuar, labrada"85. Estos ídolos se mantenían allí
desde el principio hasta el final del Inti Raymi, en que se consumían en una
gran hoguera, alrededor de la cual la muchedumbre bailaba el cayo, una danza
ritual que luego se proseguía en otros varios sitios donde se hacían también
los últimos sacrificios.
Murúa relata que "se labraban mucho número de estatuas
de leña de quishuar, y las vestían de ropa y las vestiduras ricas, y con ellas
ordenaban el baile dicho cayo y derramaban flores en gran cantidad por el
camino, y los indios venían embijados y los señores con unas patenillas de oro
puesta en las barbas85ª y cantando"86. Esto último parecía indicar que en
el, cayo participaban no sólo orejones y curacas, sino también parte del
hatunruna, aunque seguramente algo distanciado y nunca mezclándose con los
señores. En realidad, Murúa en esto repite a Polo, quien cuenta que "se
hacía el baile que llamaban cayo". describiendo casi lo mismo que acabamos
de leer 87.
Calancha, al igual que Murúa, no haría otra cosa que copiar
al famoso licenciado, siempre tan informado en torno a la vida inkaica.
Cabello, por su parte, anotaría: "venían los
principales indios muy compuestos, y bailaban con mucho concierto ciertos
bailes que llamaban cayo"89 Y Bernabé Cobo consignaría algunos datos
complementarios: "Despues de concluida toda la cantidad de sacrificios
para empezar el baile llamado cayo, se dividían todos los indios y la mitad
quedaba allí bailando y bebiendo; y la otra mitad iba a Chuquicancha y parte a Paucarcancha,
en los cuales cerros repartían otros seis aporucos (carneros viejos) que eran
sacrficados con la misma solemnidad"90.
Elemento importante en esa danza así como en otros momentos
del Inti Raymi era el tatuaje; diversos signos, generalmente color rojo oscuro,
cubrían los rostros de los participantes91.
LAS HUAYLLINAS
Aparte del cayo postrero, en las faldas del Manturcalla se
celebrarían a diario otros taquíes, principalmente el de las huayllinas, que
presidía el propio rey: "E iba el Inka con todos los señores a Matucalla,
y allí estaba bebiendo y holgándose, y haciendo sus borracheras y taqui, y este
taqui llamaban huayl1ina, el cual dicho baile hacían cuatro veces el
día"92. A estas huayllinas concurrían las vírgenes mamaconas y acllas de
las diversas divinidades y del Sol en especial: "Hacían estas fiestas sólo
los Inkasy daban de beber a los que hacían las fiestas las mamaconas, mujeres
del Sol, y no entraban las propias a donde éstas estaban, sino quedábanse
fuera"93
Las vírgenes solares cumplían con un rito singular, haciendo
a la propia deidad partícipe de la fiesta: "Desde temprano habían salido
de la ciudad doscientas muchachas llevando cada una un cántaro nuevo lleno de
akja (chicha), bien cerrado con su tapadera que sólo habrían en el momento de
ofrecer el líquido al Sol, junto con una cestilla de coca, lo cual hacían por
grupos de cinco en cinco"94.
Conforme explica Molina el cuzqueño, la huayllina era una
baile eminentemente sacro,: "Y hacían el dicho taqui llamado huayllina y
en él adoraban al Hacedor"95; y "todos los vasos en que comían y
bebian,y la cantarería en que se aderezaba la comida todo era de oro "96.
Especial participación en el Inti Raymi tendrían los
orejones recién ordenados, que recibían una suerte de confirmación y acudían a
lavarse en la fuente de Calispuquio, que era una de las huacas principales
existentes en el barrio de Collana, en la ciudad del Cuzco. De dicha fuente,
cuenta Cobo, "se llevaba agua en muchos cántaros para bebida del
Inca"97.
Betanzos es quien habla sobre la confirmación de los nuevos
orejones: "Los que en el mes de diciembre pasado eran ordenados orejones,
en aquesta fiesta que se constituía en el mes de junio, se vestían de camisetas
tejidas de oro y p1ata y de plumas tornasoladas; así puestos de sus plumajes y
patenas y brazaletes de oro, salían a esta fiesta y en estás fiesta daban fin a
sus ayunos y sacrificios, que desde que eran ordenados orejones hasta allí
habían hecho; y comenzaban allí a holgarse y celebrar"98
Otro de los ritos en el Inti Raymi era la procesión de la
Moroy Urco, huasca o maroma de oro de longitud extraordinaria, que guardaban en
el Inticancha.
