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martes, 20 de mayo de 2014

SE CUMPLEN 423 DE LA FUNDACIÓN DE TODOS LOS SANTOS DE LA NUEVA RIOJA

Mucho se ha hablado  de improvisación, fundaciones anárquicas y demás. La fundación de La Rioja y su emplazamiento aparecen claramente delineados varios antes años antes  del nombramiento de Ramírez de Velasco. Uno de los planes fue elaborado  por el oidor Juan de Matienzo que estableció un plan donde figuraba la fundación de una ciudad de Famatina. Años después el virrey Francisco de Toledo en procura de mejorar la colonización de estas tierras, mediante el sistemático avance de las fronteras fundando ciudades. Es decir, evitar la dispersión de fuerzas que impedían los asientos definitivos de ciudades. Por eso Todos los Santos de La Nueva Rioja se establece de acuerdo a este plan. Pues como ciudad intermedia, entre Salta y Mendoza jugaba plenamente su papel y cumplía el plan establecido por el virrey Francisco de Toledo.

Elegido el lugar, el 20 de Mayo de 1591,  Juan Ramírez de Velasco blande el estandarte real, lanza por tres veces el grito: ¡España, España, España!, se procede luego a plantar un tronco de árbol, el árbol de la justicia, el rollo o picota, todo en medio de una gran solemnidad pues se estaba tomando posesión en nombre del Rey de España. Luego el fundador nombra a los funcionarios que dirigirán el cabildo y elige Alcalde de la Hermandad a Damián Pérez de Villarreal, que bien puede ser considerado el primer jefe de policía de La Rioja. Tras ello distribuye los solares y encarece que los edificios públicos sean construidos a la brevedad.
Según parece, al final de ese día agotador, el escribano anota, para que no hubiera confusión alguna, los límites otorgados a la nueva ciudad, más grandes que la actual jurisdicción de la provincia actual.

YA ESTÁBAMOS

Los primeros pobladores de la actual provincia de La Rioja parecen haber llegado alrededor del 7000 a. C. Habrían pertenecido a la raza huárpida, que más tarde fueron desplazados hacia el sur.

Hacia el año 200 a. C. aparecieron los primeros agricultores, parcialmente pertenecientes a razas típicamente andinas, que desarrollaron la llamada cultura condorhuasi. Doscientos años más tarde aparece una cultura agrícola y alfarera más desarrollada, la cultura de la ciénaga. Desde los años posteriores al año 300, se desarrolló en su territorio la cultura de la aguada, claramente asociada a la cultura tiahuanaco, ubicada mucho más al norte.

Claramente, los agricultores que desarrollaron la cultura sanagasta eran diaguitas. Estos fueron sometidos al dominio del Imperio incaico poco antes del año 1500; sin embargo, la influencia cultural del mismo fue muy relativa, debido especialmente a la lejanía de esas tierras con la capital del imperio, Cusco, y las zonas más densa y antiguamente pobladas por población quechuahablante.

Los diaguitas habitaban la mayor parte del territorio riojano a la llegada de los españoles. Los olongastas ocupaban la zona de la Sierra de Los Llanos, y los capayanes ocupaban las estribaciones de la Cordillera de los Andes; sin embargo, se supone que ambas etnias pertenecían cultural e idiomáticamente al grupo diaguita; lo que es casi seguro es que hablaban una variante de la lengua cacana.

Los indígenas estaban agrupados en pueblos, cada uno autónomo de los demás, con su cacique individual. Muchas veces, los pueblos dieron nombre a las parcialidades de indios, dando a entender que eran «naciones» independientes entre sí. Todos los pueblos eran de pequeñas dimensiones, siendo excepcionales los que pasaban de 40 casas, es decir, de 200 o 300 personas.

Entre los pueblos del territorio, se pueden citar: Vinchina, Cocayambi, Acampis, Jagüé y Guandacol, en el valle de Vinchina. En el valle de Famatina, Famatina, Anguinán, Sañogasta, Malligasta, Vichigasta, Catinzaco, Antaza y Pituil. En el valle de San Blas de los Sauces existían los pueblos de Tuyubil, Suriyaco, Salicas y Alpasinche.

En el norte de la provincia, estaban los pueblos de Aimogasta, Machigasta, Aminga, Chuquis y Anillaco. En el centro de la provincia estaban Sanagasta, Yacampis, Cilpigasta, Musitián y Huaco. En la Sierra de los Llanos estaban los pueblos de Olta y Atiles, que sobrevivieron largos años a la conquista española, y otros que desaparecieron con el avance de esta, como Chepes, Ulapes y Polco.

El fundador de la capital de la provincia informó que había alrededor de 20 000 indígenas a su jurisdicción, dato que no ha sido mejorado por investigaciones posteriores, y que puede darse como aproximadamente válido.

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