1591
- Ramírez de Velasco emprende el regreso a Santiago del Estero. Se había
construido el fuerte y se había efectuado el reparto de 56 encomiendas, dejando
“la dicha ciudad quieta y los vecinos y soldados en toda paz y sosiego”, con 51
españoles –afirma Efraín de la Fuente- debidamente provistos de armas,
municiones y bastimentos como estaba obligado por las capitulaciones. Desde
Santiago le hacía presente al rey sus dificultades económicas y que de no
recibir merced alguna le sería forzoso ir a la Corte dejando en “esta tierra mi
mujer e hijos con mas de 15000 pesos de deuda gastados durante la gobernación y
la reciente jornada”. Es decir que fundar La Rioja, según el propio Ramírez de
Velasco, lo había dejado lleno de deudas y en un estado calamitoso.
1591
- Las autoridades de la nueva ciudad se reunieron en Cabildo Pleno designando
al capitán Albaro de Abreu Figueroa para llevar un petitorio al Rey de 14
puntos. Su resumen era solicitar una serie de ventajas y exenciones. “El
espíritu previsor de sus vecinos aparece en varias cláusulas de los plañideros
capítulos; no obstante la notoriedad de oro, plata y azogue, se entregan de
inmediato a tareas agrícolas; procuran limitar la salida de metales y asegurar
los beneficios futuros para hijos y nietos, solicitando mercedes por tres vidas
y la inamovilidad de su descendencia salvo casos de fuerza mayor”. Félix Luna
en un estudio sobre los planes económicos de La Rioja considera a éste
petitorio el primer plan de promoción económico que tuvo. Siempre pidiendo.
Siempre quejándose.
Este
pedido al rey de España en el que para hacer más convincente el mismo fue hecho
en una forma en la que los vecinos hablaban de sacrificios, sangre derramada y
otros sacrificios de la fundación. Todo esto provocaría la inspiración de Mateo
Rosa de Oquendo, que acompañó a Juan Ramírez de Velasco en la fundación de La
Rioja que escribiría varios versos satíricos y humorísticos que son, quizás,
las expresiones más añejas del buen humor entre nosotros, mostrando que el tema
ya era de uso común y corriente entre los primeros que llegaron a poblar estas
tierras.
Félix
Luna, al comentar el petitorio de los cabildantes riojanos a la Corona, en el
que solicitaban una serie de ventajas y consideraciones, se refiere a la
“asombrosa mezcla de exageraciones sobre los sufrimientos actuales y la fortuna
que prometen a la recién nacida ciudad” y trae a colación los versos satíricos
que escribió dos años después Rosas de Oquendo: Juntamonos en Cabildo / todos
los capitulares / y escribimos al Virrey / un pliego de disparates / que por
franquear el sitio / para pueblo y heredades
/ fuimos con mucho trabajo / para romper adelante / que peleamos tres días /
con veinte mil capayanes / salimos muchos heridos / sin haber quien nos curase
/ y en pago deste servicio / nos acudiese y honrase / enviándonos exenciones /
franquezas y libertades. Mas pues viene la cuaresma / y tengo que confesarme /
yo restituyo la honra / a los pobres naturales / que ni ellos se defendieron /
ni dieron tales señales / antes nos dieron la tierra / con muy buenas
voluntades / y partieron con nosotros / de sus haciendas y ajuares. / Y no me
dé Dios salud / si sacó onza de sangre.
Versos
que llegaron hasta nosotros pero que, seguramente nunca fueron conocidos por el
rey de España. La originalidad de los mismos está dada porque fue la primera
expresión en suelo argentino de humor que contrastaba con la seriedad y
lamentos del petitorio de los cabildantes riojanos.
1829
- Juan Facundo Quiroga logra entrar en la ciudad de Córdoba tras haberla
sitiado.
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