Refiere Sarmiento que "en estas fiestas sacaban la
maroma de la casa o despensa del Sol y todos principales indios, muy
lucidamente vestidos, se hacian a ella por orden; y así desde la Casa del Sol
venían cantando a la plaza, la cual cercaban toda con la maroma, que se llamaba
Morey Urco".
TRIBUTOS Y REDISTRIBUCIONES
Entre tanto se sucedían esas ceremonias y ritos, en algunos
de los cuales tomaba parte, el Inka según dijimos no descuidaba sus tareas de
gobierno. Una de ellas, que cumplía muy especialmente en el Inti Raymi, era la
recepción a los tocricos, por lo menos a los principales, de quienes recibía
informes detallados sobre lo que sucedían en el interior de su reino. Antes de
viajar al Cuzco, a su vez los tocricos habían recibido pormenorizados informes
de los curacas locales de sus respectivas jurisdicciones; "y en todo este
dicho reino -dice Guaman Poma- los dichos tocricos o jueces michoc tomaban
cuenta a los díchos indios de cada cosa de lo que tenían de sus haciendas y
comidas, hasta llullos, yerbas secas,y llipta y leña, paja y de todo lo que
debe "100.
De esta manera se velaba por el bienestar material del
imperio, advirtiéndose deficiencias y subsanándolas a tiempo, "para que en
el reino (hubiese) abundancia de comida para que se sustentasen unos y otros,
así pobres como ricos, (Pues habían) de comer todos y los huérfanos y nunca
perecían de comida porque tenían sus sementeras y les sembraban los ayllus de
su parcialidad"101.
Los tocricos se presentaban en la corte portadores del
tributo recabado en las provincias. Así lo refiere Cobo: "llevaban al rey
cuando iban a la corte, que era una vez al año para la fiesta del Inti Raymi,
el tributo de su gobernación ... y entonces le informaban del estado de las
cosas de su provincia"102
Pero no toda la tributación provinciana se conducía a la
capital; gran parte quedaba en las colcas y lo que se llevaba al Cuzco era lo
más selecto que se producía en las llamadas tierras del Sol y del Inka,
teniendo cuidado en que el transporte fuera hecho utilizando a los auquénidos
escogidos en todo el reino para ser ofrecidos en los sacrificios del Inti
Raymi: "parte iba a la ciudad del Cuzco al tiempo señalado, que era para
la fiesta del Raymi.. la hacienda, así de la religión como del Inka, que para
la sobredicha fiesta del Raymi se llevaba al Cuzco, iba en ganado propio de
donde era ella y solía ir en el mismo que ese tiempo llevaban al Cuzco para los
sacrificios de sus dioses y Para las fiestas reales "103.
Tocricos, curacas y embajadores escoltarían esas cargas, y
también a las vírgenes que formaban parte del tributo que cada provincia
remitía al Inka en este tiempo: "El comisario que escogía este tributo
sacaba en cada año para la fiesta del Raymi de estas casas de recogimiento, las
que llegaban a trece o catorce años y de allí para arriba y con no menos guarda
que hasta allí habían tenido las llevaban al Cuzco"104ª. Esta cita de Cobo
se basó seguramente en informantes como Santillán: "Los demás servicios y
ofrendas que se hacían al Sol y huacas, eran de mujeres chicha y otros
cosas"104
Polo de Ondegardo también mencionaría que en la "fíesta
o pascua del Raymi, que era la principal, todos los gobernadores traían consigo
el tributo del todo el reino"105. Cabe empero destacar que este mismo
informante señala que el gran tributo del Inti Raymi era "no tanto ni tan
universalmente" como el del Raymi de febrero105ª. Acopiado ese tributo y
siempre que hubiera excedentes, el Inka haría una redistribución, otorgando
trato preferencial a las provincias que habían tenido problemas, por inundaciones,
sequías o guerras.
