1871 - Que las escuelas se habían abierto para
estudiar y que en La Rioja los alumnos irían si o si a aprender, lo muestra un
decreto del gobierno en el que se decía tajantemente: Por cada cinco faltas inmotivadas
de asistencia de un alumno en el periodo de un mes, se aplicara al padre, madre
o tutor o patrón la multa de cuatro reales. En caso de enfermedad, debidamente
certificada, se aceptaría la falta. Todos los meses el director de la escuela
pasaría una lista de los que incurrieran en faltas al mismísimo Jefe de Policía
o a la autoridad correspondiente. Los únicos que se salvarían de tanto rigor,
serian los alumnos con padres pobres a los que se les persuadiría por otros
medios. La cosa iba en serio y todos los que estuvieran en edad de estudiar
estudiarían. La letra con sangre entra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario