El Día de la Tierra
es un día celebrado en muchos países el 22 de abril. Su promotor, el senador
estadounidense Gaylord Nelson, instauró este día para crear una conciencia
común a los problemas de la superpoblación, la producción de contaminación, la
conservación de la biodiversidad y otras preocupaciones ambientales para
proteger la Tierra. Es un día para rendir homenaje a nuestro planeta y
reconocer a la Tierra como nuestro hogar y nuestra madre, así como lo han
expresado distintas culturas a lo largo de la historia, demostrando la
interdependencia entre sus ecosistemas y los seres vivos que la habitamos.
Si bien podríamos
resaltar que en este siglo se ha hecho más daño a la Tierra que en toda la
historia anterior de la humanidad, hoy puede ser un día para mirar nuestra casa
con optimismo. Todos vivimos en ella y podemos generar un cambio. Es
indispensable, y sin duda en los millones de seres humanos está la capacidad
para hacerlo. Lo que está en juego no es el planeta, es nuestra calidad de
vida.
Se trata de una
convocatoria global cuyo tema central, pero no excluyente, son las
"ciudades verdes". Habrá actividades universitarias, académicas,
artísticas, talleres, exposiciones, mesas redondas, charlas, debates y ferias
ecológicas. Puede haber lo que a cualquiera de estas personas se le ocurra para
mejorar nuestra relación con el planeta. De especial importancia resulta la
actividad en las escuelas: los niños vivirán mas tiempo y merecen un mundo
mejor, más limpio, menos contaminado.
Es un día para celebrar
y promover un planeta más saludable. Una oportunidad para proponer acciones y
soluciones viables y concretas en favor de nuestra calidad de vida. Desde
acciones simples, como plantar árboles y realizar actividades de reciclaje y
juegos, hasta cambios estructurales. Es un día para promover el arte como
instrumento para alcanzar una relación mas armónica con el entorno: quizás el
lenguaje artístico pueda lo que las palabras y las cifras a veces no pueden.
Considerando que la
mitad de la población del planeta vive en ciudades, resulta indispensable
ayudar a que éstas sean más sostenibles y reducir su huella de carbono. Hay
tres elementos que resultan clave: la energía, la infraestructura y el
transporte. En materia energética, la mayor parte del mundo actual posee
estructuras obsoletas de generación que no sólo resultan ineficientes, sino
contaminantes. Es imprescindible promover una transición a fuentes de energía
renovables.
Los edificios, por su
parte, representan casi un tercio de todas las emisiones globales de gases de
efecto invernadero. A través de mejoras sencillas y de eficiencia se pueden
reducir las emisiones de modo drástico. Posiblemente esto lleve a la necesidad
de actualizar las ordenanzas y los códigos de construcción de modo de promover
estos cambios.
El transporte, por su
parte, representa la fuente que más ha crecido en emisiones de gases de efecto
invernadero en todo el mundo (el 24 por ciento de las emisiones globales). Tres
cuartas partes provienen directamente de los vehículos de carretera. Sin duda,
es imprescindible reducir estas emisiones, promover vehículos más eficientes y,
fundamentalmente, aumentar las opciones y la calidad del transporte público.
Seguramente la creatividad nos dará otros medios alternativos.
Junto a ello resulta
necesario invertir en la tecnología del transporte sostenible para crear un uso
más razonable. Se trata de contar con una infraestructura de transporte más
limpio, más seguro y más asequible.
Con la imaginación,
la capacidad y los recursos disponibles, las ciudades del futuro pueden ser muy
diferentes de las ciudades de hoy y brindar una mejor calidad de vida.
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