Durante las audiencias el rey cumpliría con reciprocar los
dones presentados por tocricoc y curacas, otorgando a su vez los contradones.
Según el licenciado Falcón, "en la fiesta que ellos llamaban Raymi, daba
(el Inca) a todos los señores y caciques camisetas de oro y plata y vasos de
oro y plata y collares y brazalete y otras joyas de alguna esmeraldas y
turquesas y otras piedras"106. Por su parte, Santillán anotaría:
"daba el Inca vestidos y Joyas al Sol y a las huacas, que iban cada uno a
su tierra con su dacha"107 . Esto pareciera las indicar que el presente no lo hacía al curaca vasallo sino a la
deidad que protegía la provincia que representaba 108; se entendería así
también el porque de la profusión de oro y plata en los regalos, no por
magnificencia, sino porque los ornamentos fabricados con esos metales tenían un
carácter eminentemente sagrado 109.
LA PROCESION DE LAS MOMIAS
También se sacaba en procesión durante el Inti Raymi a las
momias de los reyes y beneméritos. Dice Bartolomé de Las Casas que "hacia
el naciente de la ciudad del Cuzco había una llanura a la cual llevaban muy de
madrugada las momias de los reyes que estaban en sus mausoleos, así como las de
los demás señores y principales. Los de mayor autoridad eran puestos debajo de
los ricos toldos de pluma de muchos colores. De la serie de estas tiendas se
formaba como una gran calle, bastante ancha"110.
En procesión, asimismo, se sacaba a la multitud de ídolos
que se guardaban en los templos del Cuzco, acompañándola, seguramente, aquellos
que habían traído los curacas desde sus provincias, en andas. Había que ver la
penitencia que entonces hacían los cargadores de esos ídolos, pues éstos -casi
todos- eran de piedra: "hacia llevar (el Inka) todas las huacas de la
tierra, que eran unas piedras en que el demonio les hablaba, con todo su
aparato de vasos y otras cosas de oro de servicio y en la casa del Sol las
ponían junto al Sol y a la Luna que allí tenían figurados; y también hacía
sacar los cuerpos de los Inkas muertos con su servido y joyas, (y) hacíanles
muchos sacrificios y ofrendas"111.
La procesión se hacía hasta las afueras de la ciudad, en
dirección al Oriente, respetándose en ella las jerarquías, con participación
exclusiva de orejones y curacas sólo cuzqueños: "Sacaban en
un llano, que es a la salida del Cuzco hacia donde sale el
Sol en amaneciendo, todos los bultos de los adoratorios del Cuzco, y los de más
autoridad ponían debajo de toldos de plumas muy ricos y bien obrados, que
parecían muy bien y hacían de esta toldería una calle, que distaba la una
toldería de la otra un gran tiro de herrón, en la cual distancia se hada una
calle muy ancha de más de treinta pasos, y en esta calle se ponían todos los
señores y principales del Cuzco, sin intervenir señor alguno de otra
generación"112.
Las huacas tutelares de los ayllus de Manco Cápac y Mama
Huaco, y unos auquénidos de oro, vestidos espléndidamente y conducidos en
andas, presidían el cortejo. Honraban así a los primeros Inka reyes del Cuzco y
rememoraban con orgullo su origen pastoril. Recuérdese que los antiguos Inkas,
cuando invasores del Cuzco, habían pertenecido a sociedades de pastores y
cazadores de alturas, a lo que parece con sede principal en Chilques. Molina el
cuzqueño, en singular versión, consignó estas importantes referencias:
"Sacaban a esta fiesta las dos figuras Palla Ayllo e Inka AylIo (que
representaban a las deidades tutelares, con figuras femenina y masculina,
respectivamente), con ropas muy ricas, cubiertas con chaperías de oro llamadas
llancapata, colcapata y paucarmunco. Llevaban delante el sunturpaucar y unas
orejas grandes de1grandor de los carneros (sic), dos de oro y dos de plata,
puestas en los lomos unas camisetas coloradas a manera de gualdrapas.
Llevábanlos en unas andas, lo cual hacian en memoria de los carneros que dicen
salieron de Tambo con ellos; los indios que los llevaban eran señores
principales e iban con muy ricos vestidos. Llamaban a estas ovejas de oro y
plata corinapay colquinapa"113
Figuras semejantes, de auquénidos, eran enterradas al
término de la fiesta: "Enviaba el Sol (Inka)por sus estatuas con los que
tenían cuidado de ellas dos corderos pequeños, el uno de plaza y el otro de
oro, a Paucarcancha, y otros dos al cerro de Manturcalla, y todos se enterraban
en estos cerros después de haberlos ofrecido"114.
EN HONOR DE VIRACOCHA
Un último sacrificio se efectuaba finalizando el cayo, en
Manturcalla, y decían que los animales a sacrificarse eran enviados por la
ciudad, por lo cual se les conducía un gran aparato: "En acabando de hacer
el dicho baile del cayo enviaban las estatuas del Sol dos carneros grandes,
hechos de cierta confeccióny dos corderos, a este cerro de Manturcalla.
Llevábanlos con grande acompañamiento, puestos en andas y en hombros de señores
principales ricamente vestidos. Iban adelante las insignias reales del
sunturpaucar, y un carnero blanco vestido de una camiseta colorada y con
zarcillos de oro. Llegados al dicho cerro los ofrecían al Viracochaj quemaban
con muchas ceremonías. Concluido lo sobredicho, se acababa esta fiesta que
hacían al Sol cada año por este tiempo"115
El hecho de que el Sol ordenase un último sacrificio en
honor de Viracocha nos hace pensar que los Inkas quisieron dar a entender con
ello que el Sol, siendo el dios tutelar de todo el imperio, tenía por encima
suyo al Supremo Hacedor, al Viracocha Pachayacháchic.
EL FINAL
Exceptuando el oro y la plata, todas las demás ofrendas se
consumían en una gran hoguera que ardía en la clausura del Inti Raymi. Así lo
menciona Santillán: "Las dichas ofrendas y frutos que tenían las dichas
huacas y el Sol, se consumían en quemarlo y sacrificarlo, excepto el oro, que
aquello no se tocabay estaba todo en las dichas casas hasta que los espay7oles
entraron en la tierra para llevárselo todo".
Mientras orejones especialmente comisionados recogían toda
la ceniza de leña y los huesos quemados de las ofrendas, para echarlos en un
llano junto al cerro de Manturcalla, acto al cual no tenían acceso nada más que
selectos sacerdotes, una última procesión, encabezada por el propio Inka, se
trasladaba con toda solemnidad hasta la plaza de Haucaypata: "Volvía toda
la gente a la plaza de la ciudad acompañando a Inka y derramando por todo el
camino mucha coca, flores y plumas de todos colores. Venían todos embijados con
cierto betún que hacían de conchas molidas, y los señores y caballeros con unas
patenillas de oro puestas en
la barba, y cantando, hasta llegar a la dicha plaza, a donde
bebían lo que restaba del día, y a la noche se iba el Inka a su casa y todos se
recogían a las suyas, con lo que se daba fin a esta fiesta del Inti
Raymi"117.
Pocos detalles ofrecen las crónicas sobre la ceremonia de
cierre en el Haucaypata: "Acabado dicho tiempo se venía el Inka a la plaza
del Cuzco llamada Haucaypaza, a donde el suelo por donde había de venir el Inka
estaba sembrado de plumería de todos los colores de aves;y allí venía lo que
restaba del día y a la noche se iba a su casa y así se acababa este
mes"118.
Finalmente "se volvían los curacas a sus tierras con
licencia de su rey, muy alegres y contentos de haber celebrado la fiesta
principal de su dios el Sol"119.
Lo que más quedaría en el recuerdo de la festividad sería
cómo el Sol y su pretenso hijo mantenían la "costumbre general de convidar
de las trojes. es del Inka a todos los tahuantinsuyos, con mucha
orden"120.
Tal la grata versión de dos aristócratas de tierras
cuzqueñas, Garcilaso y Santa Cruz Pachacuti. Conviene, no obstante, palpar más
allá el conjunto de una festividad que en verdad mucho contribuía a cimentar el
dominio de las ricas panakas cuzqueñas.
