Un día como hoy del año 1923 muere en Buenos Aires el doctor Joaquín V.
González. Nacido en Nonogasta (La Rioja) el 06 de marzo de 1863. Tenía 60 años.
Doctor en jurisprudencia, fue periodista, diputado y senador nacional, y
gobernador de La Rioja. También fue ministro del Interior de Julio Argentino
Roca y ministro de Justicia e Instrucción Pública de Manuel Quintana. Dispuso
la nacionalización de la Universidad de La Plata en 1905 y fue el primer
presidente de ese establecimiento. Había nacido en Chilecito, La Rioja, el 6 de
marzo de 1863.
Ensayista,
narrador, político, educador y jurista. Esta es la sintética definición de
quien fuera considerado uno de los últimos exponentes de la llamada Generación
del ‘80 del siglo XIX, pero además uno de los representantes más consecuentes
de la línea “reformista” del régimen oligárquico, en la etapa de los conflictos
sociales y las insurrecciones políticas durante los años del cambio de siglo.
Joaquín
Víctor González nació en Nonogasta, pequeño pueblito de Chilecito, en La Rioja,
el 6 de marzo de 1863. Se podría decir que lo suyo fue intenso y breve. En la
vida política y social tuvo una distinguida participación, arrancando y también
terminando muy pronto. Luego de estudiar en el tradicional colegio Monserrat de
Córdoba, a los 18 años se inició en el periodismo, a los 23 era doctor en
jurisprudencia y diputado nacional, y a los 26 ya había sido electo gobernador
de La Rioja. En 1887 participó de la comisión de reforma constitucional y de la
redacción de la constitución provincial. Mientras tanto, ya se desempeñaba como
profesor de historia, geografía y francés.
Con
posterioridad, pasó a desempeñarse en cargos educativos de jerarquía nacional
y, ya desde 1901, se hizo lugar en diferentes gabinetes nacionales. Con los
presidentes Julio A. Roca, Manuel Quintana y José Figueroa Alcorta se desempeñó
como ministro de Interior, Relaciones Exteriores y Culto y Justicia e
Instrucción Pública. En esta instancia, impulsó la reforma electoral de 1902,
que permitió la elección de diputados socialistas. Dos años más tarde, hizo lo
mismo con la ley del trabajo, radicalmente novedosa, que fue rechazada tanto
por las patronales como por el movimiento obrero. En aquellos años, además,
fundó el instituto pedagógico que ahora lleva su nombre y fue uno de los
organizadores y rector de la Universidad de La Plata. En diciembre de 1923,
falleció, a la edad de 60 años mientras se desempeñaba como senador nacional.
Recordamos
en esta ocasión la fecha de su nacimiento, con un fragmento de su alegato en
favor de la escuela normal y el rol del “maestro moderno”, durante la
inauguración de la Escuela Normal Mixta de Pergamino, el 24 de septiembre de
1905.
Fuente:
Joaquín Víctor González, Universidades y Colegios. Conferencias, discursos y
actos de gobierno, Buenos Aires, Lajouane y Cía. Libreros Editores, 1907. Página 296.
“Llega
en hora oportuna esta escuela a la labor colectiva de los educadores
argentinos, por ensanchar el radio de expansión de la intelectualidad nacional:
la riqueza pública cada día más creciente y acentuada (…) Y en realidad, todos
sentimos ese mismo anhelo y sufrimos de las mismas impaciencias ante la
lentitud relativa de los hechos; pero no todos pueden ni están en el caso de
conocer las leyes verdaderas a que este trabajo debe someterse, ni las
relaciones positivas entre la acción del Estado y de sus maestros y el valor
cualitativo de sus resultados.(…) La preocupación vulgar de crear escuelas y hacinar
niños para obtener un cociente de instrucción, ha dejado de ser por sí sola una
política educativa en los pueblos cultos; la ciencia de la enseñanza, al
difundir por sus maestros los métodos racionales de instrucción, ha realizado
la mejor y más fecunda política (…) El maestro moderno, el que el país anhela y
contribuye a formar en sus escuelas especiales, es ya un verdadero ministro
técnico de la función más esencial a la existencia y al porvenir de la Nación,
que lleva a su grupo de almunos no solamente las nociones proporcionales de
todas las ciencias que forman un tipo mínimo de ilustración sino que por la
virtualidad de sus métodos y procedimientos, les comunica un impulso de mayor
cultura o conservación, que constituye una fuerza permanente para toda la
vida.”
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