El 24 de marzo de 1976
comenzaba en Argentina una de las épocas más oscuras de nuestra historia. En la
madrugada de ese día, superiores de las Fuerzas Armadas tomaron el poder a
través de un golpe de Estado y derrocaron al entonces gobierno constitucional
de Isabel Perón; de esta forma, comenzó una dictadura cívico-militar que
duraría hasta 1983. Entre los años en que duró esta dictadura, más de 30 mil
personas fueron desaparecidas, se perpetraron un centenar de secuestros,
privaciones ilegítimas de libertad, torturas en centros clandestinos de
detención, apropiación de recién nacidos y exilios forzados de miles de
argentinos.
Pasadas las tres de la mañana
de la madrugada del 24 de marzo de 1976, la voz del teniente general Jorge
Rafael Videla irrumpió por cadena nacional. A esas horas, y acompañado por el
almirante Eduardo Massera y el brigadier general Orlando Agosti, Videla
pronunció las primeras medidas que comenzaban a regir a partir de ese entonces.
Entre éstas, se disponía la caducidad de los mandatos de presidente de la
Nación, de gobernadores y vicegobernadores, diputados, intendentes, etc. Este
golpe de Estado fue presentado —se autodenominó— Proceso de Reorganización
Nacional, con un programa de tres etapas fundamentales: orden institucional,
revalorización de la autoridad y consolidación del proceso.
Los años que transcurrieron
bajo la dictadura de las Fuerzas Armadas estuvieron signados por una constante
violación de los derechos humanos, crímenes de lesa humanidad y un terrorismo
de Estado que funcionó para el gobierno militar de facto como médula y ánimo
social del Estado argentino. Esta modalidad de gobierno de facto y su
respectivo modus operandi, a su vez formaban parte de un plan mayor conocido como
Plan Cóndor, el cual ya operaba en toda Latinoamérica y funcionaba como
coordinación entre las distintas dictaduras que en esos años se habían
instaurado en otros países del Cono Sur, entre ellos Chile, Paraguay, Uruguay y
Brasil.
El Día Nacional de la Memoria
por la Verdad y Justicia es una fecha en la que se conmemora y busca mantener
vivos en la reflexión y memoria social los tristes acontecimientos producidos
en la última dictadura militar. No con el objetivo de depositar una visión
estática sobre aquella etapa tan oscura, no con el objetivo de perpetuar un
ánimo social irreparable, no con la intención de vivir con la mirada puesta en
el pasado… Pero sí con el objetivo de tener presente los errores cometidos y
las consecuencias terribles que de ellos pueden desprenderse, sí con el
objetivo de una consciente muestra de respeto por las familias víctimas de la
desaparición de un hijo, una hija, una nieta o un nieto, sí con el objetivo de
buscar justicia y dar luz a los acontecimientos que tuvieron lugar en aquella
triste etapa de la historia argentina.
Cada uno de nosotros como
habitantes de un territorio que nos cobija, necesitamos tener MEMORIA de lo que
sucedió durante la década del `70, etapa en la que nuestro país se encontraba
convulsionado y sumergido en una ola de terror proveniente de diversos y
antagónicos frentes y hacia enemigos que enarbolaban una misma bandera; la celeste
y blanca.
También, tenemos la necesidad
de que se conozca y se defienda con absoluto recelo, la VERDAD de lo que
sinceramente ocurrió, la verdad y solo la verdad, sobre los delitos atroces,
salvajes y cobardemente cometidos, como también, las innumerables violaciones a
cada uno de nuestros indelegables e imprescriptibles Derechos Humanos.
Pero la MEMORIA y la VERDAD no
bastan, es importante además, que se descubra a quienes fueron los responsables
de semejante atropello, los responsables de tantas lágrimas, de tantas heridas,
de tantas ausencias y de tanta miseria, con un claro y único objetivo: alcanzar
la JUSTICIA. Una Justicia que nos envuelva a todos, sin distinciones,
prejuicios ni privilegios.
Únicamente así, con la Memoria,
la Verdad y la Justicia como obligados estandartes de cada uno de nuestros
actos y pensamientos cotidianos, podremos estar seguros de que NUNCA MÁS en
nuestra querida patria, puedan repetirse hechos tan trágicos y violentos, que
con sus dolorosas secuelas, nos alejen del horizonte que debemos tener como
sociedad; la PAZ.
Los grandes sufrimientos son
siempre aleccionadores y lo ocurrido durante la última dictadura militar deberá
servir para mantenernos alertas y hacernos comprender que únicamente la
DEMOCRACIA, como estilo de vida, es capaz de preservar a un pueblo de semejante
horror, que solo ella puede mantener y salvar los sagrados y esenciales
derechos de cada uno de nosotros, de nuestra posteridad y de todos las personas
del mundo que quieran habitar el suelo argentino.