EL SUSTENTO IMPERIAL
Debajo de la pompa del Inti Raymi yacía el vigorizamiento de
la formidable estructura imperial en su fibra más importante: la tributación
general de todos los pueblos. Estas contribuciones a la nobleza, esencialmente
en trabajo pero también en productos y seres humanos, ha sido recubierta con
frecuencia bajo los sonoros conceptos de redistribución y reciprocidad.
Lo cierto era que el estado Inka funcionaba como eje del
intercambio, tanto porque era el único ente capaz de lograrlo como porque dicha
actividad le permitía acopiar los excedentes, a los cuales daba diversos usos,
entre ellos los beneficios, pero que primordialmente acudían al sostenimiento
de los privilegios aristocráticos imperiales. Pensemos que no existía comercio
propiamente dicho, esto es, como actividad económica independiente que
permitiese la acumulación privada, salvo, tal vez, en diminutas áreas
marginales, porque sólo se registraba el trueque a nivel personal y familiar en
los estrechos linderos de cada ayllu; la centralización del trueque en alta
escala para llevar productos y tributos a cientos de kilómetros, la efectuaba
el estado concentrando la riqueza en los almacenes (colcas y pirguas), lo cual
permitía beneficiar a la clase dominante, vale decir a los integrantes de las
panakas cuzqueñas.
Igualmente, hay que entender adecuadamente lo que ha dado en
llamarse reciprocidad. En virtud de ella el Inka podía en el Inti Raymi, o en
otra ocasion, acoger cargamentos de brocados y responder apenas con un
simbólico fleco de su mascaypacha o corona; o también, recibir cien vírgenes y
retribuir con alguna discreta joya o una vistosa plumería o un puñado de fina
coca quintu, objetos todos ellos aportados, además, por otros tributarlos de
distintas comarcas.
Aunque en varios casos, como al recompensar a valerosos
guerreros o funcionarios destacados, los regalos podían tener mucho valor
material, como "camisetas de oro y p1atay vasos de oro y plaza y collares
y brazaletes y otras joyas de algunas esmeraldas y turquesas y otras
piedras"121.
Todos los obsequios del Inka poseían un alto valor
simbólico. La reciprocidad cumplía un rol evidente a nivel de la nobleza
imperial y provinciana, asentándose así el mecanismo de dominación a escala
general de todos los pueblos del imperio.
En el Inti Raymi, festividad de las noblezas, se cumplía
aquella norma que prescribía que "estaban obligados todos los curacas a
(a)parecer en el Cuzco ante el Inka personalmente, cada un año"122. Y
parece que ellos partían hacia el Cuzco con bastante antelación, conduciendo
abundantes cargas y dejando en otras sedes incaicas las de mayor bulto y menos
calidad. En la capital, paralelamente al Inti Raymi, "entre infinitas
ceremonías" y "sacrificios al Sol_y guacas", se efectuaba una
selectiva distribución a "parientes (muchos a causa, a causa de la
poligamia de nobleza)_y a curacas"123.
Otros bienes extraídos de las enormes colcas o almacenes
imperiales, se enviaban a diversas circunscripciones del interior, con la
finalidad de "dar contento a los indios de la provincia"124.
Referencia que constituye un buen ejemplo de lo que eran los sistemas de
amortiguación del dominio imperial. Pero el pueblo campesino permanecía en su
lugar, exceptuando quizá el de los alrededores del Cuzco, que desde lo alto de
los cerros divisaría reverente la solemnidad. Y esto lo aseveramos siguiendo lo
que dejó escrito el autor del Discurso Anónimo, en concordancia con otras
fuentes: "la gente común, aquel mes y en el raymi de principio de año,
acudía al beneficio de las sementeras y cría de ganados"125
Fiesta y regalo, pues, para unos y cotidiano trabajo para
otros; esta situación, empero, parecía ser aceptada por el pueblo como natural
costumbre: éste es el ",milagro" que logran comúnmente las
religiones, sembrando el acatamiento hacia quienes se proclaman descendientes
de los dioses. Situación que habría de tener casi siempre, según vemos en la
historia, un final violento.
Fuente: Internt:http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/publicaciones/antropologia/2003_N01/a05.htm
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